Domingo, 24 de febrero de 2008 | Hoy
MúSICA > CALLE 13 EN BUENOS AIRES, DESPUéS DEL GRAMMY
Hay un sonido global que la industria llama música latina urbana. Y en esa definición los reyes son los puertorriqueños Calle 13, que acaban de ganar un Grammy por Residente o Visitante, disco producido por el infalible Gustavo Santaolalla. Su fórmula: una mezcla de reggaetón, hip-hop, pop, funk, bossa y cumbia, cóctel al que le suman cadencia caribeña, verborragia de insultos, sexualidad explícita confundida con cierta misoginia y un elenco de colaboradores notables que van desde Vicentico hasta Orishas. Parecen ir hacia la conquista del mundo. Hoy por hoy, suenan tanto en Caballito como en la Villa 31. Es un comienzo.
Por Juan Andrade
Si por algún motivo fortuito o incomprensible (o ambos) la pista titulada “Intro” hubiera sido elegida como corte de difusión de Residente o Visitante y alguna radio hitera se animara a pasarla al aire, lo que se escucharía sería poco más que una colección de piiips. ¿Cómo contestaron los Calle 13 a los palazos que recibieron por la cantidad record de puteadas por minuto que contienen sus canciones? Con una obertura que parodia a la ópera y que, sobre todo, bate su propia marca en una materia que la Liga de Madres de Familia catalogaría como “Malas Palabras”. El chiste de entonar “cabrón”, “puñeta” y otras cosas por el estilo a voz en cuello es un poco elemental, pero funciona. Al menos eso debe pensar Dante Spinetta, que se ríe cada vez que su pequeño hijo Brando canturrea los insultos de Calle 13.
El próximo domingo será otro ex Illya Kuryaki, Emmanuel Horvilleur, el encargado de abrir el recital del grupo de Puerto Rico en el Luna Park. Después de su frustrada visita al Personal Fest del año pasado, René Pérez (a) Residente, Eduardo Cabra (a) Visitante y compañía finalmente presentarán en vivo en el país los temas de su segundo trabajo, que acaba de ganar un Grammy en el rubro Mejor Album Urbano. “Este premio tiene otro tipo de importancia por ser la ceremonia anglosajona, independientemente de si entienden el disco o no”, señaló Residente al respecto.
La política de alianzas estratégico-artísticas que atraviesa el disco explica, en parte, la repercusión que alcanzó en un amplio abanico de público que empuja al crossover. Incluye a referentes del pop continental (Vicentico, con el que volvieron a encontrarse en diciembre pasado para componer juntos), la electrónica rioplatense (Bajofondo, con los que tocaron “Tango del pecado” como invitados en el Gran Rex) y el rap en castellano (la española La Mala Rodríguez). La lista la completan su compatriota rapper Tego Calderón y los hip-hoperos cubanos Orishas. Producido por Gustavo Santaolalla, el resultado es un caldo de cultivo en el que revientan burbujas de hip-hop, electro-pop, funk, bossa, folklore y cumbia. Residente o Visitante no es, entonces, un disco de reggaetón. O dicho de otra forma: Calle 13 hace todo lo que está a su alcance y todavía más para pulverizar la imagen estereotipada del género y pisotear sus supuestas fronteras.
Podría ser “La Rubia Tarada” del reggaetón, pero no, es la voz de una cheta con acento boricua la que se ufana en la apertura de “La Comemielda”: “¡Ay, no! Yo no escucho reggaetón. ¡Ese ritmo es de lo último! Yo escucho a Ricky Martin, Chayanne, David Bisbal. Yo escucho a los lindos, a los ritmos finos, no esa porquería tan ordinaria y vulgar”. A ella, pero también a las hippies, a las fans de Green Day o de Coldplay, arengan los Calle 13 al promediar su disco debut, con el ritmo entre cumbiero y salsero de “Atrévete Te, Te!”. La intención declarada es no dejar a nadie afuera de una fiesta que, a escala global, hoy le pone el moño pop a lo que la industria entiende por “música latina”. De hecho, el manager del grupo es nada menos que Angelo Medina, que supo conducir los destinos de Ricky Martin en el apogeo de su carrera.
Es cierto que algunas de las chicas a las que pretenden conquistar son inmunes a los influjos de su música, pero las que cayeron rendidas experimentan una especie de liberación/exorcismo que encuentra su clímax en el perreo, el típico baile del reggaetón. La misma sensualidad que levanta la temperatura de sus grabaciones se traslada a los recitales, con la particular química de seducción que se genera entre la banda y el público. Los protagonistas afirman: “Nuestros shows son cachondos, atrevidos”.
Sin embargo, no todo es sugerencia e insinuación en los temas de los raperos caribeños. En términos sexuales, suelen ser más explícitos que metafóricos. Algunos del primer álbum como “La Aguacatona”, “Sin Coro” y “La Madre de los Enanos” parecen haber sido escritos después de una ingestión seguida de empacho de películas triple X. No alcanzan el grado de misoginia de la cumbia villera, por poner un ejemplo popular y callejero cercano. Aunque su búsqueda musical va más allá de la obviedad y cuenta con otros recursos materiales y simbólicos –algo que queda claro en “La cumbia de los aburridos”, de su último disco–, Calle 13 y Damas Gratis pueden sonar uno detrás de otro en un CD-R compilado en Caballito o en la Villa 31.
El nombre del grupo remite a la calle de Trujillo Alto en la que crecieron los medio hermanos Residente y Visitante. El primero es el cantante y compositor, mientras que el segundo se ocupa de los teclados, las programaciones y la segunda voz. En algunas canciones los acompaña su hermana, la vocalista Ileana (a) PG-13. Se los identifica por su pronunciación, que cambia las “r” por “l”, de manera que en sus letras hay “peldón”, “estiélcol”, “veldad” y “amol”. Pero también se caracterizan por sus preocupaciones sociales: hay una continuidad entre “Querido F.B.I.”, aquel tema que subieron gratuitamente a la red para denunciar el asesinato del líder revolucionario Filiberto Ojeda Ríos en 2005, y el más reciente “Pal Norte”, en el que advierten: “Aprendí que mi pueblo todavía reza/ porque las fuckin’ autoridades y la puta realeza/ todavía se mueven por abajo de la mesa”.
De algún modo, ellos siguen viviendo y haciendo su música desde la Calle 13, en una isla en la que sus habitantes nacen con la nacionalidad yanqui incorporada. En la página web de la banda puede leerse una autodefinición de Calle 13 y de su yin-yang caribeño que explica, también, cuál es su lugar en el mundo: “Un residente que visita, un visitante que reside: una turbia identidad de la que salen multitudes astutas, personajes que optan por el humor para decir sin tapujos lo que no nos dejan decir, que exhalan los miedos, los anhelos, y las frustraciones de una sociedad sobrecogida y desgastada, cada vez más saturada y angosta, más pudiente y más pobre, más eficiente, menos auténtica, más obediente, menos sensible”.
Calle 13 toca el sábado 1º de marzo a las 21.30 en el Luna Park.
Entradas desde $ 90.
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