FENóMENOS > LEFT BEHIND Y EL AUGE DE LA “FICCIóN CRISTIANA”
Todo es adaptable para la trituradora del entretenimiento y la “ficción cristiana” parece haber encontrado el filón en la historia más vieja e imperecedera del mundo: el Apocalipsis. Videos, películas, libros, sagas, secuelas, precuelas, juegos, videogames, remeras y hasta gorritos facturan cientos de millones de dólares para la causa del evangelismo convirtiendo en narraciones literales los pasajes más espectaculares de las últimas páginas de la Biblia. Detrás de esto, por supuesto, siempre hay alguien con un olfato de otro mundo.
› Por Mariano Kairuz
Es, quién va a negarlo, una idea atrapante para el comienzo de una película de terror apocalíptico: decenas de millones de personas desaparecen de pronto en todo el mundo, de sus casas, de sus trabajos, de la calle. Aquellos que no han desaparecido quedan pasmados ante las repentinas ausencias. En un avión en pleno vuelo, algunos pasajeros observan despavoridos y desconcertados las butacas en las que ya no están aquellos que las ocupaban, sino tan sólo su ropa. En muchos hogares matrimoniales, los que quedan observan la otra mitad de la cama vacía. Pero, nos enteraremos en un rato, las víctimas de lo que sea que está ocurriendo, de este misterioso cataclismo mundial, no son los que han partido, sino los que se han quedado. Los que se fueron, partieron a un lugar mucho mejor que éste. Los otros habrán de permanecer en la Tierra para sufrir las sucesivas llegadas del Anticristo y de Jesucristo al planeta, para asistir al fin de los tiempos y arder en él. Los que aún están han sido dejados atrás.
Es decir, “Left Behind”: el título de una trilogía de películas de presupuesto mediano, alguna de las cuales tuvo una edición en Argentina hace unos años, y otra –el segundo capítulo– en dvd unas semanas atrás. Ambos, sin demasiada fanfarria. Y es que el fenómeno Left Behind no parece haber tenido demasiada repercusión en el país hasta ahora, o al menos no en la escala de lo que ha ocurrido en Estados Unidos, donde las películas son un eslabón dentro de una cadena de comercialización multimillonaria. Left Behind es también el título original de una serie de novelas que se ha convertido en un fenómeno de ventas imparable durante los últimos quince años: la cara más exitosa de un movimiento más grande llamado “ficción cristiana”.
Una de las particularidades del suceso de Left Behind es que ha resultado tan expansivo que sus productos ya no se venden sólo en librerías especializadas en temas religiosos, sino también en las grandes cadenas de Norteamérica como Barnes & Nobles, y en los Wal Mart.
Y si la fe mueve millones, esta fe mueve cientos de millones. Creada por el pastor evangelista Tim LaHaye y el escritor Jerry B. Jenkins en 1995, la novela original Left Behind ya lleva once continuaciones, más precuelas, historias derivadas, versiones destinadas a los chicos y un merchandising abrumador que se extiende a videojuegos, juegos de mesa, remeras, gorras, etcétera. Los libros llevan vendidos arriba de 50 millones de ejemplares y han permitido una enorme expansión de la editorial religiosa Tyndale. Es en este panorama que las películas constituyen una pieza débil: la primera fue concebida para un lanzamiento en video a modo de premiere antes de un modesto estreno en cines. Las siguientes dos cambiaron la tendencia: no pasaron por las salas, pero sí gozaron de proyecciones públicas en pantallas dispuestas en más de tres mil iglesias.
La desaparición inicial de millones de habitantes de la Tierra es lo que se conoce bíblicamente como “el rapto” o “arrebatamiento” en pasajes del Apocalipsis, y del Evangelio de San Mateo, según la interpretación “literal” de las sagradas escrituras que hacen algunos evangelistas. En la versión que dan LaHaye y Jenkins en sus libros, Jesucristo se lleva consigo a los auténticos cristianos al reino de los cielos, mientras que el resto de la humanidad se queda en la Tierra para sufrir siete años de caos social, guerras, todo tipo de cataclismos naturales. En el relato de los siete años en el infierno terrenal que hace Left Behind, el Anticristo consolida su reinado, prometiendo la paz en medio de la incertidumbre masiva, y adquiriendo un enorme poder como secretario general de las Naciones Unidas. La doctrina del rapto tuvo en Estados Unidos un promotor en el predicador evangelista británico John Nelson Darbym que visitó el país varias veces en la segunda mitad del siglo XIX. Pero, según asegura LaHaye en el sitio oficial de Left Behind, “aunque nadie sabe el día ni la hora en que regresará Cristo, tenemos más razones para creer que El podría venir durante nuestra vida que cualquier otra generación antes que nosotros”.
Cuando, en la segunda mitad de los ‘90, aparecieron las primeras novelas de la serie Left Behind, se creyó que su éxito estaba ligado a las “ansiedades del fin del milenio”, que dieron lugar a despropósitos tales como la psicosis del síndrome Y2K, el presunto desperfecto informático que amenazaba con hacer caer al sistema financiero global. Un pánico que, como tantos otros, LaHaye supo capitalizar: “Una caída financiera”, dijo, “nos llevaría a una depresión internacional que haría posible que el Anticristo o sus emisarios establezcan una moneda y un sistema económico único capaz de dominar comercialmente el mundo entero hasta destruirlo”.
Una visita al sitio leftbehind.com, donde suelen aparecer este tipo de profecías y declaraciones, puede ser de lo más iluminadora. La sinopsis “oficial” del primer libro increpa desde la primera línea: “¿Dónde vas a estar cuando suenen las trompetas?”. Muchos lectores dejan allí sus comentarios, algunos asegurando que los libros los han vuelto a acercar a la fe. Un tiempo después del 11 de septiembre de 2001, los best sellers de LaHaye y Jenkins ya se estaban beneficiando del nuevo pánico colectivo que asolaba a Norteamérica, con un incremento notable en sus ventas. LaHaye escribió entonces que “la tragedia del 11-S hizo que todo en Left Behind fuera mucho más real y creíble”. Ese mismo año, el último libro de la serie desbancó por primera vez de la lista de más vendidos a nada menos que John Grisham. Para el 2005, la serie llevaba amasados arriba de 650 millones de dólares. En 2002, la revista Entertainment Weekly incluyó a LaHaye y Jenkins en su lista de las personalidades más poderosas del mundo del espectáculo. Tres años después, la revista Time sindicó, bajo el título “The Christian Power Couple”, a Tim LaHaye y su esposa Beverly entre los 25 evangelistas más influyentes.
Mucho menos conocido que sus colegas televangelistas –como el polémico Jerry Fallwell–, el creador de Left Behind fue un misterio para muchos norteamericanos hasta los ‘90. ¿Quién era antes de convertirse en best seller el tal LaHaye? En 2002 la revista Time publicó el perfil más completo que le haya dedicado una publicación masiva. La nota recorría la larga carrera de LaHaye, que hoy tiene 82 años: pastor evangelista retirado, teólogo, fundador de una iglesia en El Cajón, California, y de un sistema escolar cristiano (las Christian Unified Schools de San Diego y una universidad, la Christian Heritage), activo participante de la derecha religiosa a través de grupos como Moral Majority y la Coalición Americana para Valores Tradicionales, es también el autor de más de 50 libros, entre ellos varios tomos de autoayuda y psicología, y un manual de consejos sexuales que tuvo una tirada de 2,5 millones de ejemplares (siempre acompañado de alguien más, en general un escritor que se ocupa de poner sus ideas en papel). A comienzos de los ‘70, la prensa encontró en uno de sus libros polémicas declaraciones en contra del catolicismo (al que tilda de “falsa religión”, mientras que acusa al Vaticano de “dar al hombre una engañosa idea de seguridad que impide que busque su salvación”), lo que puso fin a una incipiente carrera política junto a un candidato republicano.
Por esos años ya había pergeñado la idea para Left Behind; pero para concretar la novela faltaba aún su asociación con Jenkins, un ex periodista (y cristiano “renacido”) con cerca de cien libros en su haber, sobre temas tan diversos como consejos matrimoniales y biografías de figuras deportivas. Jenkins toma toda la “acción” y las catástrofes que nos promete el Apocalipsis según la interpretación evangelista (que es literal) y se aboca a convertirlas en divertido material novelesco. LaHaye se adjudica a sí mismo “un talento para explicarle asuntos complejos a la gente común”, pero es Jenkins el que encontró el formato adecuado para este tema particular: “Los libros debían estar dirigidos no sólo a cristianos comprometidos, sino a otros no del todo convencidos y a los escépticos seculares”, explicó. “La mejor manera de poner la profecía bíblica en términos claros era a través de una obra de ficción. Decirle al lector común: Así es como reaccionaría una persona normal si fuera dejada atrás ante la inminencia del Apocalipsis”.
Multimillonario como LaHaye (se llevaron 50 millones cada uno, sólo por los libros) Jenkins no reniega de su socio, pero tampoco suscribe del todo las convicciones más oscuras del evangelista, tales como su abierto sentimiento homofóbico –expresado en un libro de los ‘70, The Unhappy Gays–, ni sus teorías conspiranoicas, que han alumbrado tomos sobre la secta de los Illuminati.
Hace poco la editorial Bantam Dell desembolsó 42 millones de dólares para encargarle a LaHaye la creación de una serie sobre un Indiana Jones evangelista. Suena a disparate, pero algunas encuestas lo respaldan: al parecer, cerca de un 20 por ciento de la población norteamericana cree que los sucesos relatados en Left Behind no son sino la profecía de hechos que ocurrirán inexorablemente en el futuro cercano. En todo caso, el fenómeno se ha vuelto tan grande que todo parece reducirse a las extrañamente candorosas palabras pronunciadas por Kenneth Taylor, el fundador de la casa editorial Tyndale que se ha hecho rica vendiendo Left Behind y sus interminables secuelas: “A veces es difícil recordar que el propósito del llamado de Dios a sus editores es proveerle gloria y no hacer dinero”. Sic.
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