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Los que se animaron primero
Llega a video una verdadera perla: dibujos animados creados entre 1906 a 1927 que anticiparon a técnicas e ideas luego celebradas en Roger Rabbit, Buggs Bunny y el Pato Lucas.
Ver dibujos animados de principios del siglo XX, mudos y en blanco y negro, puede sonar como algo más parecido a un programa de estudio que como una hora frente a Bugs Bunny y el Pato Lucas. Algo de eso hay, es verdad, en los numerosos cortometrajes compilados por el sello Época en el video Dibujos animados primitivos (1906-1927), pero también se trata de un par de horas destinadas a convocar la más absoluta fascinación por técnicas, tópicos y personajes que anticipan el arte del cine animado de los siguientes tres cuartos de siglo. La edición se encuentra claramente dominada por la célebre serie Out of the Inkwell (algo así como “Salido del tintero”), creada por los hermanos Max y Dave Fleischer, dos autores que figuran entre los favoritos de cualquier animador de formación clásica gracias a centenares de cortos entre los que se suelen destacar los de personajes ajenos a los que ellos contribuyeron a darles sus identidades más reconocibles, desde Popeye y Superman hasta Gulliver, pasando por esa Mae West morocha desbordante de sexualidad que fue la seductora Betty Boop, en una era hollywoodense previa al constipado código Hays. En los Out of the Inkwell, los Fleischer exploraron diversas posibilidades del medio, con su tendencia natural al absurdo y a las situaciones más surrealistas, atendiendo a esa única ley que postula la salvaje violación de todas las leyes de la física. Protagonizados por un payaso dibujado (Koko the klown) que interactúa con su creador (Dave Fleischer, el menor de los hermanos, que también aparece en pantalla) desafiando su poder tres décadas antes que el pato Lucas de Chuck Jones y moviéndose en un entorno fotorrealista seis décadas y media antes de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? En los Out of the Inkwell, los tinteros de los Fleischer son como el lápiz del hermanito de Mafalda, el personaje de Quino: contienen infinidad de mundos en un espacio ínfimo.
La edición que pone en circulación Época (simultáneamente con otros casetes que compilan trabajos de otros pioneros, difíciles de hallar hasta ahora, tales como las Fábulas de Esopo de Paul Terry, valiosos cortos que poco tenían que ver con su título) incluye además algunas de las animaciones del primer Disney (los de Alice y los de Oswald, the Lucky Rabbit), así como experimentos de uno de los principales referentes de esta Historia del cine animado, como es J. Stuart Blackton, de quien se pueden ver los tres minutos de Humorous Phases of Funny Faces, en los que rostros dibujados en un pizarrón cobran vida y se metamorfosean sin cesar. Casi pegada a esa obra fundacional, se encuentra una verdadera rareza llamadaLa venganza del cameraman, una pieza animada en stop motion que narra una historia de infidelidad en un matrimonio de escarabajos, filmada por el ruso Ladislas Starewicz un lustro antes de la revolución por la que se vería forzado a emigrar a París. Hacia el final de la cinta se apelotonan algunos clásicos del temperamental Gato Félix, la creación de Otto Messmer animada por los Pat Sullivan Studios.
Como programa de estudio de los inicios de la animación, es una selección insuperable a la que sólo se podría agregar algún Winsor McCay. En el aspecto formal de los cortos de 1920 en adelante se impone una característica que sería explotada durante varias décadas: el estilo de dibujo y animación clásicos conocido como “rubber-hose”: los personajes parecen moverse como si estuvieran compuestos de mangueras de goma, con exagerada flexibilidad, verificando una vez más esa propensión hacia lo extremadamente vital y a la vez improbable, esa fuerza irresistible que lleva a rastrear en un tintero y en un rollo de celuloide de no más de siete minutos esos otros mundos que están en éste.