TESOROS > GRANDES IMáGENES DE HOLLYWOOD EN EL BORGES
› Por Mariano Kairuz
Atención al rostro en esta foto: es el del tipo que dijo frases ebrias de lucidez tales como: “El mundo entero está tres tragos más atrás de lo que debería: si todos bebieran tres tragos más, no tendríamos problemas”; y “La actuación es como el sexo: o lo hacés y no hablás de ello, o hablás de ello y no lo hacés; por eso es que siempre desconfío de la gente que habla demasiado de cualquiera de las dos cosas”; y “He hecho más películas malas que cualquier actor en la historia”. La cara de Bogart en esta imagen pertenece apenas a una prueba de maquillaje para El halcón maltés pero se intuye toda una actuación en ella: no demasiado duro a pesar del rastro de sangre detrás del que se adivina una golpiza, sino más bien resignado, con ese humor torcido con el que este actor que actuaba sin necesidad de hablar demasiado de la actuación ayudó a definir a Sam Spade tanto como su autor Dashiel Hammett y al noir norteamericano tanto como Huston al dirigir esta película o tanto como Hawks, Chandler y Faulkner y él mismo en Al borde del abismo cinco años más tarde. La foto, hipnótica, pertenece a la enorme colección de imágenes del Hollywood clásico de la señal TCM (Turner Classic Movies), integrada también por otras 250 que desde esta semana se encuentran en exhibición en el centro Cultural Borges, bajo el título Del guión a la pantalla.
Dos detalles más de la foto: el apellido del director está mal escrito en la claqueta (le sobra la primera “o”, como si se tratara de Houston, Texas) y la sangre falsa que está probándose Bogart no aparece nunca realmente en pantalla, al menos en las copias que circulan habitualmente de la película, por más que Spade sí recibe un par de bifes a cargo de los secuaces del villano Sydney Greenstreet (quien, junto con Peter Lorre y la peligrosa Mary Astor, codician el pajarraco negro, mítico tributo de los caballeros templarios de Malta al Carlos V de España cinco siglos atrás). Volviendo a la exhibición, uno puede recorrerla como quiera, pero se la ofrece ordenada según los distintos departamentos consolidados como método de trabajo durante los mejores años del studio system: pruebas de cámara, iluminación, etcétera. Entre los cuadros más magnéticos: un vistazo a la grabación de la banda de sonido de El Mago de Oz; la belleza de Julie Christie aprovechada como nunca en Doctor Zhivago; el estreno de la Lolita de Kubrick en el cine The Beverly en 1962; Eli Wallach en el rodaje de La conquista del Oeste (de Ford, con Peck, Fonda, Wayne) la silueta de la Garbo en El beso (de 1932, última película muda de la MGM); y Cary Grant y Katharine Hepburn, la mejor pareja de todos los tiempos montada alrededor de la osamenta de un brontosaurio, en La adorable revoltosa. Aunque tal vez ninguna proyecte el enorme influjo y la sugestión de esa sala gigante como ya no se hacen, casi vacía, durante una proyección para ajustes técnicos de Lo que el viento se llevó: uno de esos espacios que parecen capaces de arreglar el mundo por un par de horas, o el cine cuando parecía tener el poder de esos tres tragos más que pedía Bogart.
Del guión a la pantalla: viví con TCM los años dorados de Hollywood puede verse hasta el 30 de septiembre en el Centro Cultural Borges, Viamonte esquina San Martín. Gratis.
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