CINE > KITANO POR KITANO
En su nueva película, el director japonés Takeshi Kitano viaja a lo inesperado, con una película que transcurre entre sueño y realidad y donde interpreta dos versiones de sí mismo: una como hombre común, antes de la fama, y otra como estrella de cine. Nada de policías o samurais ciegos: con una narrativa fragmentada y mucha confusión intencional, Kitano se desdobla y, además de exponer sus otros yo, propone dejarse llevar por un relato extraño que quizá sea su película más personal.
› Por Mariano Kairuz
La primera película de Kitano después de Zatoichi dejó a muchos de sus seguidores perplejos, pedaleando en el vacío, entre una multitud de interpretaciones confusas y a veces absurdas. Una de las más razonables parece ser la que encuentra en Takeshis’, su largometraje número doce y penúltimo por ahora como director, una reacción, un obstinado rebote contra el éxito internacional de aquel film, el del samurai ciego, que hizo por encargo. Mientras que algunos de los críticos que lo celebraron desde siempre vieron ahora un mero ejercicio de solipsismo y hasta un derrape vana e intrascendentemente autorreferencial, para otros la clave de esta película-incógnita reside justamente en su capacidad para confundir, y con la que, ha dicho el propio Kitano, intenta reflejar la incomodidad que le produce a él mismo hacer cine, y en especial haberse convertido en una estrella. Como si antes que “convertirse” más bien se hubiera “desdoblado” y ahora hubiera dos Kitano. O mejor dicho, dos Takeshis, como indica el plural de su título. De alguna manera, Takeshis’ es una película en una primera persona habitada por varias primeras personas: una película un poco esquizofrénica.
En Takeshis’, Kitano se interpreta a sí mismo en dos personajes: como la estrella “Beat” Takeshi, y como el más bien introvertido Takeshi Kitano, que es idéntico al actor y director, pero tiene el pelo teñido de rubio (igual que uno de los personajes que “Beat” interpreta en una película de mafiosos). Takeshi rubio es un hombre común y corriente que se gana la vida como empleado de una tienda, pero tiene aspiraciones actorales, por lo cual acude insistentemente a castings para conseguir un papel en el cine. Al principio de la película, ambos Takeshi se cruzan; apenas un rato más tarde, la realidad, los castings a los que se presenta Takeshi-rubio, las escenas de la película que filma Takeshi-estrella empiezan a entreverarse de manera tal que llega un punto en que no está del todo claro cuándo estamos dentro del film y cuándo no. Eventualmente, esta propuesta mínimamente argumental se diluye casi por completo, dejándose llevar por una sucesión de escenas conectadas muy libremente, y que, como ha contado Kitano, en muchos casos están inspiradas en sueños y pesadillas algunas veces propias. Y eso es todo: a no buscar más explicaciones.
Takeshis’ tomó forma a partir de un argumento que se le ocurrió a Kitano hace catorce años, mientras filmaba Sonatine, y al que por aquel entonces bautizó Fractal. Según la estructura “matemática” de aquel guión, un tipo común y corriente soñaba un mundo imaginario en el que la versión soñada de sí mismo soñaba a su vez otro mundo imaginario con otra versión soñada de sí mismo; y la historia iba y volvía una y otra vez de la realidad al sueño y al sueño dentro del sueño. En Takeshis’, Kitano retoma ese juego entre sueño y realidad, pero lo que hace interactuar son fundamentalmente distintas percepciones de sí mismo: una como hombre común, como el tipo de clase trabajadora que era antes de volverse famoso (cuando, dice Kitano, “tenía cualquier empleo e iba a castings en los que rebotaba una y otra vez”), y otra como movie star, diseñada como una amalgama de su imagen pública, o mejor dicho, de cómo Kitano se imagina que lo ve la gente que lo conoce a través de la televisión y el cine: como una estrella pomposa y algo arrogante, con más vicios que inquietudes artísticas, y otros lugares comunes sobre lo que se suele creer que la fama hace con la gente.
Película sobre duplicaciones y enroques y una vida artística disparada en mil direcciones distintas (como se sabe, no hay nadie más polifacético que Kitano, hiperactivo comediante y presentador televisivo, escritor, pintor y actor de films propios y ajenos), si no se entiende del todo, es porque su autor así lo quiso. La idea, dijo en varias entrevistas, es invadir al público con algo de esa misma sensación de incomodidad que siente él mismo cada vez que hace una película. “Quería que el público compartiera la frustración y las dificultades que experimento yo mismo cuando filmo. Con esta película y su narrativa fragmentaria uno no puede simplemente sentarse y relajarse: hay que concentrarse mucho para seguir el fluir del relato. El resultado fue mucho más extraño de lo que me esperaba. Así que a aquellos que estén a punto de verla, les pido que por favor detengan todas sus actividades cerebrales y se limiten a sentirla y experimentarla, en lugar de tratar de analizarla.”
Estreno internacional de noviembre en el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), Takeshis’ se proyectará todos los viernes y sábados del mes a las 22.
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