MúSICA
Tocó con todos y nunca falló. Salvo con su propia banda, la Zimbabwe, a la que vio desaparecer a fines de los ochenta. Después produjo, entre otros, a Xuxa y a Serrat, a Soda Stereo y a Natalia Oreiro. Es el productor más exitoso del mundillo local, y asegura que sigue creyendo en la música y en el artista antes que nada, se llame como se llame. Conozca a Afo Verde, el eslabón perdido entre los 70 Grand Rex de Bandana y el regreso de Divididos.
› Por Martín Pérez
EL SABOR DEL ENCUENTRO
Recién llegado de Madrid, donde estuvo dando los últimos toques
al esperado debut de Vicentico como solista (un trabajo que, dada su envergadura,
es una co-producción con España), Afo Verde confiesa que cada
vez que el cantante de los Cadillacs lo llama a la discográfica no deja
de refrescarle sus oscuros comienzos pop. “Quiero hablar con Afo, el de
Fondue”, le pide a su secretaria, recordando el nombre de aquel fallido
primer grupo reggae que luego devendría en la Zimbabwe.
“La Zimbabwe se formó luego de una zapada reggae en el Parakultural,
con ex integrantes de la Hurlingham Reggae Band, Los Twist, los Redondos y Clap”,
recuerda con orgullo Afo, que se confiesa un fanático del rock nacional
de la primera hora junto a Chelo, el otro líder del grupo. “Éramos
unos ingenuos y nos gustaba todo”, confiesa. “Me acuerdo que una vez
estaba elogiando un disco de Zas que me había comprado, y se armó
un silencio en la sala de ensayo como si todos los demás que venían
de otropalo estuviesen cargando las escopetas para cagarme a balazos por lo
que había dicho.”
Contemporánea de Los Pericos, aquella primera Zimbabwe cantaba reggae
en inglés y supo gozar de un éxito que la llevó conseguir
incluso el respeto de los UB40 en el show que compartieron en el estadio de
Vélez. “Me acuerdo de que el gallego de Prix D’Ami nos programaba
shows durante todo un mes como si fuéramos las Bandana en el Gran Rex”,
exagera Afo, un fanático que accedió de golpe a ver la crudeza
del final de una época que estaba terminando. “Yo era, en realidad,
un deportista asmático, y ni en pedo viví de cerca todo el reviente
al que me asomé por tocar en un grupo al que le iba de puta madre”,
dice quien jamás se imaginaba entonces que terminaría siendo,
una década más tarde, lo que semejante génesis no hacía
más que presagiar: un fanático sobreviviente de los ochenta convertido
en el productor ordenado y exitoso de los noventa. “Nunca supe qué
era un productor, a pesar de que produje de hecho los discos de la Zimbabwe”,
explica Afo. “Recién me miré y dije que era productor cuando
estaba en Río, con un contrato firmado con O Globo para ser productor
de Xuxa.”
Después del desbande de la Zimbabwe, el destino de Afo lo instaló
durante la primera mitad de los noventa en Brasil, adonde lo llevó una
propuesta que le pareció más un desafío que un negocio.
“En serio te lo digo, ¿eh?”, se defiende Afo. “Lo único
que hice por la guita en mi carrera fue el jingle ese de Quilmes, el sabor del
encuentro.” ¿Y entonces por qué Xuxa? “Por eso que alguna
vez dijo Steve Vai, de que en todo género siempre hay alguien que lo
está haciendo de puta madre. Ese fue mi desafío”, intenta
explicar quien asegura haber aprendido algo fundamental durante su experiencia
con Xuxa. “Aunque suene naïf, lo que Xuxa me enseñó
es cuán fundamental es creer en lo que se canta. En ella no hay ni una
palabra de demagogia. Ella vive y es así. Yo no lo podía creer,
y pensaba en todos los rockeros que se suben al escenario a cantar contra la
policía, pero después se abrazan con cualquier cana a la vuelta
de la esquina. Y hay muchos que hacen eso, ¿eh? Te lo juro.”
LA PEOR MUSICA DEL MUNDO
De la misma manera que reconoce
a los cuatro vientos ser fanático de la música de los ochenta,
Afo asegura odiar el rock de los noventa. “No tiene nada que ver con todo
lo que ha sido el rock de Chuck Berry en adelante”, opina. Es difícil
saber si incluye en su contundente desprecio al rock nacional de una década
que lo ha tenido como gran responsable y productor. Porque, tanto como productor
independiente primero, como en su rol de responsable artístico de BMG
después, durante la segunda mitad de los noventa, Afo estuvo siempre
ahí. El único que puede competir con él, al menos dentro
del rock, es Gustavo Santaolalla. “Para mí, al peor rockero, aun
cuando toque como el orto, al menos le podés respetar que se carga los
equipos, que se rompe el culo, y que hace lo que quiere y sólo lo que
quiere. Pero el peor pop es lo menos. Es la peor música del mundo”,
dice el responsable del grupo pop que ha ocupado todos los espacios de un tiempo
a esta parte.
Una de las anécdotas que más le gustaba contar el año pasado
a Afo Verde es que cuando salía a almorzar con Gustavo Cerati –un
artista de su discográfica– era tal el fenómeno “Popstars”
que al que le pedían autógrafos no era al ex Soda Stereo sino
a él. “Yo siempre le tuve miedo a que si yo era el que le decía
que no a 10 mil chicas para elegir sólo a cinco, después no iba
a poder ir ni a cargar nafta, porque todo el mundo me iba a odiar. Pero todo
salió tan bien y con tanto respeto por los participantes, que hoy en
las estaciones de servicio me reconocen y me dicen: ‘Ay, qué divino,
usted fue el que rechazó a nuestra nena’”, cuenta Afo, obviamente
orgulloso de sus Bandana.
“Una de las cosas por las que más luché fue porque la edad
de la convocatoria fuese de 16 años, aunque los abogados se quejaban
por lospermisos y demás. Pero me parecía que ésa era una
edad en la cual le sacás el artista a la familia. Si no fuese por eso,
nunca hubiésemos conocido a una artista como Ivonne. Porque, si no era
con un proyecto así, su vida nunca le hubiese brindado la oportunidad”,
explica Afo, que es el autor de la mayor parte de los temas del disco. “Pero
ellas pusieron su sello en el trabajo final, porque nadie puede subir a un escenario
a defender algo en lo que no cree. Su actitud tan power terminó influyendo
en los arreglos, que antes de conocerlas eran más electrónicos.
Y una de ellas incluso sugirió que faltaba un tema de bailar, e Ivonne
saltó con ‘Dance, dance, dance’.”
ORDEN Y PROGRESO
“Para mí, el rock se transforma en pop cuando vende discos. Y esto
se lo pido prestado a Cerati, al que se lo escuché decir alguna vez”,
aclara Afo. “Pero es verdad: una vez que el arte está en venta,
se acaban las discusiones sobre si alguien se vendió o no, y ahí
sí que puedo meter en la misma bolsa tanto a las Bandana como a los Redondos.
Y a mí, como consumidor, realmente me gusta poder comprar su arte. Me
angustiaría ir a ver, no sé, a los Divididos, pero no poder tener
su disco en mi casa. Y con el disco es diferente de la pintura, por ejemplo,
porque el disco es un original. Entonces el único objetivo de trabajo
es ayudar al artista a que el mensaje que quiere transmitir sea lo más
sólido posible”, explica Afo, que realmente ha hecho bien ese trabajo
con los artistas con los que ha colaborado. Porque nadie habla mal de él.
Aunque, como empleado de una discográfica, frente a los artistas sea,
a veces, casi inevitablemente, el abogado del diablo. “¿Sabés
de qué me alimento? De que, si yo me siento hoy a hablar con el artista
que sea y quiere que lo produzca, yo lo estudio de verdad y le hago un diagnóstico
de lo que debería hacer. Y yo morfo porque, cuando lo vuelvo a ver un
año después, ese tipo llena estadios que antes no llenaba, tiene
un auto que antes no tenía, fama y beneficios que antes no tenía.
De eso morfo. No sé, en el medio de todo eso, ¿abogado de quién
soy? Pero me hubiese gustado conocer a alguien como yo cuando estaba en el lugar
de esos artistas. Alguien que nos dijera a la Zimbabwe que hablásemos
de algo. Porque tal vez nos hubiésemos dado cuenta a tiempo y hubiésemos
dicho muchas cosas.”
Una de las claves del éxito de Afo Verde es el orden. Un orden que lo
hace estudiar primero a fondo a un artista hasta conocerlo más que él
mismo. Y luego aportarle un trabajo con el que se gana su respeto. “Porque
un poco de orden no arruina a nadie. El rock no gana respeto con los escándalos
sino con las canciones que todo el mundo recuerda. Más de una vez me
pregunté si con lo que yo hacía no bastardeaba esto que amo. Y
la mejor respuesta que recibí fueron los Anthology de Los Beatles. Porque
ahí me quedó claro que ellos también castigaban sus canciones
hasta sacar lo mejor de ellas. Porque el trabajo no arruina a un artista, lo
que lo arruina es él mismo dejando hacer a otros, diciendo A mí
me dijeron que tengo que hablar con vos porque quiero vender discos y no sé
qué tengo que hacer.”
¿Tenés esa clase de diálogos?
–Sí, pero con la gente con la que no trabajo...
ESTRELLAS POP
A la hora de anotar los debe de su exitosa carrera, habría que apuntarle
a Afo Verde no haber desarrollado ningún artista desde el comienzo. “Por
eso estoy enojado con el under argentino”, se defiende él, aunque
acepta haberse comido el éxito de Mimi Maura, por ejemplo. Y el otro
debe que él se apunta en su lista es el de no haber podido trabajar con
Charly García. “Lo intenté cuando sacó ese disco en
vivo, Demasiado Ego”, cuenta. “Me acuerdo de que me enojé con
su manager porque me parecía que en ese momento le hubiese venido bien
un volantazo. Porque yo no quería comprar sólo ese disco sino
hacer un contrato para poder entrar alestudio con él, a ayudarlo a recobrar
ese orden de producción que él nos enseñó durante
su carrera, y hacer un disco y no una vomitada de arte y talento. Pero no es
que crea que a Charly le falte nada que yo le pueda aportar; en realidad, me
gustaría estar ahí, cerca, para ayudarle a hacer un nuevo Piano
Bar, por ejemplo. Porque si Charly hace un disco así, yo lo único
que querría es escucharlo todo el día”, se entusiasma Afo,
que confiesa que el primer recital que vio fue a Seru Giran presentando La grasa
de las capitales en el Teatro de La Cova de Martínez. “Era muy chico,
y me acuerdo de que cuando estaba haciendo la cola, pensaba: ‘Me van a
robar’”.
De la misma manera en que se declara fanático incondicional de García,
Afo Verde asegura amar a Andrés Calamaro. “Al punto que estoy trabajando
en un tributo reggae a Calamaro que se va a llamar Dread An’Drés”,
revela. Pero su alma de productor no puede evitar que El Salmón lo enoje.
“Porque tiene que ver con mi trabajo”, explica. “Es como un bebé
que va gateando a meter los dedos en el enchufe. Mi trabajo es agarrarle la
mano antes de que lo haga, y decirle: ‘No, no, no, te va a doler a vos,
a tu mamá y a todos los que te quieren, y después de eso no vas
a quedar igual’. Y, para mí, El Salmón no es un beneficio
para nadie”, dice Afo, aclarando al mismo tiempo que hay que saber tomar
riesgos. “Es como un pibe que le pide al padre que le compre una moto.
Yo estoy seguro de que ese padre lo ve al pibe dándose un palo. Hay artistas
que me han pedido que les compre una moto. Y a mí me pasa lo mismo. Aunque
también hay que poder verlos campeones del mundo con esa moto. Es lo
que me pasa con Divididos, con los que nos peleamos con el presupuesto. Tuvimos
una buena pelea por eso, un poco pública para mi gusto, pero entre gente
que se quiere. Ellos se quejaban porque no tenían el mismo presupuesto
que con los discos anteriores, y yo trataba de explicarles que no era yo el
que había puesto el país ni el dólar como estaba. Y quedaron
haciendo el disco ellos solos. Y yo compré la moto, porque me parece
que tienen resto después de El narigón de siglo y los puedo ver
campeones.”
Pero el hecho de haber perdido el control, un poco te desespera...
–Solamente por ellos. Porque para eso trabajo. De mi parte tal vez suene
feo, pero me sobra changüí por todos lados como para pifiarla con
éste y también con el próximo.
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