MúSICA > XOEL LóPEZ, DE ESPAñA Y DELUXE A BUENOS AIRES
Heredero de la escena indie española de los ’90 que aprendió a vivir de la música, líder del grupo Deluxe e involuntario cruzado contra los contratos leoninos que lo mantuvieron sin sacar disco durante dos años, ahora Xoel López decidió tomarse un tiempo a voluntad y está en Buenos Aires tocando sin presiones ni contrato.
› Por Martín Pérez
Apenas se sienta en la mesa del bar, Xoel López resume su actualidad con apenas una frase, casi sin mediar una pregunta directa. “Deluxe era yo”, explica Xoel con una sonrisa de satisfacción en el rostro. “Y me lo cargué.” Perdido en Buenos Aires desde hace unas semanas, disfrutando del sabor de la vida cotidiana en ciudad ajena, este gallego de La Coruña que hizo casi toda su carrera en Madrid menciona al pasar el carácter suicida de su decisión artística. Pero en realidad tiene bien claro que el hecho de haber podido hacer algo así significa más bien su salvación. Detrás queda –¿para siempre?– el nombre tras el cual se convirtió, tras poco menos de una década y seis discos, en un nombre propio de la última generación del rock español, junto a colegas como Amaral, Quique González o Pereza. Pero con esa decisión se ha liberado también de la maquinaria que se había ido creando a su alrededor, y que después de años de trabajo duro, le había empezado a cobrar peaje. O al menos eso explica Xoel, y es difícil no creerle. Sobre todo cuando abre sus ojos bien grandes y dice que de su música y sus shows llegó a depender el sustento de once personas. “Ahora estoy componiendo mucho menos, antes me pasaba el día anotando ideas en un cuaderno”, confiesa. “Es que era un poco obsesivo, realmente. Pero ahora, si de pronto pienso en algo que puede ser un tema, pues lo dejo pasar. Estoy siendo un poco más exigente, poniéndome a prueba, y no sé qué va a pasar”, cuenta y su sonrisa se ensancha. Vaya uno a saber si es por todo lo que ya dejó atrás o por todo lo que está por venir. Aunque seguramente sea por ambas cosas.
“Nunca me rebelé contra nada”, confiesa Xoel a poco de revolver su pasado con preguntas y respuestas. Criado entre libros, cuadros, esculturas y –especialmente– mucha música, confiesa que cuando era chico soñaba con ser detective privado. Pero apenas pudo pensar en algo más serio, supo que eso sería la música. Aunque en su casa había discos de Zeppelin y Floyd, y también músicas del mundo como tango, Víctor Jara o música del Caribe, la revelación llegó escondida en un cassette en el que un amigo de su hermano había grabado una y otra vez el tema “Caravan of love”, de The Housemartins. “Al final de tantas repeticiones, había un trocito de algo que seguramente estaba grabado debajo, y era ‘Help’ de Los Beatles. Y me voló la cabeza.” Según resume Xoel, a los 15 años empezó a componer sus primeras canciones, a los 17 grabó su primer disco con Elefant Band, su grupo de adolescencia. Y a los 18 llegaba el segundo, y ya estaba viajando con sus compañeros a tocar en tugurios continentales. “¡Llegamos a participar en un Festival de la Isla de Wight!”, se entusiasma con aquellos años en que sólo componía y cantaba en inglés. “Fui una víctima de los ’90”, explica, refiriéndose a la extraña costumbre del indie español de la década pasada, que elegía cantar en inglés... ¡en un país en el que las películas anglosajonas son rigurosamente dobladas! Cuando decidió explorar otros ritmos que no eran rock, dejó su grupo y se fue a Madrid. Allá nació Deluxe, y una carrera que —a la sombra de una discográfica indie llamada Mushroom Pillow— fue tomando forma. “Trabajé y trabajé”, explica. “Aquel indie de los ’90 no daba de comer, pero desde entonces hasta ahora se ha ido creando una clase media de grupos que pueden vivir de la música. Eso sí, trabajando sin parar. Es algo que empezó con Los Planetas”, dice Xoel, mencionando justamente a casi el único grupo de aquel indie que decidió cantar en castellano.
“Mi carrera siempre fue de a poco”, dice ahora Xoel. Y agrega: “Nunca debí enfrentar algo totalmente nuevo”. A lo que se refiere es que, disco a disco, durante Deluxe fue logrando incorporar a su música todas sus influencias. Para su segundo disco (If Things Were too Wrong, 2004) empezó a mezclar canciones en castellano, una de las cuales fue su primer hit: “Que no”. Con el tercero, Los jóvenes mueren antes de tiempo (2005), su nombre ya estaba instalado. Y los dos últimos, Fin de un viaje infinito (2007) y Reconstrucción (2008), terminan de cimentar un sonido propio que se inscribe dentro del mejor pop español del último tiempo. Y eso teniendo que aguantar las críticas de los viejos fans por pasarse al castellano. Pero, a pesar de haber dicho que no se rebeló contra nada y que nunca debió enfrentarse con algo totalmente nuevo, en realidad entre aquel tercer disco de consagración y los dos siguientes de consolidación de su sonido, Xoel López descubrió que formar parte del mundo de la música no era sólo un sueño hecho realidad. “Empecé a hablar con otros músicos, y me di cuenta de que el arreglo que había firmado con mi discográfica era algo leonino”, cuenta. Enfrentarse con Mushroom Pillow significó dos años sin sacar discos, durante los cuales asegura haber sentido el apoyo de sus colegas. Un entuerto del que sólo pudo salir comprando su viejo contrato, a medias con el sello EMI. Lo que explica tal vez el reciente frenesí productivo, y su actual huida de semejante responsabilidad. Como si aquel parate obligado tuviese que ser exorcizado con este alto en la cadena productiva. “Tal vez si no hubiese tenido ese problema, nunca hubiese sentido la necesidad de parar”, concede Xoel. “Tal vez no me hubiera dado cuenta de nada, y seguiría metido en ese mundo de fantasías que suele ser el negocio de la música.” Pero no ha sido así, y Xoel ahora está cantando sus canciones junto a sus amigos musicales de este lado del Atlántico, alguno de los cuales conoció durante algo llamado Laboratorio Ñ, un experimento durante el cual compuso y grabó temas junto a Pablo Dacal y Lisandro Aristimuño, entre otros.
Y así es como el cantante que nunca necesitó rebelarse contra nada ni enfrentar algo totalmente nuevo devino rebelde y enfrenta la novedad sin hacer en realidad ninguna de las dos cosas. Después de todo, sabe que uno puede callarse durante dos años, y seguir en esto. Antes lo obligaron a hacerlo, y ahora lo elige. Así como también agarra su guitarra, lejos de todo, y canta sus canciones. Y con eso está todo dicho. O aún por decirse. Que en este caso es casi lo mismo.
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