CONSAGRACIONES > IMELDA STAUNTON, LA ACTRIZ PROTAGóNICA DE EL SECRETO DE VERA DRAKE
No ganó el Oscar, pero, ¿a quién le importa? Será difícil olvidar a la abortera compasiva y solidaria que interpreta en el film de Mike Leigh que acaba de estrenarse en Buenos Aires. A los 48 años, la londinense Imelda Staunton acumula casi treinta de carrera en cine y televisión, pero recién asoma su rostro a las vidrieras masivas con este papel duro y polémico.
Cómo trabaja Mike Leigh con los actores?
–Te da autoridad como actor. Creamos juntos el personaje de Vera desde el día en que nació. El proceso creativo fue largo, pero muy satisfactorio, porque involucró improvisaciones y una amplia investigación de toda la época (los años ‘50). Las sesiones con Mike son siempre muy personales; la cosa es entre él y vos. Durante esa etapa, no hablás para nada con los otros actores ni intercambiás comentarios sobre lo que estás haciendo. Sólo hablás con Mike.
¿Cómo es Leigh como persona?
–Es terrible y extremadamente sensible. No hubo nada de ego. Todos estábamos tratando de llegar al final del proceso lo mejor que podíamos.
¿Qué fue lo primero que le dijo Leigh cuando se encontraron por primera vez?
–Lo primero que me dijo fue: “Quiero hacer una película de época sobre una abortista clandestina. ¿Te animás? No va a ser una película sensacionalista ni melodramática”.
¿Qué tipo de investigación hizo usted?
–Sólo investigué el personaje de Vera, qué tipo de información manejaría y qué sentimientos tendría según las pautas de la época. El 85 o 90 por ciento de las abortistas eran madres y abuelas. Eso al principio me chocó. Eran mujeres de clase baja que necesitaban dinero, pero no cobraban por las operaciones. En la película hay sólo un personaje que cobra: un intermediario.
¿Qué concepto tiene usted de Vera?
–Era una buena mujer: sólo quería ayudar a otras mujeres necesitadas que no podían costearse un tratamiento regular. Es un personaje inusual: una mujer que no piensa en sí misma y que quiere ayudar a los demás genuinamente, sin buscar ningún rédito personal.
Durante la mayor parte del film, Vera está muy ocupada, siempre corriendo.
–No era algo tan poco común en 1950. Hoy se habla mucho de mujeres que trabajan y tienen familias, pero muchas mujeres británicas de clase obrera ya lo hacían 50 años atrás.
¿Qué canciones son las que Vera silba y canturrea casi todo el tiempo al principio de la película?
–No teníamos presupuesto para pagar derechos de ninguna canción, así que Mike me pidió: “Por favor, silbá algo que nadie pueda reconocer”. Así que silbé una música genérica, irreconocible.
¿Hubo escenas que fueran particularmente duras de hacer?
–Si tengo que elegir una, supongo que es la de la comisaría, cuando Vera es interrogada. Esa escena llevó más de una semana de rodaje. Cuando la terminamos quedé exhausta, pero muy satisfecha.
¿Qué es lo que le susurra Vera a su marido en esa escena crucial?
–No te lo voy a contar. Es un secreto. ¿Qué interpretaste vos? Lo que importa es la interpretación subjetiva del espectador. Es todo lo que voy a decir al respecto. Cuando improvisamos la escena, decidí que Vera simplemente le susurraría algo a su marido, pero que no se escucharía qué. Fue una idea mía, y a Mike le gustó.
¿Cómo hizo para sostener esa expresión tan consistente, entre sollozos, en esos primeros planos de Vera del final del film?
–Mike sabe realmente cómo generar la atmósfera que necesitás para trabajar, el ambiente adecuado para tus reacciones. Me gusta la idea de foco y concentración que hay en esos primeros planos.
¿Estaba preparada para la entrega de los Oscar?
–La única manera de prepararse es estar lista para perder. Mirá: no gané el Globo de Oro ni el premio del sindicato de actores. Pero hay que reconocer que El secreto de Vera Drake es un pequeño film independiente en medio de un campo de juego enorme. La sola nominación le hizo mucho bien a la película. La Academia nos ha hecho un favor.
Después del reconocimiento de la crítica y la nominación al Oscar, ¿le gustaría trabajar en Hollywood o en el cine independiente?
–No lo sé. Eso es algo que tienen que decidir en Hollywood.
Entre las actrices, ¿quiénes son sus ídolos?
–No tengo muchos. Adoro a Bette Davis y a Vivien Leigh, pero sobre todo porque eran buenas actrices. Eso es lo que me interesa de ellas: que no se presentaban a sí mismas como ídolos. Sólo hacían su trabajo.
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