Domingo, 23 de septiembre de 2007 | Hoy
MúSICA > EL NUEVO DISCO DE FITO PáEZ
Hay Fito Páez para todos: por un lado, estrena ¿De quién es el portaligas?, una comedia desfachatada y almodovariana con Romina Ricci, Julieta Cardinali y Leonora Balcarce que rinde homenaje a los años ’80; por otro, edita Rodolfo, un disco despojado, de piano y voz con canciones nuevas compuestas durante las noches de rodaje.
Por Martín Pérez
A no olvidarse: Rodolfo es Páez. Y, por suerte, lo es más que nunca en este último disco. Rodolfo es el nuevo álbum de Fito, que aparece en las disquerías casi al mismo tiempo que el revuelo alrededor del estreno de su nueva película, la comedia rosarina y almodovariana ¿De quién es el portaligas? Tomando en cuenta que los protagonistas de este segundo opus fílmico son tres actrices tres, tal vez el disco ideal para exhibir en este tiempo hubiese sido Mi vida con ellas. Pero la opción es el contraste, y nada más contrastado que un disco sólo de piano y voz. Y con ellas, por supuesto: las canciones. Aunque no haya sido ésa la intención, Fito parece haber aprendiendo la lección de su anterior estreno, en el que la prensa cinematográfica –y de espectáculos en general– le cayó encima con saña antes que nada por dedicarse a eso que no era su arte. Por eso, esta vez tiene una película lista al mismo tiempo que un disco. Quienes me acepten en el cine, vayan a ver la película. Pero quienes quieren sólo música, también tienen un disco así que a no quejarse, parece querer decir. Y el resultado no podía haber sido mejor, con una película a la que el boca en boca previo la ha tratado más que bien. Y un disco en el que Fito es más Fito que nunca, sólo comparable en austeridad con aquel Chapa y pintura junto a Vadalá, un show en vivo de comienzos de la década del ’90, de piano y bajo solamente. Pero los tiempos han cambiado, y Rodolfo es otra cosa. Lo dicho: con doce canciones nuevas –dos de ellas instrumentales, que permiten respirar al disco como un todo– Fito es bien Fito, y tal vez por eso ese Rodolfo del título. Para no exagerar.
Cuando estaba terminando de rodar Vidas privadas, su anterior película, Páez confesaba que al volver a su casa luego de cada día de rodaje, en vez de pensar en el cine volvió a ponerse a escuchar música. Algo que hacía tiempo que no le sucedía. Volvió a conectar, confesó. De aquel reencuentro con su vieja amiga durante el rodaje de su primera película, el paso lógico es la grabación de este disco en solitario durante el rodaje de su segundo opus. Hace tiempo que Páez venía coqueteando con un disco solo al piano. En un principio se dijo que sería una trilogía de discos con versiones ajenas, uno de folklore, otro de rock y otro de tango. Moda y pueblo –show en vivo primero y disco después– fue el escueto resultado final de aquel deseo. Allí Fito les ponía el cuerpo a temas emblemáticos de sus ídolos del rock local –Litto, Charly, Spinetta–, que a partir de entonces pasaría a defender casi ideológicamente. De aquel anticipo en Rodolfo sólo queda “Gracias”, un tema propio, en el que Fito los honra a los tres, nombrándolos uno por uno. Porque Rodolfo nada tiene que ver con aquel deseo inicial, ese disco de covers que quedó en el olvido porque, según aclaró, le parecía una chantada dejar eso en disco. Alcanzaba con tocarlos entre amigos, y hacerlos en vivo. Y de estudiar sentado al piano la forma en que están compuestos aquellos temas tan queridos, Fito pasó casi sin darse cuenta a componer un repertorio propio de piano y voz que fue apareciendo casi inevitablemente mientras rodaba su segunda película. Y eso es Rodolfo.
Lo más sorprendente de su nuevo disco es que el Páez que aparece en él no es muy diferente del que aparece en cada uno de sus discos. Ahí está la canción que declama principios (“Si es amor”), también esos personajes que viven en sus mejores canciones (“Sofi fue una nena de papá”), aquellos chascarrillos que tampoco faltan en sus discos (“Siempre te voy a amar”), e incluso el tema ambicioso, que corre detrás de algo inalcanzable, o que no está ahí, o que se sabe difícil pero igual ahí vamos (“Mágica hermosura”). Aquellas intenciones contenidas en sus discos más fallidos del cambio de siglo están en éste. Pero Rodolfo también abreva de sus felices últimos discos de estudio, en los que primero se reencontró (Naturaleza sangre), y luego aprendió a quitarse el peso de tanta solemnidad (El mundo cabe en una canción). Después de esa sístole-diástole del Sistema Vital Fito en su plenitud, es que llega Rodolfo, un disco atrevido y entregado, en el que Páez termina de cincelar su retrato adulto. No muy diferente, hay que decirlo, del Fito que conocemos. Pero ahora sabemos que, como dice en ese hermoso tema que es “El cuarto de al lado” –track 5, casi en la mitad del disco, casi su columna vertebral–, “igual está el amor, no se puede parar, los hijos en el cuarto de al lado”. Y en el cuarto de al lado, entre él y nosotros, están las canciones. Las de siempre y las de ahora, que Fito se atreve a presentar casi desnudas. “Caprichosas, las canciones, me abren su gran corazón”, canta en “Si es amor”, el tema que no casualmente abre el disco. “La música es la reina madre, que no se hable más”, dice en “El cuarto de al lado”. “Aunque Clarín te ponga mala, yo siempre te voy a amar”, bromea en “Siempre te voy a amar”. Páez sabe que llegó para quedarse, que esto es lo que hace y va a seguir haciendo, y que –después de tantas idas y vueltas con la popularidad– tiene un lugar ganado en sí mismo y en los demás. Todo eso es Rodolfo, el disco que por su desnudez y a la vez su densidad tanto emotiva como musical es más Fito que nunca. Y por una vez después de tanto tiempo eso aparece como una ventaja.
Una de las primeras posibilidades de degustar en vivo los nuevos temas de Rodolfo será el sábado próximo cuando el canal de cable Much Music estrene su Intimo & interactivo (sábado 29 a las 20, repite domingo 30 a las 10 y a las 22), grabado a mediados del mes pasado. Acompañado sólo por su piano, Fito Páez recorrió allí los grandes éxitos más conocidos de su carrera, y de su nuevo disco estrenó el instrumental “Nocturno en Sol” (como prólogo a “Tumbas de la gloria”) y los temas “Si es amor” y “Siempre te voy a amar”. La única excepción en el repertorio propio fue su interpretación de “Desarma y sangra”, de Charly García (que Fito grabó en Moda y pueblo) y también la presencia de varios invitados: Vicentico haciendo “Giros” con aire de tango, los rosarinos Gonzalo Aloras y Vandera haciendo la tan rosarina “Normal 1”, y Pity, de Intoxicados, regalando un momento único al hacer su versión de “Cable a tierra”.
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