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Domingo, 17 de agosto de 2008

FAN > UNA FOTóGRAFA ELIGE SU IMAGEN FAVORITA

La verdadera historia del Constructivismo italiano

 Por Elisa Strada

Yo soy fan de toda la obra de Rodchenko; si elijo una es porque creo que en esta imagen está lo que me fascina de él: su mirada. Descubrí su trabajo en la facultad estudiando Historia 2 en la carrera de Diseño Gráfico, donde aparecieron en mi vida las vanguardias de principios de siglo XX con los cambios de paradigmas que me alucinaron y me transformaron. Posiblemente el constructivismo ruso fue la vanguardia que más me impactó en ese momento, por su compromiso social y su gráfica tan fuerte y emblemática. Yo venía de militar en la juventud radical en Santa Fe durante mi secundaria y, si bien lo único que tenía claro era que quería estudiar en Buenos Aires en una universidad pública, no estaba tan claro si Diseño era la carrera. Fue para mí esperanzador y revelador el lugar que ocupó el diseño y el arte en mi vida, a partir de ese momento en que aparecieron los rusos y especialmente Rodchenko, construyendo una obra tan bella y a su vez con un objetivo social. Fue encontrarme con otro tipo de militancia. Una militancia hasta bella. Ahí posiblemente comienzo a disfrutar de mi carrera y doy comienzo a mi trabajo artístico. Vivir la ciudad y las diferentes formas de materializar las experiencias en ella es lo que me hace ir y venir del diseño al arte y del arte al diseño, y en ese sentido es que encuentro en la obra de Rodchenko un espejo-lente-ojo-motor-visor súper enriquecedor. Rodchenko salió de un modo especial a registrar la ciudad y su época. Con una cámara portátil tomaba fotos en cualquier posición. Rodchenko hace que la fotografía corresponda a la actividad del ojo humano. Formalmente, las imágenes que toma son planos cenitales o planos desde abajo, que impactan a quien las ve causándole dificultades en reconocer al instante lo que está fotografiando. Y la gran cantidad de imágenes que captura es el material que va a ir a parar a las diferentes portadas de libros y afiches en sus collages. La fascinación con este descubrimiento fue tal que hasta di el final de Historia, en el que me preguntaron por un afiche italiano y yo me puse a hablar sin parar de Rodchenko. El profesor me dejó equivocarme, para después decirme: “Mirá, sabés un montón del constructivismo ruso, pero esto no tiene nada que ver”. Ese profesor, el Chino Segal, fue otra cosa más que me dio Rodchenko: es hasta el día de hoy mi mejor amigo. Más tarde me compré el libro en el que está este afiche. Me lo compré en una época en la que salía muchísimo comprarse un libro de estos, así que para mí siempre fue un gran tesoro. De tanto ir y venir, de mostrarlo como referente en la facu, de prestarlo, hasta se mojó y se arruinó un poco. Pero acá está: sigue siendo ese tesoro lleno de imágenes increíbles, donde se juntan para mí la militancia, las ganas de hacer algo, un motor en mi trabajo. Donde todo lo que se ve se muestra de una manera reveladora, casi extraña. Ahí están, en este afiche, en esos rostros jóvenes, que miran hacia el ojo central. Un ojo que mira y captura. Que ametralla sin parar. Imágenes imposibles de dejar de mirar, a las que uno vuelve una y mil millones, infinitas veces.

Kino Eye (afiche de rollos de noticieros de Dziga Vertov). Rodchenko, 1924.

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Escultor, fotógrafo y diseñador gráfico, Aleksander Mikhailovich Rodchenko (1891-1956), uno de los artistas más versátiles surgidos de la Revolución soviética, fue uno de los fundadores del constructivismo ruso. Desde 1921 fue miembro del grupo Productivista, que abogaba por la incorporación del arte en la vida cotidiana. Impresionado por los fotomontajes de los dadaístas alemanes, eventualmente abandonó la pintura para concentrarse en el diseño gráfico para libros y afiches de películas, como el elegido por Elisa Strada, que corresponde al film Kinoglas, de Dziga Vertov, uno de los directores más importantes del cine soviético, junto a quien Rodchenko trabajó estrechamente a principios de los ’20. Esta película en particular promociona la dicha de los llamados “jóvenes pioneros” que pegan afiches y reparten volantes para el régimen, exhortando a los habitantes de los pueblos a comprar en las nuevas cooperativas. Algunas ediciones del film se presentan con un texto de Vertov que dice: “Yo soy un ojo. Soy un ojo mecánico. Yo, una máquina, les muestro un mundo que solo yo puedo ver. Me encamino a la creación de una percepción fresca del mundo. Y por lo tanto lo descifro de un modo desconocido para ustedes”.
Rodchenko también fue el autor del poster de El acorazado Potemkin, de Eisenstein. En los ’30 su trabajo –siguiendo en parte las líneas directivas del Partido Comunista en su país– se dedicó principalmente a las fotografías de escenas deportivas y diversos movimientos coreográficos, que retrataba con una gran sensibilidad plástica. Sus obras dejaron una impronta en el arte gráfico del siglo XX que aún hoy es recogida en formato “retro”, despojada de sus significados políticos, como puede verse en (uno de los casos más evidentes de los últimos tiempos) la tapa del disco You Could Have It So Much Better, de Franz Ferdinand.
 
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