MúSICA > ERIC CLAPTON, A LOS 60 Y HOGAREñO
Después de homenajear a la leyenda del blues Robert Johnson y de resucitar al mítico supergrupo Cream, con flamantes 60 años, una mujer 30 años menor y tres hijos chicos, Eric Clapton muestra que a veces la mayor aventura puede ser la paz del hogar.
Por Claudio Kleiman
Desde siempre, la música de Eric Clapton tuvo cierto tono autobiográfico. Aun cuando elegía interpretar temas de otros compositores, el contenido lírico contenía un fuerte ingrediente autorreferencial. Tomemos por ejemplo “Crossroads”, el tema de su autor fetiche, el legendario bluesman Robert Johnson, que Clapton interpretara por primera vez a fines de los 60 con Cream, el monumental trío –o supergrupo, como se lo llamaba en su época– que recientemente ha ganado nuevamente las páginas de actualidad a raíz de su reunión. Allí, Johnson (o Eric, como prefieran) relata, con palabras cargadas de angustia y ansiedad, la situación de alguien (él mismo) parado en un cruce de caminos tratando de decidir hacia dónde ir, con la conciencia de que por más que huya, se está hundiendo irremediablemente.
El diccionario Webster define estar at the crossroads como el punto en que uno debe decidir entre diferentes cursos de acción, algo que se parece bastante a la “Encrucijada” con que fuera trasladado este título al castellano, allá lejos y hace tiempo, cuando los nombres de las canciones aparecían (generalmente mal) traducidas en las portadas de los LPs. Clapton se encontró muchas veces en esta situación a lo largo de su vida y su carrera, que por el mismo carácter autobiográfico de su obra aparecen indisolublemente fundidas. Seguramente por eso el tema se transformó en una especie de leitmotiv asociado indisolublemente a su persona, denominando primero un lujoso box-set de varios discos que hacía un recorrido cronológico por su trayectoria, y luego, la fundación sin fines de lucro creada por el propio Eric en 1988 para brindar tratamiento contra las adicciones.
VIAJE AUTOBIOGRAFICO
La tendencia autobiográfica de la música de Clapton se acrecentó en las últimas dos décadas, hasta el punto en que podría decirse que sus álbumes como solista constituyen una especie de diario personal, que refleja los triunfos y tragedias de una vida novelesca. En ese sentido, podría decirse que el nuevo Back Home –primer álbum de estudio en cuatro años– cierra un ciclo iniciado en 1989 con Journeyman (algo así como “Viajero”), trabajo que reflejaba sus tribulaciones como músico itinerante a la vez que constituía un regreso a su mejor forma luego de una década del 80 un tanto difusa, donde Clapton intentó encontrar un lugar en el mainstream con producciones algo estériles como Behind The Sun y August.
A éste le siguió casi una década después, Pilgrim (“Peregrino”), de 1998, varias de cuyas canciones reflejaban su intenso peregrinaje espiritual tras la muerte de su hijo Conor, de cuatro años, que cayó accidentalmente desde la ventana de un piso 53 de un departamento de Manhattan en 1991. El hit de este álbum fue “My Father’s Eyes” (“Los ojos de mi padre”), con referencias a su controvertida historia familiar: Eric Patrick Clapp, hijo ilegítimo nacido hacia el final de la guerra, fue criado por sus abuelos, que le hicieron creer que su madre, Patricia, era la hermana mayor. Nunca conoció a su padre.
Antes, había llegado la conmovedora “Tears In Heaven”, editada en Unplugged (1992), que se convirtió en el disco más vendido de toda su carrera, además de desatar la fiebre de álbumes “desenchufados”. El viaje continuó en Reptile (2001), pleno de recuerdos de su infancia, ya desde el título (uno de los sobrenombres con los que se lo conocía de niño, mucho antes de ser llamado Slowhand, o simplemente, God) y el arte de tapa, con numerosas fotos del álbum familiar.
El periplo concluye en Back Home, su álbum Nº 14 de material original, que refleja los placeres de la vida doméstica. Alguno podría decir que, a los 60 años, ya era hora. Clapton conoció a su actual esposa, Melia –una norteamericana con la mitad de su edad, de ascendencia coreana e irlandesa– hace siete años, en una fiesta ofrecida en Los Angeles por Armani, previo a una venta de guitarras a beneficio de Crossroads, el centro de rehabilitación ubicado en la isla caribeña de Antigua fundado por el propio guitarrista, que ha estado sobrio desde 1987. Con ella tuvo tres hijas, la menor de las cuales, Sophie, tiene sólo algunos meses.
Pero está claro que la felicidad doméstica no es necesariamente conducente al mejor arte, y Clapton se encontró con problemas a la hora de escribir letras. “Escribir acerca de una relación que es productiva o satisfactoria sin ponerse aburrido o autoindulgente es difícil”, reconoce Eric. “Es mucho más fácil escribir con ira o tristeza sobre algo que se ha perdido, que se fue. Cada tanto tenía que parar, pensé que no iba a funcionar.” Se entiende, especialmente viniendo de alguien que compuso uno de sus temas más celebrados, “Layla”, como una oda de amor no correspondido dedicado a Patti Boyd, quien era por entonces la esposa de su mejor amigo, George Harrison.
DE VUELTA A CASA
Finalmente, y luego de buscar inspiración en proyectos paralelos como su homenaje a Robert Johnson –que generó primero el álbum Me And Mr. Johnson, y luego el doble CD-DVD Sessions For Robert J– y la reunión de Cream (por primera vez desde su agria separación a fines de 1968), Clapton consiguió redondear las 12 canciones que conforman Back Home. Producido por el propio Eric y su cercano colaborador, el tecladista y programador Simon Climie, con quien además coescribió cinco canciones, el álbum continúa la línea de su antecesor, Reptile, aunque con un groove más relajado y mejores canciones. Es como que Clapton se siente más cómodo dentro del modo cantante-compositor y lo demuestra con una colección de temas que ensalzan las virtudes de la domesticidad, recorriendo una serie de estilos ya familiares –hay folk, soul, ciertos aires de reggae y algunas referencias al blues, todo recubierto por una brillante pátina pop– con una banda integrada por viejos conocidos: Steve Gadd y Abraham Laboriel Jr en la batería, Nathan East en bajo, Doyle Bramhall II y Andy Fairweather Low en las guitarras y el gran Billy Preston en el órgano Hammond. Los invitados incluyen a John Mayer, Pino Palladino, Chris Stainton, Vince Gill y el virtuoso de la guitarra pedal steel, Robert Randolph.
Back Home empieza con un tema de cierto tono burlón, “So Tired”, donde se manifiesta cansado por haber estado despierto toda la noche alimentando a los niños (con el berreo de un bebé llorando incluido), y culmina con una tranquila oda acústica al confort hogareño, en el tema que da título al álbum: “Estuve en el camino demasiado tiempo/ Viajando en la dirección equivocada/ No sé a dónde pertenezco/ Todo lo que sé es que moriría si no puedo volver a casa”.
Hay también un par de homenajes: “I’m Going Left” es un tema soul compuesto por Stevie Wonder y la cantante Syreeta Wright, recientemente fallecida. Clapton dedica el álbum a su memoria, así como la de Ray Charles y los miembros de The Band, Rick Danko y Richard Manuel, “quienes fueron mis maestros, simplemente por ser fieles a sí mismos”. El otro tributo es “Love Comes To Everyone”, del ex Beatle George Harrison, donde aparece como invitado el tecladista Stevie Winwood, con quien Eric compartiera ese otro supergrupo que fue Blind Faith a fines de los 60. Justamente, uno de los numerosos proyectos paralelos en los que el guitarrista se involucró en años recientes fue el Concert For George, realizado en noviembre de 2002 en el Royal Albert Hall, donde Clapton ofició de director musical liderando una banda de estrellas que incluyó a los otros dos Beatles sobrevivientes (registrado en un recomendable álbum y DVD del mismo nombre).
Entre los temas propios, además de los ya mencionados, en Back Home sobresalen “Revolution”, un sinuoso reggae adornado con arreglos de vientos, y “Run Home To Me”, clásica balada claptoniana a lo “Wonderful Tonight”, donde se luce el órgano de Billy Preston. Es un álbum que crece con sucesivas escuchadas, a través de las cuales van emergiendo las sentidas melodías, delicados arreglos, algunos breves pero memorables solos de guitarra y, especialmente, la cada vez más destacable performance de Eric como vocalista. Como ejemplo, basta escuchar su recreación de la balada soul “Love Don’t Love Nobody”, una gema de los Spinners de 1974. Es como si Clapton hubiera decidido mantener dos carreras paralelas, priorizando su faceta de cantante-compositor en sus trabajos con material propio, mientras que el guitarrista aparece en sus presentaciones en vivo y trabajos paralelos.
BATIENDO LA CREMA
Los que busquen al guitarrista héroe que se ganara el apodo de “God” durante sus épocas con los Yardbirds y –especialmente– con John Mayall’s Bluesbreakers y luego Cream en los 60, deben remitirse a los proyectos donde el artista vuelve a su fuente de inspiración primigenia, el blues. Allí, liberado de las presiones de la industria discográfica y del peso que acarrea su propio nombre, Clapton rinde homenaje a sus héroes ofreciendo algunas de las performances más destacadas del blues eléctrico contemporáneo. Un buen punto de partida es el extraordinario From The Cradle (1994), con un repertorio de clásicos del blues.
Luego de los mencionados tributos a Robert Johnson, Clapton sorprendió este año a sus viejos fans –que ya habían perdido las esperanzas– aceptando reunir a Cream, el trío que integra junto al bajista Jack Bruce y el baterista Ginger Baker. Durante un breve pero incendiario período (1966-68), esta banda dejó huellas profundas con una explosiva mezcla de blues eléctrico, filtrada por la psicodelia y animada por una inédita libertad improvisatoria que hasta entonces había sido patrimonio exclusivo del jazz.
Según Clapton, la reunión también formó parte del proceso que condujo a Back Home: “Eso fue en buena medida parte de este álbum. Nació a partir de mi vida hogareña, porque lo que sucedió cuando empecé a disfrutar de ser un miembro de mi propia familia, fue que miré hacia afuera y pensé, ‘¿dónde puedo aplicar esto?’. Y Cream es una de las pocas bandas de esa era que puede reunirse realmente, porque estamos todos vivos y con buena salud”. La banda (cuya única reunión anterior había sido un breve set en 1993 cuando fueron honrados como miembros del Rock And Roll Hall Of Fame) tocó durante cuatro noches en el Royal Albert Hall de Londres, en conciertos que fueron celebrados como un triunfo artístico por crítica y público, y serán lanzados en octubre como un doble CD y DVD. Durante el mismo mes, Cream producirá su única aparición en Estados Unidos, los días 24, 25 y 26 en el histórico Madison Square Garden.
Otro proyecto que tuvo ocupado a Clapton durante los últimos tiempos fue el Crossroads Guitar Festival, realizado durante tres días de junio de 2004 en Dallas, Texas, a beneficio de la fundación del mismo nombre. “El festival comenzó con una lista de intérpretes que admiro, músicos cuyo trabajo en la guitarra ha inspirado a legiones de otros músicos a seguir el mismo camino”, explica Eric para introducir este auténtico summit del estado actual de la guitarra. En el doble DVD del mismo nombre (editado también en Argentina) puede verse a Clapton contento como un niño, interactuando con muchos de sus héroes en performances brillantes que incluyen a B.B. King, Buddy Guy, Hubert Sumlin, Jimmie Vaughan, Robert Cray, J.J. Cale y muchos otros.
Back Home también refleja de alguna manera este evento, incluyendo temas de algunos de sus participantes: “One Day” es de Vince Gill, un virtuoso guitarrista country, mientras que “Piece Of My Heart” y “Lost And Found” fueron compuestos por Doyle Bramhall II, el joven guitarrista de su banda, cuyo estilo afirmado en las raíces del Texas Blues (su padre era uno de los colaboradores más cercanos de Stevie Ray Vaughan) parece avivar el fuego del propio Eric, que brinda en esta última –lo más cercano a un blues que contiene el nuevo álbum– una de sus interpretaciones más sentidas.
Tanta hiperactividad (Clapton participó también en álbumes recientes de Scotty Moore, el guitarrista de Elvis Presley, y Jerry Lee Lewis) parece contradictoria para quien un par de años atrás anunció su retiro de las grandes giras. Eric admite abiertamente esta contradicción, con un cierto dejo de humor británico: “Este álbum completa el ciclo que inicié a fines de los 80 con Journeyman, en términos de hablar de todo mi viaje como músico itinerante y donde me encuentro ahora, comenzando una nueva familia. Por eso es que elegí el título. Es acerca de volver a casa, y quedarse allí. Sin embargo, sé que estaré en la ruta nuevamente el año próximo, tocando esta música”.
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