FOTOGRAFíA > LAS FOTOS ANóNIMAS DE LOS GHETTOS POLACOS
Si bien las leyes alemanas prohibían explícitamente fotografiar o filmar las atrocidades que se cometían durante el nazismo, el historiador polaco Tomasz Wisniewski dio, en un negocio de Munich dedicado a imágenes antiguas, con un documento tan inesperado como escalofriante: más de treinta fotos tomadas por soldados alemanes en los ghettos de Polonia durante la ocupación nazi. Bajo el nombre Imágenes de un genocidio, las fotos pueden verse ahora en Buenos Aires.
Hans me insistía en que no mencionara su nombre nunca. El es un comerciante de Munich que negocia con fotografías y postales antiguas: compra y vende, y nunca pregunta quién tomó las fotos. Hans había comprado recientemente esas fotos a una anciana en el mercado de pulgas de Hannover. Una caja llena. No, Hans no recuerda cómo era la anciana y, un tanto molesto, interrumpe mis preguntas.
En una oportunidad me topé con un álbum de fotos alemán, completo, que contenía fotografías de “judíos polacos de las pequeñas aldeas polacas” (polnische juden in einer kleinen polnischen Stadt), pero el nombre del antiguo dueño era ilegible. Una vez que pagué por el álbum (luego de un amable intercambio epistolar), le escribí a Peter R., la persona que me lo había vendido: “¿Dónde encontró usted esto?”, le pregunté. Nunca recibí una respuesta.
No sabemos quién tomó esas fotos. Mis investigaciones se vieron interrumpidas por el horror y la vergüenza que el tema evoca. Nadie confesará haberlas tomado. Ni el fotógrafo –si es que aún vive– ni sus hijos o nietos. Estas fotografías describen el día anterior al comienzo de la masacre y señalan a quienes fueron los asesinos.
Un soldado alemán que se preparaba para ir a la guerra contra Polonia, en septiembre de 1939, habría llevado también consigo, además de su equipo militar y la obligada foto de su amada, una cámara fotográfica. Después de todo, la guerra iba a ser corta y dulce, y él, simplemente, tenía que llevar a casa alguna prueba de su heroísmo.
Sin embargo, las fotos no describen suficientemente el horror de aquellos tiempos como señal de la masacre que se iba a cometer. Disparar a los judíos, tal como disparar a los patos, era parte de la rutina diaria, pero nadie fotografiaba esto. No estaba permitido por las leyes alemanas fotografiar o filmar atrocidades. Muchos documentos que así lo atestiguan han sido preservados, tal como, por ejemplo, la iniciativa del 18 de julio de 1942 firmada por miembros de la SS que tomaron parte en el exterminio de la población judía de Lublin, la cual les prohibía expresamente tomar fotografías de la “Aktion Reinhard” (operación de exterminio de judíos).
La famosa exposición Wehrmachtsausstellung 1941-1945
(o Guerra de Exterminación, Crímenes de Wehrmacht 1941-1945) confirmaba que no eran solamente las unidades especiales conocidas como Einsatzgruppen las que asesinaban judíos sino que también soldados de la “galante” Wehrmacht estaban involucrados. Esta exposición, presentada por primera vez en 1995 y organizada por el Instituto de Investigación Social de Hamburgo (instituto privado fundado por Jan Philipp Reemtsma, profesor de Literatura alemana en Hamburgo), condujo a una reevaluación de las atrocidades alemanas cometidas durante la Segunda Guerra Mundial. No se trataba solamente de responsabilizar al sistema o a la ideología nazi sino que personas comunes, a menudo anónimas, también tenían que compartir la responsabilidad por los crímenes.
Anteriormente, los representantes de las elites políticas fueron culpados por todo y había sido suficiente con condenar a las instituciones nazis, sentenciar a unos pocos individuos y acusar a las autoridades nazis para así evitar –tal como lo manifiesta el historiador polaco Zdzislaw Krasnodebski– profundizar en el tema de la identidad alemana y la responsabilidad social de la población civil.
En el sitio de Internet del Museo Yad Vashem de Jerusalén se exhiben fotos del ghetto de Varsovia. En una parte de los comentarios se puede leer: “El ghetto judío, luego de la clausura de noviembre de 1940, se convirtió rápidamente en una atracción antropológica para estos soldados...”. El ghetto se convirtió en una especie de espectáculo en donde se podían tomar “fotos curiosas o inéditas”. ¿Importa acaso si las fotos fueron tomadas por Félix, de 22 años, o por Klaus? Este es el misterio de la naturaleza humana. ¿Qué clase de mentalidad lo había atrapado como para llevar semejantes fotografías de regreso a su casa, para su amada, como recuerdo de su campaña militar? ¿Por qué tomó esas fotos? ¿En el nombre de qué ideales?
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