Dom 21.10.2007
radar

ALGUNAS RESPUESTAS DE DUSTIN HOFFMAN

Lo que se

› Por Dustin Hoffman

No entiendo el aburrimiento. Lo único que tenés que hacer es caminar por la casa como si estuvieras ciego. ¿Cómo podés estar aburrido? Deprimido, sí. Eso ya es otra cosa. Conozco la depresión. La conozco en cada uno de sus niveles. Pero no el aburrimiento.

Le quitás las risas a Rain Man y no es la misma película. Cuando estamos en la cabina telefónica y yo me tiro un pedo, ése fue un pedo. No estaba escrito en el guión. Estábamos esperando para hacer la toma y Barry Levinson tenía los auriculares puestos. La puerta estaba cerrada y yo dejé que se me escapara uno. Estábamos apretados ahí adentro. Y Cruise me miró y me dijo: “¿Te tiraste un pedo?” Y yo le dije, “Sí”. Pero me mantuve en el personaje. “Pedo.” Barry lo escuchó y vino corriendo histérico y dijo, “Eso está en la escena. Métanlo, donde quieran”. Eso es un buen director: alguien que saca ventaja de los accidentes.

Ver un mal trabajo es una de las experiencias más dolorosas, porque te das cuenta de lo fácil que es hacerlo.

Uno observa una gran actuación y se pregunta: ¿Cómo sabían lo que sabían cuando tenían veinticinco?

Cuando tenía veintipico me hice adicto a un derivado de la morfina llamado Demerol. Me había quemado y había pasado un mes en el hospital. Cuando me estaba curando, todo estaba bien, y tuve esta sensación Zen que busca la gente cuando empieza a hacer meditación. Esta sensación de paz. Recuerdo haber pensado ¿Por qué no fuimos construidos de esta manera?

Me gusta imitar a mis nietos. Estoy tratando de entender la intensidad de la concentración en una hoja. Los chicos no necesitan ninguna otra cosa en sus vidas.

A algunas profesiones no se las reconoce como se debería. La de diseñador de vestuario es una de ellas.

Le sacan toda la vida al set en cuanto estás listo para filmar. Okay, ¡Quietos ahora! ¡Quietos! ¡Quietos! De pronto, el ambiente se hace artificial y esta sensación de comportamiento natural desaparece. Brando se rehusaba a seguir ese juego. Seguía hablando con alguien cerca de la cámara: “¿Qué hiciste este fin de semana? ¿Un asado? ¿Qué cocinaste?”. ¡Acción! Y entonces se metía directamente en la escena. Quería la misma realidad.

Perdidos en la noche se hizo con un presupuesto reducido. Tenés que tener dinero para pagar una escena que incluye a un grupo de gente en la calle en el centro de Manhattan. Así que Jon Voight y yo estábamos caminando por el medio del tráfico mientras nos filmaba una cámara escondida en una camioneta del otro lado de la calle. Esa es una toma robada. Ese fue un taxi que casi nos atropella. Para dentro mío quería gritar: “¿No ves que estamos haciendo una película acá, boludo?”. Pero tu cerebro sabe que eso arruinaría la toma. Así que la frase (que pronuncia mi personaje) “¿No ves que estoy caminando acá?” en realidad significa “¿No ven que estamos filmando una película acá?”.

Estoy seguro de que escuchaste lo que dijo George Burns cuando alguien le preguntó cómo es tener sexo a los 90. Dijo: “¿Alguna vez jugaste al pool con un pedazo de soga? No te puede ir mucho mejor que eso”.

Cuanto mejor sos como padre, más rico es el nido que construiste, más difícil les resulta irse a tus hijos. Entonces tienen que inventarse todas estas cosas que les disgustan de uno. Y en eso son brillantes.

Acabo de empezar a saltar la soga de nuevo. Me gusta hacerlo con “La Bamba” de fondo. La grabo una y otra vez para que dure una hora. Lo mejor es si lo podés hacer como un boxeador, con tus pies moviéndose para arriba y atrás, de manera tal que no saltan de arriba hacia abajo. Es menos duro para tus rodillas. Y tan sólo escuchar “La Bamba” es buenísimo.

¿Valiente? Qué tal esto: Jake nació un mes prematuro. La placenta había desgarrado la pared y Lisa tenía una hemorragia. Como en uno de esos programas de televisión, el doctor la puso en una camilla y dijo que nos teníamos que apurar. “¡Necesito anestesia! ¡Necesito esto! ¡Necesito aquello!”. Más tarde nos dijeron que teníamos un margen de 12 minutos. Lisa se hubiera muerto y Jake se hubiera ido con ella. Lisa podía sentir la urgencia, y le dijo con tranquilidad al doctor: “Si tiene opción, asegúrese de salvar al bebé”. Así nomás. Simple. No sé de nada más valiente. Si un hombre estuviera en esa situación, el tipo diría: “Tiene que haber una manera de salvarnos a los dos”. Los hombres negociarían. Tiene que haber una manera.

¿Cómo ha cambiado Dios para mí desde que tenía seis años? Se puso más viejo.

Estas son algunas de las respuestas que Dustin Hoffman dio a la revista norteamericana Esquire para su célebre sección Lo que sé.
Quienes tengan ganas de más Hoffman, pueden buscar las repeticiones de su entrevista en Inside The Actor’s Studio por Film&Arts, lejos una de las mejores del ciclo.

October 19, 2007

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