Tirarse a la pileta
Un espectáculo de danza resucita un fastuoso natatorio de principios del XX
› Por Analía Melgar
Hubo un tiempo que fue hermoso y la Argentina, toda prosperidad. Primeras décadas del siglo XX: las innovaciones arquitectónicas crecían a ritmo primaveral. En 1912, la Municipalidad de Buenos Aires adquirió los terrenos de una familia pudiente para convertirlos en lo que hoy se conoce como Parque Avellaneda, segundo pulmón verde de la ciudad. En ese mismo predio, en 1925, se inauguró la primera pileta de natación pública porteña. Los años pasaron y el esplendor de ese natatorio-solarium sufrió primero el deterioro y luego la clausura. Pero en la última década, las acciones conjuntas del GCBA y los vecinos consiguieron reverdecer el parque y reabrir la pileta como centro cultural. Entre las diversas actividades que allí se ofrecen, se incorpora ahora un espectáculo de danza, Las aguas sutiles, inspirado en un texto de Italo Calvino.
Gabriela Romero –egresada del Taller de Danza del Teatro San Martín y activa creadora de obras de danza contemporánea y danza-teatro– imaginó un modo de resucitar esa fastuosa piscina venida a menos rodeada de seis columnas dóricas y abierta al aire libre, debajo de una enorme glorieta. Sus seis intérpretes recorren ese espacio azulejado, ahora sin agua, y se abandonan rodando por la pendiente pronunciada. Al llegar a la profundidad de dos metros y medio, comienzan a trepar por los caños para conquistar la estatua de una diosa acuática de reminiscencias romanas, apenas cubierta con unos paños de bronce. Las seis bailarinas, como náyades modernas, conviven con los murmullos invisibles de los antiguos bañistas, las palomas intrépidas y los helechos que colonizan las grietas.
Las aguas sutiles, en el Antiguo Natatorio del Parque Avellaneda, situado en el interior del parque. Se ingresa por la esquina de Av. Directorio y Lacarra. Funciones: domingos 5 y 12, y sábado 11 de diciembre, a las 20 hs. Entrada libre y gratuita.