Para Quentin Tarantino, Larry Bishop era el hombre nacido para filmar la mejor película de motoqueros del cine. Y por eso lo llamó, lo produjo y le consiguió un cast de lujo: Dennis Hopper, Michael Madsen, David Carradine y una troupe femenina impactante. Hell Ride puede no ser la mejor de la historia, pero sí la más incorrecta y con la mejor banda sonora tarantinesca en muchos años.
› Por Alfredo García
Parece que, hace algunos años, Quentin Tarantino estaba viendo una vieja película de motociclistas del infierno, Los siete salvajes (The Savage Seven, Richard Rush, 1968), protagonizada por Robert Walker Jr. y Larry Bishop. Al terminar de verla llegó a la conclusión de que Bishop estaba destinado a filmar la mejor película de motoqueros de la historia, y que él se iba a encargar de producirla.
Menuda tarea. Sólo para citar los clásicos en la materia, hay muchas películas muy buenas de motoqueros, por ejemplo El salvaje (The Wild One, Laslo Benedek, 1958) con Marlon Brando; Las ángeles salvajes (The Wild Angels, Roger Corman, 1967), con Nancy Sinatra subida a la moto de Peter Fonda; o Busco mi destino (Easy Rider, 1969), dirigida e interpretada por Dennis Hopper junto a Jack Nicholson y el eterno motoquero Fonda (que justamente se negó a participar del proyecto de Bishop y Tarantino por “haber hecho ya demasiados roles de motociclista”).
Lanzada en DVD en nuestro medio, no se puede decir que Hell Ride sea la mejor en su género, ni mucho menos. Pero sí es la mejor película de motociclistas al estilo tarantinesco jamás filmada. De hecho, también es lo mejor en el sentido estricto del tipo de film que se puede esperar habitualmente del Tarantino que hace tiempo daba casi cada año algún film de culto cuando no dirigía, y sólo se mostraba en su faceta de productor/guionista de películas como True Romance de Tony Scott o Del crepúsculo al amanecer, de Robert Rodríguez.
Hell Ride cuenta una saga de odios motoqueros que va de 1976 al presente, con la lucha a muerte entre dos motobandas de Hell’s Angels, los Victors comandados por Pistolero (el mismo director, productor y guionista Larry Bishop), y los 666, malísima horda liderada desde las sombras por el legendario Deuce (nada menos que David Carradine en uno de sus últimos papeles en cine antes de su extraña muerte en Tailandia). Más que meros motoqueros, o motochorros, éstos son verdaderos motokillers que despachan a sus rivales de las maneras más sangrientas posibles. De hecho, una de las matanzas que forma parte de un momento culminante del film –y por supuesto perpetrada por el mismo Bishop– merece un lugar especial en los anales de la crueldad exacerbada hasta lo hipercreativo en el cine moderno.
Como el género motoquero está algo abandonado desde los años ‘70, y por otro lado Larry Bishop no es precisamente Tom Cruise, conviene rebobinar la historia de este actor y director sobre dos ruedas desde mucho antes que Tarantino lo conmine a filmar la mejor película de Hell’s Angels de todos los tiempos.
Larry Bishop nació en Filadelfia en 1948, hijo del comediante Joey Bishop, miembro del famoso rat pack de Frank Sinatra, con quien actuó en películas tan conocidas como la versión original de Once a la medianoche (Ocean’s Eleven) dirigida por Lewis Milestone en 1960. Joey Bishop tuvo la fama suficiente como para llegar a tener su propio show televisivo, y cuando su hijo Larry decidió dedicarse a la actuación, también lo hizo apuntando a la comedia, género en el que llegó a formar una especie de troupe con gente en ese momento poco conocida, como Richard Dreyfuss y Rob Reiner. Sin embargo, corrían los ‘60 y el llamado de la contracultura no tardó en hacerse oír: la primera película en la que Larry se hizo conocer fue la gema de la American International Pictures, Rebelión en las calles (Wild in the Streets, Barry Shear, 1968), con Christopher Jones como un cantante de rock que llega a presidente de los Estados Unidos luego de bajar la edad de votación a los 14 años (una de sus primeras medidas es obligar a toda la población adulta... ¡a consumir LSD!). Pronto vendrían los roles de motoquero del infierno en películas como la ya mencionada The Savage Seven, seguida por The Devil’s 8 (Burt Topper, 1969), Angel Unchained (Lee Maden, 1970) o el film de culto Chrome and Hot Leather (Lee Frost, 1971), todo eso en el medio de apariciones televisivas en series más inocentes como Mi bella genio, Love American Style o Kung Fu.
Dios los cría y Tarantino los junta, y así fue como el bastante olvidado David Carradine apareció protagonizando una película tan importante como Kill Bill 2 junto con el también bastante eclipsado Larry Bishop en el papel de Larry Gomez. Sin embargo, Bishop no había reaparecido desde la nada hasta esa segunda parte del film de Tarantino protagonizado por Uma Thurman y Carradine. En 1996 había debutado extrañamente como director de una furibunda comedia negra, Mad Dog Time, que también escribió y produjo, y cuya visión estaría justificada por sí sola debido al increíble elenco reunido: Ellen Barkin, Gabriel Byrne, Richard Pryor, Richard Dreyfuss, Christopher Jones, Rob Reiner, Paul Anka, Michael J. Pollard, Henry Silva, Gregory Hines, Diane Lane, Jeff Goldblum y Burt Reynolds.
Hell Ride no tendrá semejante elenco, pero vuelve a incluir en un buen papel al típico actor tarantinesco Michael Madsen (que por su turbulenta vida personal actúa cada vez menos), le da un muy buen par de escenas a Dennis Hopper y los junta a todos con pesos pesados como Carradine, Vinnie Jones y Eric Balfour. El elenco también incluye a varias bellezas en escenas salvajemente sexies, incluyendo a Julia Jones, Leonor Varela y Cassandra Hepburn, además de una banda de chicas a-go-gó, luchadoras del barro y strippers capaces de derretir el más gélido corazón de asesino motoquero que se precie. Los desnudos, situaciones eróticas y chistes sexuales tienen un alto voltaje y un desvergonzado tono de incorrección política como hace mucho no se apreciaba, ni siquiera en una producción de Quentin Tarantino.
Por último, como no sucedía hace mucho en una película relacionada con el director de Pulp Fiction, la banda sonora llena de guitarras surfers casi supera el film. El disco sin dudas es un festín para los fans de Davie Allan & The Arrows (autores del score original de The Wild Angels de Corman) y todos los amantes de los mejores distorsionados sonidos sesentistas, recreados en algún caso por el mismísimo Robert Rodríguez.
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