CINE RUMANO
Bucarest 12:08 o la nueva ola del nuevo cine rumano frente a la caída de la Unión Soviética.
› Por Mariano Kairuz
Acá se estrena según el título con el que viene circulando internacionalmente desde el festival de Cannes del año pasado, Bucarest 12:08, pero originalmente, en rumano, se llamó algo así como “¿Hubo o no hubo?”. Todo transcurre el 22 de diciembre, dieciséis años después de la revolución que expulsó al dictador Ceausescu del poder, en un pueblo del Este del país. Lo que se sabe es que a las 12 horas y 8 minutos de aquel día (de 1989), Ceausescu abandonó el palacio presidencial. La pregunta que todos estos años después sigue pendiente en el pueblo, es si sus habitantes participaron de la revolución, o si la revolución les cayó sobre sus cabezas. Es decir, si salieron a la calle (más significativamente aún, si llenaron o no la plaza central) antes o justo después de las 12:08, cuando ya era un hecho consumado. Una emisión conmemorativa de la modesta, más bien precaria, televisión local, aborda la cuestión. Cuando los invitados del programa deciden cancelar su aparición, su conductor, un tal Jderescu, se ve obligado a convocar a un profesor de historia medio borracho que asegura haber estado allí con sus amigos, y a un anciano sin mayores credenciales, llamado Piscoci. El programa empieza, y se abre el teléfono a todos los espectadores. Los resultados —sin contar la desprolija puesta en escena, con una cámara que parece no poder encontrar su posición definitiva— son desastrosos.
Opera prima del director Corneliu Porumboiu, exhibida en la competencia internacional del último Bafici un par de semanas atrás, Bucarest 12:08 integra lo que alguna parte de la crítica internacional identifica como una posible nueva ola de cine rumano, junto con la reciente La noche del señor Lazarescu. Se trata de películas jóvenes, potentes, hechas con energía y presupuestos ínfimos. Verdadera-mente independientes. Tal como lo señaló en su reseña para la revista Variety Deborah Young, su “poder reside en su simpleza”; y la califica de ingeniosa pero “concreta”, “gentil pero filosa como un cuchillo”. ¿Estuvieron o no estuvieron ahí?, le suelta su joven director a la generación precedente. Mientras una Europa todavía desorientada ya no se pregunta si estuvo o no en la revolución, sino si efectivamente hubo una, los más jóvenes interrogan el pasado de cara al futuro. El programa de TV, que parece aspirar a lograr cierta trascendencia histórica, sólo consigue caer en el ridículo y el grotesco. Una mujer que los llama los increpa, quizá para devolverlos al presente, en plena víspera de lo que según parece será una gélida Navidad: “Está nevando. Disfruten de la nieve hoy, porque mañana será barro”.
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