Domingo, 24 de junio de 2007 | Hoy
CINE > MáS PELíCULAS DEL DIRECTOR DE THE HOST
Con The Host, el director coreano Bong Joon-ho hizo dos cosas al mismo tiempo: un lúcido comentario social envuelto en una película de monstruo impactante. Ahora llegan a salas y al DVD dos films anteriores para conocerlo mejor: Memorias de un asesino —sobre un Jack el Destripador coreano y rural— y Barking Dogs Never Bite, sobre un asesino de perros. Pero ambas en realidad envuelven con sus tramas otras dos inteligentes reflexiones sobre la vida moderna.
Por Mariano Kairuz
El tiempo mata y los tiempos matan. Como Zodíaco, de David Fincher, pero casi cuatro años antes, Memorias de un asesino se basa en un caso de asesinatos seriales verdaderos y jamás resueltos. Como Zodíaco, se trata de una película que no sólo narra un caso policial sino que en buena medida, también, retrata una época. Aunque cuando el director coreano Bong Joon-ho (el de The Host, todavía en cartel) filmó Memorias de un asesino tenía otro expediente de serial killer irresuelto en mente: el de Jack el Destripador, en especial según la narración de Alan Moore para su historieta Desde el infierno. “Es un precedente obvio para el caso coreano, aunque se trate de un contexto muy diferente”, le dijo Bong al crítico especializado en cine oriental Tony Rayns, en una entrevista publicada en la revista Sight & Sound. “Me daba curiosidad ver cómo se habían acercado los autores británicos a un misterio de un siglo atrás, pero Desde el infierno contenía para mí una revelación en particular: me hizo empezar a pensar menos en el caso real del asesino y más acerca del espíritu de los tiempos en que produjeron los asesinatos. En última instancia, Moore culpa a la época en sí misma.” El tiempo es siempre un asesino en serie, pero los tiempos también se cobran sus víctimas.
Memorias de un asesino, la segunda película de Bong, está basada en hechos que tuvieron lugar en un pueblo rural de la provincia de Gyeonggi, no muy lejos de Seúl, entre 1986 y 1991. Fueron diez violaciones y asesinatos (todas mujeres) y fue el primer caso coreano, al menos el primero público, oficial, y de escandaloso tratamiento en la prensa, de asesino serial. La historia fue recreada en una obra teatral llamada Ven a verme, que Bong usó de inspiración; aunque una de las tensiones centrales del relato fue incorporada por el director al guión: la investigación es narrada desde el punto de vista de dos detectives locales, y de un tercer policía que es enviado desde la ciudad para ayudar con la pesquisa (como ocurrió en realidad), pero que en la película interactúa y trabaja con los dos primeros, subrayando la falta de entendimiento entre unos y otros; y la evidente brutalidad y ausencia de medios y de un entrenamiento adecuado, en especial de parte de las fuerzas pueblerinas. Seo, el recién llegado, desaprueba de entrada los métodos salvajes e inconducentes de Park y Cho, los locales, que son capaces de sacarle una confesión a cualquiera (literalmente) a fuerza de cachetadas y patadas de karate.
El marco histórico del relato es la dictadura militar que se prolongó en Corea del Sur hasta mediados de los ‘90; y Bong (que hoy tiene 38 años) hace de ese contexto uno de los ejes de su película. Las manifestaciones (y las concentraciones populares en general) son todo el tiempo el fondo de los-tiempos-que-corren que no podemos dejar de ver, en un segundo plano apenas detrás de la trama principal de la investigación criminal. El de las protestas contra el régimen es un tema que Bong retomaría en The Host, donde uno de los tres hermanos protagonistas es un profesional frustrado que culpa por su desempleo al haberse pasado sus años de estudios de manifestación en manifestación reclamando la democracia.
Memorias excede el modelo del thriller promedio con su sentido del humor y del grotesco, cargando el peso de la historia sobre los investigadores antes que sobre el asesino. “Los detectives norteamericanos tienen que usar la cabeza porque su país es muy grande. En cambio, Corea se puede recorrer entera a pie. Por eso ellos trabajan con la cabeza, y nosotros con los pies”, ofrece el detective local Park (el genial Song Kang-Ho, el padre de la nena secuestrada por el monstruo en The Host) a modo de “reflexión”, en una escena que condensa el espíritu de la película, su pesimismo inescapable y el complejo de inferioridad tan tercermundista que parece ahogar a sus protagonistas.
“Mi película anterior a Memorias trataba sobre un asesino serial de perros”, dijo Bong refiriéndose a Barking Dogs Never Bite, su primer largometraje, que estrenó a los 29 años. Pero lo que vincula a aquel debut con las siguientes películas no es precisamente ese elemento argumental (que funciona más como un slogan simpático) sino que en ella ya construía un primer boceto de comentario social y político que funciona como fondo omnipresente para algún otro pretexto argumental. La ambientación de Barking Dogs... está limitada mayormente a un enorme complejo edilicio en el que se produce el extraño encuentro entre un hombre que vive allí (con su esposa embarazada), y una mujer que trabaja en la administración. El disparador del encuentro es una serie de crueles actos contra perros, que se inician cuando el hombre, frustrado porque para conseguir su ansiado puesto de profesor tiene que coimear a un decano (un soborno tradicional, según le indican), decide eliminar a la pequeña mascota a la que cree responsable de los agudos ladridos que se oyen insistentemente en el vecindario. Bong pone en acción los elementos de muchas comedias dramáticas y románticas, pero se las ingenia para retratar a partir de ellos burocracias, corrupciones, hacinamiento y algunas psicosis urbanas colectivas, matrimoniales e individuales. Una ópera prima deforme que no tuvo éxito comercial en su país, pero puso en el radar de la crítica y de los festivales internacionales a un nuevo gran director coreano; y que fue el lanzamiento de una obra armada sobre la convicción de que, ya se trate de animalitos ribereños devenidos monstruos mutantes, mujeres asesinadas en serie, estudiantes reprimidos por la ley, profesionales desempleados o mascotas de monoambiente, éste es un mundo bastante perro para todos.
Editada por el sello SBP, Memorias de un asesino (2003) acaba de salir en DVD sin pasar por los cines. Barking Dogs Never Bite se proyectará como cierre del ciclo La violencia y el éxtasis: cuatro cineastas coreanos contemporáneos, el próximo jueves 28 a las 19.30 en el Centro Cultural Ricardo Rojas, Corrientes 2038, con entrada libre y gratuita.
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