Dom 27.11.2005
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LUGARES > INAUGURó UN MUSEO EN LOS CONFLICTIVOS SUBURBIOS DE PARíS

El arte como oxígeno social

Mientras las protestas nocturnas colocaban a París bajo el foco de los medios (aunque no con la cobertura que la situación ameritaba), un alcalde comunista inauguraba un proyecto destinado a solucionar los problemas que subyacen a las quemas de autos: un museo que integra, a través del arte, a los jóvenes suburbanos segregados por la Ciudad Luz.

› Por Eduardo Febbro, desde París

La voluntad de los hombres y la crisis social lo puso en el cruce de la actualidad para responder a una pregunta muchas veces planteada: ¿puede el arte servir como terapia de las crisis sociales y como articulación entre las zonas subdesarrolladas y el mundo urbano desarrollado? Quienes concibieron el Museo de Arte Contemporáneo de Val-de-Marne arguyen que sí. El MAC/VAL abrió sus puertas hace una semana en el suburbio parisino de Vitry-sur-Seine, una de las zonas que, durante casi 20 días, fue escenario de los disturbios más violentos que Francia haya conocido en el último cuarto de siglo. Hicieron falta 20 años de obstinado trabajo y una inversión de más de 40 millones de dólares para que el “primer museo de los suburbios” fuera una realidad. 13 mil metros cuadrados, una sola planta inundada de luz, un parque público de 10 mil metros cuadrados, 1200 obras expuestas de manera permanente de 250 artistas modernos y contemporáneos que trazan la historia del arte en Francia a partir de los años 50, un cine, tres talleres pedagógicos, una librería, un restaurante, dos talleres residencia para los artistas, una construcción de vidrio y cemento y un presupuesto anual de funcionamiento que asciende a seis millones de dólares, el museo francés es único en su género. Construir una “catedral” del arte contemporáneo en uno de los suburbios más “sensibles” del país es una apuesta tanto más audaz cuanto que se acompaña también de una clara política “de integración”. En vez de ser la nave espacial extranjera que aterrizó en territorio desconocido, el museo se planteó otro ángulo: Vitry quiere cambiar su imagen de suburbio conflictivo, atraer a personas de todo el mundo y crear un circuito de interacción con la población de una localidad de 85 mil habitantes donde abundan las viviendas sociales y los edificios modestos.

Los 65 empleados del museo son todos oriundos de Vitry-sur-Seine. Esa selección corresponde a una decisión estratégica que apunta a crear un pulmón de desarrollo a través del arte. Como lo señala Christian Favier, presidente del Consejo del Departamento de Val-de-Marne, “hemos constituido una colección y marcado nuestro apoyo a la creación. Se trata de una operación de envergadura para nuestra colectividad. Sin embargo, contratar a las 65 personas es una elección política”. En un mundo donde las ciudades tienen tendencia a absorber toda la oferta cultural y a contar con todos los medios del Estado y de los municipios, el MAC/VAL se presenta con la doble propuesta artística y social. Se trata de hacer del arte contemporáneo una suerte de interlocutor. A quienes le preguntan si la ubicación del VAL/MAC no es “inadecuada” para un templo del arte, Favier responde: “Las desigualdades sociales, culturales y escolar van juntas y provocan exclusión y, a veces, explosión. La cultura es un derecho y no un privilegio”.

Los habitantes de Vitry-sur-Seine están orgullosos de su museo. Marc, un obrero metalúrgico, dice: “Ahora no nos van a mirar como salvajes incultos”. Khaled, un francés hijo de marroquíes, cuenta: “Cada vez que lo veo me digo que la gente que vendrá a visitarnos va a descubrir que los suburbios no son ni lugares miserables ni sitios marcados por la violencia y la ignorancia”. La arquitectura del MAC/VAL contrasta con el urbanismo desestructurado y vertical de Vitry. Jacques Ripault, el arquitecto del museo, explica que, mediante la horizontalidad del edificio, intentó crear “una continuidad entre la ciudad y la estructura”. Catherine Viollet, una de las responsables de las colecciones, está convencida de que el museo va a atraer a los jóvenes porque, señala, “el arte contemporáneo está conectado con lo cotidiano y el urbanismo”.

Los vecinos de Vitry participan plenamente en la aventura y han depositado en el museo una suerte de “esperanza de mejor vida”. Antoine, un empleado de oficina, mira con curiosidad las formas del edificio y confiesa que “esa cosa rara nos cambiará la vida. Ya ha dado trabajo a mucha gente y seguramente despertará vocaciones y curiosidades. Está muy bien que el arte sirva también como puente, como resorte de la motivación social e instrumento abierto contra la exclusión”. Cabe reconocer que el MAC/VAL se inscribe en una política delineada en pos del desarrollo suburbano. Alain Audobert, alcalde comunista de Vitry-sur-Seine, admite que el museo “es un argumento incuestionable para la visibilidad de Vitry”. Vitry empieza a sonar a lo grande: nuevos hoteles, prolongación de las líneas del metro, construcción de un tranvía, desarrollo económico y social. Los responsables del proyecto evitaron el “choque” cultural con los habitantes a partir de un vasto programa de “integración” entre los vecinos y el MAC/VAL. Mucho antes de su inauguración, el equipo lanzó un operativo de sensibilización de la población en torno a la historia del arte. Escuelas, hospitales y hasta las cárceles recibieron cursos de arte. Más aún, los 12 “guardianes” del museo son todos jóvenes oriundos de los barrios difíciles de Vitry-sur-Seine que fueron capacitados para asumir una función diferente de la del clásico guardián que se pasa horas sentado en la sala vigilando sin entrar nunca en contacto con la gente. En el MAC/VAL es distinto, incluso el nombre que llevan: son “mediadores de sala”. Fati, una de las mediadoras de 22 años, reconoce que nunca antes se había interesado en el arte. Pero la propuesta de un trabajo la tentó y terminó descubriendo un “mundo maravilloso”.

La inauguración del MAC/VAL se realizó con la muestra de los trabajos de los mundialmente conocidos Jacques Monory y Claude Levaque. En sus respectivas muestras, Episodio 1 y Episodio 2, ambos se “apoderan” de los elementos de la cultura popular (música, cine, novela policial). Hassan, uno de los jóvenes mediadores recién contratados, oriundo de un medio poco favorecido, mira con emoción los cuadros que lo rodean. Nunca imaginó que iba a poder gozar del “ascenso social republicano”. Para él, para quien el arte era sólo “el Louvre y los pintores muertos”, mirar esas obras contemporánea es “como estar adentro de un sueño”.

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