Domingo, 27 de agosto de 2006 | Hoy
CINE > EL DOCUMENTAL SOBRE LA FUERZA AéREA
Enrique Piñeyro, piloto aeronáutico, debutó como director de cine con Whisky Romeo Zulu, una ficción sobre los hechos previos a la tragedia del avión de LAPA. Y ahora redobla la apuesta con el documental Fuerza Aérea Sociedad Anónima, donde denuncia la corrupción y otros males de la aviación argentina con tono didáctico, uso de cámaras ocultas y escalofriante detalle.
Por Mariano Kairuz
Casi cuatro años atrás, el piloto aeronáutico y actor Enrique Piñeyro debutó como director con Whisky Romeo Zulu. Había decidido narrar como ficción su denuncia de la negligencia que había dado lugar a la catástrofe del avión de LAPA el 31 de agosto de 1999. WRZ pasó por varios festivales de cine y finalmente tuvo su estreno comercial argentino en abril del año pasado. En aquella ocasión, Piñeyro le contó a Radar que su elección formal y narrativa había tenido que ver con la posibilidad de transmitir convincentemente los argumentos sobre una “tragedia que tiene un componente emocional muy alto”, y porque todas las imágenes que se habían visto hasta el momento en los noticieros eran de lo que pasó después del accidente, y lo que buscaba narrar era cómo se había llegado a semejante situación.
Las cosas, dice Piñeyro, no cambiaron en absoluto desde el accidente, ni desde sus denuncias, ni desde su película. Y así como las tragedias y las franquicias exitosas de Hollywood tienen sus secuelas, WRZ también tiene una, a su manera. Sólo que esta vez se trata de un documental: en Fuerza Aérea Sociedad Anónima, Piñeyro monta una escenografía con paneles y pantallas para explicar, de frente a la cámara, de cara a los espectadores y con la mayor claridad posible, cómo es que el estado de “desinversión crónica” al que está sometido la aviación en la Argentina sólo puede tratarse de un caso de corrupción; cómo la Fuerza Aérea, que controla la totalidad de la aviación civil, se las ha arreglado, siendo “juez y parte” en cada investigación por accidentes para salir absolutamente indemne; y, fundamentalmente, para volver a alertar sobre el estado de las cosas: si esto sigue así, dice en uno de los programas televisivos a los que se presentó posteriormente al estreno de WRZ y del que se exhiben fragmentos en su nueva película, “va a seguir muriendo gente”.
Fuerza Aérea Sociedad Anónima está armada a la manera de un documental clandestino: algunos de sus testimonios más escalofriantes fueron obtenidos con una cámara oculta en Ezeiza. Los registros de algunas comunicaciones entre, por ejemplo, un piloto pidiendo pista y un controlador aéreo dan cuenta de fallas tanto de mantenimiento técnico como de capacitación de personal. La reconstrucción, mediante animación digital, del accidente del DC-9 en Fray Bentos, Uruguay, ocurrido en octubre de 1997, no se ahorra las explicaciones técnicas del caso pero fundamentalmente apunta a demostrar que el piloto no es más que el chivo expiatorio de las compañías aéreas y de la fuerza militar que las controla a la hora de explicar los siniestros.
“Después de haber hablado sobre el componente emocional del caso, puede parecer contradictorio que ahora haga un documental”, dice Piñeyro a una semana del estreno de su nueva película. “Pero con WRZ, me interesaba contar el previo de LAPA, no lo que pasó esa noche, porque eso fue la última gota que rebasó un vaso que se empezó a llenar muchos años antes. Pero creo que este documental también tiene un componente emocional fuerte: uno va a ver ahí tres o cuatro emergencias y sabe que la próxima no va a ser una emergencia, va a ser un accidente.” Ninguno de los involucrados en Fuerza Aérea Sociedad Anónima –que probablemente no van a estar muy contentos con lo que la película intenta hacer público– la ha visto todavía. “Muchos se desayunarán con esto el próximo jueves”, advierte Piñeyro. Es decir, exactamente siete años después del accidente de LAPA.
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