Domingo, 8 de noviembre de 2009 | Hoy
LEYENDAS > LOS MUPPETS EN EL FESTIVAL DE CINE DE MAR DEL PLATA
Hijos del genial Jim Henson, hacia fines de los años ‘70 este grupo de muñecos de felpa lideró los ratings en más de cien países y consiguió hacer humor implacable con envase inofensivo. Violencia, contracultura, famosos invitados, revolución sexual, vodevil, hippismo, cuestión gay: todo pasó por los cinco años de la rana René y su troupe, un grupo capaz de satirizar todo y de representar aquellos años intensos en los que el mundo parecía capaz de cambiar. Durante esta semana, el festival de Mar del Plata les rinde un merecido homenaje a Henson y sus criaturas con documentales, talleres y películas.
Por Mariano Kairuz
Hubo un momento, hacia fines de los años ‘70, en que un grupo de muñecos con aspiraciones de estrellas de vodevil y bajo el comando no del todo certero de una rana de felpa, lideraban el rating de su franja horaria en la televisión de más de cien países. Treinta años más tarde puede sonar un poco extraño, pero aquel programa era claramente mejor y más divertido que casi cualquier cosa de las que tiene para ofrecer la televisión actual. Se trata de un hecho comprobable: esto era así por la manera en que este programa abordaba la cultura popular de su época –a través de sus músicos y actores invitados, de su banda de hippies fumones Dr. Teeth and the Electric Mayhem; y de sus parodias a números tradicionales de comedia y series televisivas–, el clima general de locura y violencia y hasta la revolución sexual desatada en la década previa. Así era, todo eso era, El show de los Muppets.
Y todo esto era posible a nivel masivo en parte porque estaba mediado por una criatura única en el mundo, un tipo de muñeco que había sido desarrollado a lo largo de dos décadas por el creador del programa, Jim Henson. Munido de un salvaje sentido del humor capaz de satirizarlo todo –empezando por sus propios protagonistas y sus delirios de grandeza artística–, Henson y su equipo de colaboradores, el guionista Jerry Juhl y el muppetero y futuro cineasta Frank Oz, sacaban adelante un programa de espíritu contracultural protagonizado por un grupo de descatados: una cerdita con veleidades de superstar, un oso con sombrero que sólo quería ser el mejor contador de chistes de su época pero cuyo humor atrasaba treinta años, un bicho de especie desconocida llamado Gonzo, siempre dispuesto a poner en riesgo su integridad física con tal de presentar el acto más impresionante. Y, entre muchos otros, un par de viejos gruñones (Waldorf y Statler) en la platea criticándolo todo, todo el tiempo, la encarnación del público imposible. El show de los Muppets duró cinco años pero se extendió a través de películas y otros programas y aunque quedó grabado en la memoria de toda una generación como una serie destinada al público infantil, su destinatario no fue exclusiva ni estrictamente ése, y tuvo y tiene fans de todas las edades. No por nada el capítulo piloto, emitido a modo de prueba en 1975 se llamó Sexo y violencia.
Todo empezó con un trapo viejo y una pelota de ping-pong cortada al medio haciendo de ojos. Puede parecer poco, pero no lo es: una de las razones que llevarían a los Muppets a convertirse en los títeres más famosos del mundo fue justamente esa sencillez, esa economía esencial a partir de los cuales Henson y sus muppeteros crearon un universo infinito de expresiones y gestualidades. Los muppeteros llamaban “el triángulo mágico” a la manera de colocar los ojos de los muñecos en relación con la nariz: con ese simple recurso podían empezar a contarlo casi todo.
Lo que tal vez sorprenda un poco es el dato de que este hombre que revolucionó con su creación tanto la técnica para hacer y animar títeres como la televisión para chicos, no tenía en un principio ni vocación de titiritero ni la intención de dirigir su arte a los nenes. Así es, sencillamente, cómo las cosas se fueron dando. Y si hoy El show de los Muppets y Plaza Sésamo son dos marcas indelebles, ambos programas fueron el resultado de una larga evolución y de ciertas circunstancias inesperadas. De esa prehistoria trata en parte la serie de cuatro programas que integran la programación del 24º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que empezó ayer y se extiende hasta el próximo domingo, y en el marco del cual también se proyectarán cuatro películas dirigidas y/o producidas por Henson. Completando la muestra-homenaje, se ofrecerá un taller para aprender a hacer muppets, a cargo de un hombre de The Jim Henson Legacy, John Kennedy. En otras palabras, que los embajadores de la Rana René estarán entre nosotros por unos días.
Nacido en 1936 en el pueblo de Leland, en la región del Mississippi, la primera verdadera obsesión de Henson fue la televisión. Desde su adolescencia quiso entrar a trabajar en ese medio como fuera, y la oportunidad recién se le presentó con un aviso en una emisora local en 1954. Buscaban marionetistas para un programa infantil, y aunque hasta entonces ni se le había ocurrido la posibilidad de trabajar con muñecos, armó un par a toda velocidad, se presentó, fue seleccionado, y aunque el programa duró sólo unas pocas semanas, ya tenía sus primeros muppets. Con ellos marchó a la televisión de Washington, donde fue aceptado, y el resto es historia.
Hasta que le ofrecieron ocuparse de parte de la realización de Plaza Sésamo en 1969, Henson produjo segmentos humorísticos con sus muñecos para distintos programas vespertinos, hasta que obtuvo su propio micro, Sam & Friends. Los personajes que fue desarrollando en esos espacios alcanzaron tal popularidad que se convirtieron en invitados regulares de talk-shows y programas de variedades. Pero donde Henson y compañía ganaron el dinero que les permitiría crecer como empresa fue en la incipiente publicidad comercial televisiva. Algunos de estos avisos brevísimos pueden verse en el tercero de los programas presentados en Mar del Plata y son sencillamente increíbles, porque prefiguran en versiones primitivas, el nivel de incorrección de los Muppets. Eran publicidades verdaderamente agresivas, donde un personaje volaba de un cañonazo a otro por no haber probado la marca de café que auspiciaba el anuncio. Por ejemplo. El slogan podía ser: “Cosas extrañas les suceden a quienes no toman café Wilkins”.
Obstinado todavía en ganarse a un público un poco más adulto que el de Plaza Sésamo, en 1975 Henson produjo el piloto de El show de los Muppets, que finalmente sería financiado por lord Lew Grade, de la estación televisiva inglesa ITC. La compañía se mudó entonces a Londres, donde grabaron el programa durante cinco temporadas consecutivas. Afianzado bastante pronto como objeto de culto, El show de los Muppets consiguió mantener su premisa de tener un famoso como estrella invitada por programa, pero fue a partir del segundo año que el proyecto cobró ritmo, cuando el bailarín clásico Rudolf Nureyev aceptó participar y su prestigio abrió un nuevo panorama: ahora todos querían pasar por ahí, y en un lustro estuvieron, entre muchos otros, personajes tan diversos como Charles Aznavour, Peter Ustinov, Vincent Price (parodiando su fama de actor de cine de terror), Steve Martin, Paul Simon, comediantes clásicos como Bob Hope y Danny Kaye; Peter Sellers, John Cleese, Harry Belafonte, Lynn Redgrave, Sylvester Stallone (en pleno éxito de la saga Rocky), Christopher Reeve (recién transformado en Superman), James Coburn, Roger Moore (en su etapa Bond); Alice Cooper, ¡Liberace!, Diana Ross e invitados tal vez más improbables como Johnny Cash y Dizzy Gillespie, y todo un seleccionado de músicos que hablan de la sensibilidad folk de Henson: Kenny Rogers, John Denver, Arlo Guthrie.
El programa miraba hacia el pasado a través de la tradición del vodevil, pero su mirada satírica era un producto innegablemente de su época. En el aviso promocional con que se anunció su estreno televisivo, el presentador prometía “diversión para todas las familias Nielsen del país: los niños pequeños lo amarán por su criaturas adorables y abrazables; los jóvenes por su fresca e innovadora comedia; los universitarios y los geniecillos académicos por el simbolismo que subyace en absolutamente todo; y los hippies sucios, extraños y pelilargos por sus muppets sucios, extraños y pelilargos, porque de eso se trata el show business”. En unas pocas líneas ya estaba claro que era un programa dispuesto a desacralizarlo todo.
Uno de los programas que se presentarán en Mar del Plata, Muppets: Momentos musicales, permitirá echar un vistazo a algunos de sus números más notables. Como el de la siempre desbordante Miss Piggy entonando junto con Elton John la canción “Don’t Go Breaking My Heart”. La efervescencia del movimiento gay en los ‘70 y principios de los ‘80 quedó reflejada también a través de números con canciones de los Village People, interpretadas por hordas de cerdos disfrazados, como “Macho Man”, o en “In The Navy”, protagonizada por una nave vikinga en una increíble sátira del mito de salvajismo de los navegantes escandinavos. También se verán fragmentos del piloto Sexo y violencia, que honran su título, con un personaje demente llamado Crazy Harry que recorre los estudios con un detonador, y un informe periodístico acerca de una raza alienígena y su extraño, literalmente explosivo rito de cortejo y apareamiento.
Henson decidió terminar El show de los Muppets en 1981, cuando el rating todavía lo acompañaba, argumentando que quería dedicarse a sus siguientes proyectos para cine (El cristal encantado, Laberinto) y televisión (la serie de espíritu ecologista Fraggle Rock, entre otras). Parte de sus planes quedaron truncos inesperadamente en mayo de 1990, cuando una infección pulmonar fulminante terminó con su vida a los 53 años. Todos los testimonios hablan de la sensación de orfandad que se apoderó de la compañía entonces, pero un tiempo más tarde Brian Henson, uno de los hijos de Jim que había estado trabajando largo tiempo junto a su padre, asumió la dirección de la compañía con 27 años. No todo salió tan bien como El show de los Muppets, pero The Jim Henson Company siguió adelante con muchos proyectos, al menos una gran película posterior a la muerte del padre de los personajes (Una Navidad con los Muppets, con Michael Caine como Scrooge) y una serie, The Muppets Tonight, que fue digna sucesora de la de los ‘70.
En cualquier caso, los programas que se presentan en Mar del Plata están armados con retazos del pasado, pero sin embargo permiten reconocer cuánto ha sobrevivido de los Muppets en otros programas y películas; cómo han llegado hasta hoy, firmemente instalados en la cultura popular, como animados, más allá de la temprana despedida de su creador, por esa cosa imprecisa, difícil de definir pero bien real, que es el toque de la gracia.
Días y horarios de los programas de los Muppets en el 24 Festival de Mar del Plata:
1. El arte del manejo de marionetas y de la narración: hoy a las 16.30
2. Historia de los Muppets 1: hoy a las 18.45, y mañana a las 16.30
3. Comerciales y experimentos: mañana a las 18.30, y martes 10 a las 16.30
4. Momentos musicales de los Muppets: martes 10 a las 18.15, y miércoles 11 a las 16.30
Talleres de marioneta cargo de John Kennedy:
Primer Taller: martes 10 a las 10.
Segundo Taller: martes 11 a las 10.
Mesa Muppets: música y magia, el legado de Jim Henson, con Bonnie Erickson: martes 10 a las 15.
Todo en el Gran Hotel Provincial, Salón B.
Las películas en el Festival:
Llegan los Muppets: lunes 9 a las 18 y
domingo 15 a las 15.
Laberinto: lunes 9 a las 20.
El cristal encantado: hoy a las 16.30.
The Great Muppet Caper: hoy a las 19,
domingo 15 a las 17.45.
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