TELEVISIóN > UNA SERIE DE DOCUMENTALES SOBRE LOS MONTY PYTHON
Si hay un programa que signó el humor televisivo en la segunda mitad del siglo XX, fue el de los Monty Python. Tranquilamente se los puede considerar los Beatles de la comedia en TV, y no sólo porque Paul McCartney parara las grabaciones de la banda para ver sus programas o porque Harrison fundara una empresa para producirlos. A 40 años de su memorable Flying Circus, se estrenó este año Monty Python: Casi la verdad (La versión de los abogados), un documental en seis capítulos en el que ellos mismos reconstruyen su antológica carrera. Y a partir de hoy se puede ver en el cable argentino.
› Por Mariano Kairuz
Todo empieza al mejor estilo Python, esa cosa que los británicos han incorporado a su abecé del humor como “pythonesque”: un dibujo animado apocalíptico, artesanal, de collage, a lo Terry Gilliam, en el que el presunto representante legal de los Monty Python vuela en pedazos con una explosión nuclear, y un leitmotiv musical jamesbondesco que anuncia que lo que estamos a punto de ver es “un nuevo documental”, que “no es elogioso” pero “es mejor que una histerectomía”. Lo que estamos a punto de ver es, en efecto, un documental en seis partes titulado Monty Python: Almost the Truth (The Lawyers Cut), Monty Python: Casi la verdad (La versión de los abogados), realizado por Alan G. Parker, Benjamin Timlett y Bill Jones (el hijo del Python Terry Jones). La introducción promete “drama, comedia, mentiras”, y un montón de famosos de la actualidad “que no conocieron a los Monty Python personalmente, hablando de ellos como si los hubieran conocido”. Se trata de una producción absolutamente flamante: Parker, Timlett y Jones lo completaron este año, lo estrenaron en el Independent Film Channel norteamericano hace unos pocos meses y luego lo lanzaron en dvd. En Inglaterra se realizó incluso un estreno en cines, en un corte de menos de dos horas, con el cual se convirtió en la primera reunión cinematográfica del grupo (sin Graham Chapman, claro, ya que falleció hace veinte años) desde El sentido de la vida, 26 años atrás. Y ahora, desde hoy mismo (y quien esté leyendo esto un poco tarde que no se preocupe que hay repeticiones), se dará de a dos episodios por domingo por I.Sat. Es decir, que todo ha sido diseñado y llega justo a tiempo para el 40º aniversario del comienzo de la serie de sketches televisiva Flying Circus con la que el grupo de comediantes labró su fama antes de pasar al cine. Es decir, justo a tiempo para celebrar los 40 años de la era Pythoniana, o, como prefieren exagerar un poco en la entrada de su sitio oficial Pythonline.com, para su “400 aniversario”.
Y en el principio fueron seis y la historia de cómo se juntaron y nació el programa ya ha sido contada infinidad de veces pero tiene cierta gracia volver a verla narrada una vez más, hoy por sus propios protagonistas, a algunos de quienes no les vemos los rostros hace bastante tiempo. En el primer episodio, titulado Los no tan excitantes comienzos, hablan de sus orígenes personales y como grupo. Michael Palin y Terry Jones se conocieron en la Universidad de Oxford; John Cleese y Graham Chapman en Cambridge, donde también estudiaba y se les unió un tiempo más tarde Eric Idle. Y Cleese conoció a Terry Gilliam, el norteamericano del grupo, en Nueva York, durante una gira de uno de los grupos de actuación y comedia a los que pertenecían los británicos en los tiempos pre-Python. Entre las producciones en las que participaron en estos años previos a Flying Circus, suele recordarse especialmente The Frost Report, un programa televisivo satírico conducido por David Frost (el hombre de la legendaria entrevista a Richard Nixon reconstruida el año pasado por la película Frost/Nixon) que dio a conocer entre 1966 y 1967 a Chapman como uno de sus guionistas principales, junto a Marty Feldman y un equipo de escritores que incluía a sus futuros compañeros de grupo. También suele rememorarse con cierto afecto y admiración otro programa llamado At Last the 1948 Show, producido por Frost e interpretado por Feldman, Chapman y Cleese entre otros, y que era paródico desde su título, traducible como Al fin el programa de 1948, ya que su contenido no tenía nada que ver con ese año sino que se burlaba de la costumbre de la BBC de tener estacionados programas completos durante meses antes de empezar a emitirlos. Entre 1967 y 1969, los pre-Python participaron en otro programa, esta vez destinado al público infantil, llamado Do Not Adjust Your Set (No ajusten su televisor), para el que Terry Gilliam experimentó con sus raras animaciones artesanales. Hubo otro antecedente: una serie que duró muy poco pero alcanzó a llamar la atención de Barry Took, productor de la BBC, y prefiguró uno de los temas más característicos de los Python: la parodia histórica. Escrito y protagonizado por Palin y Jones a principios del ’69, se llamó The Complete and Utter History of Britain y en él se mostraban distintos períodos de la historia británica como si hubieran existido cámaras de cine y televisión en su época. Esta idea que encantó a Took, más el éxito de Do Not Adjust, motivaron varias ofertas simultáneas: la de la ITV a Idle, Jones, Gilliam y Palin para hacer su propio programa, la de la BBC a Cleese y Chapman, y el llamado de Took. Entonces, sigue la historia, Cleese –en parte para no tener que lidiar sólo con el aparentemente complicado Chapman, que en uno de los clips de archivo en que lo incorpora el flamante documental aparece hablando de sus problemas con el alcohol– terminó reclutando a los otros cuatro y ofreciendo lo que eventualmente sería Flying Circus a la BBC.
“Fue la peor entrevista que cualquiera haya tenido jamás”, dice ahora Cleese en el documental, cuando recuerda cómo fueron a venderle su proyecto a la BBC. “Les vamos a dar 13 programas, pero nada más”, les concedió entonces Michael Mills, un jefe del canal. Pero lejos de la mera declaración revanchista de un grupo de ya consagrados contra aquellos que no reconocieron de entrada su potencial, las entrevistas individuales a los Monty Python exhiben una saludable agresividad, que da cuenta de criterios contrapuestos, contradicciones y las fracturas inevitables en todo proyecto creativo como el que emprendieron Cleese y compañía, y que se extendió, a lo largo de 15 años, más allá de la serie televisiva, en films, puestas teatrales, exitosísimos (e incorrectísimos) discos y demás. Según Timlett, uno de los directores del documental, “se mostraron increíblemente honestos a la hora de las entrevistas. No tienen el menor prurito cuando hablan de los demás, con lo cual es sorprendente que se hayan sostenido como grupo, considerando que parte del juego ha consistido en decir cosas horribles unos de los otros”. Para Jones, codirector, “todos dicen cosas terribles de los otros y ninguno se molesta por ello, porque en el fondo piensan que, bueno, probablemente lo que se dice sea un poco cierto”. En cierta forma, sorprende que hayan conseguido reunirlos para este documental: “La de ellos es un tipo de existencia democrática –-dice Benjamín–, con lo cual les es muy difícil ponerse de acuerdo en casi cualquier cosa. Pero una vez que lo hacen, el resultado es fantástico”. Un poco (y tal vez no tanto) en broma, Cleese dice que “lo que (el galés) Terry Jones nunca ha podido aceptar es que los galeses fueron puestos en el mundo para realizar las tareas menores para nosotros los ingleses”. En general, todos coinciden en que al principio fueron los conflictos creativos entre Cleese y Jones los que “mantenían el equilibrio de la serie” (si Jones tenía un defecto, dice Cleese, “es que se preocupaba demasiado”), lo que explicó la debilidad de su última y muy breve cuarta temporada, cuando Cleese ya había abandonado el programa.
Y si se ha dicho infinidad de veces que los Monty Python llevaron al humor televisivo y cinematográfico el espíritu Beatle –George Harrison los idolatraba y se dice que McCartney paraba las grabaciones para ver el programa–, este documental ha sido definido como su Anthology. Cada capítulo está dedicado a un momento o una parte esencial de la obra del grupo, y en el segundo, titulado de manera explícita El mucho más gracioso segundo episodio el tema es la serie, que se impuso y ganó una segunda temporada a través del boca en boca a pesar de los presuntos intentos de boicot de la BBC, que la relegaba a los peores horarios y la usaba de comodín nocturno. En este capítulo se reviven varios de sus mejores sketches (nadie olvida el de la Inquisición) y los mecanismos humorísticos que los hacían funcionar, su magistral e inusual manejo de los remates (inspirado en el de un ídolo y referente del grupo, el irlandés legendario Spike Milligan). Y así como el documental habla de sus influencias, también recoge los testimonios de comediantes de las siguientes generaciones, que expresan su admiración incondicional por el grupo. Por ahí desfilan Dan Aykroyd, Stephen Merchant (uno de los guionistas de The Office junto a Ricky Gervais), Simon Pegg, Tim Roth, Russell Brand, Seth Green y, entre otros, el gran Steve Coogan, que es capaz de recitar de memoria, obsesivamente, sketches de los Python, imitando sus distintas voces y su tempo a la perfección.
En el cuarto episodio, The Ultimate Holy Grail Episode, se recorre la historia del desembarco en el cine y su primer (fallido) intento de ganarse al público norteamericano, a través de la película And Now For Something Complete Different, que no era otra cosa que un compilado de sketches de las dos primeras temporadas de la serie y que fue distribuida de manera descuidada en el mercado estadounidense. El periodista de la revista New Yorker Hendrik Hertzberg fue uno de los primeros, en 1975, en dar cuenta del fenómeno que todavía su país se resistía a abrazar, y un año después narró la demanda judicial de los Python contra la cadena televisiva estadounidense ABC para evitar que el canal emitiera versiones editadas de sus programas. Entre la tercera y cuarta temporada filmaron su primera película de verdad, en Escocia, por un presupuesto bajísimo: Los caballeros de la mesa cuadrada. Pero la siguiente fue su obra más polémica y la que ocupa el centro del quinto episodio: La vida de Brian (1979) había nacido como un chiste de Eric Idle, acerca de que su próximo film sería Jesucristo: ambición de gloria. Tras varios bocetos, el guión ya no tuvo nada que ver con Cristo sino que es la historia de un hombre al que todos confunden con el mesías, lo que le valió por un lado perder su fuente de financiamiento inicial (que finalmente quedó a cargo de George Harrison, quien montó una compañía, Handmade Films, para producirla) y, a la hora del estreno, un enorme revuelo, encendido principalmente por las protestas de fundamentalistas cristianos que lograron su prohibición en varios lugares. Este episodio del documental recupera las imágenes de Cleese y un (inusualmente) enérgico Palin defendiendo a la película de los ataques del arzobispo de Suffolk. Su siguiente film, El sentido de la vida (premio del jurado en Cannes) incluiría un memorable sketch que parodiaba la política católica contra el control de natalidad mediante un número musical que repetía “Cada esperma es sagrado”.
El sexto y último episodio encuentra su núcleo emocional en la muerte de Graham Chapman –a quien le diagnosticaron cáncer en 1988–, el 4 de octubre de 1989, un día antes de cumplirse los 20 años del debut de Flying Circus. A lo largo de toda la década el grupo hizo planes para reunirse que no llegaron a completarse, ya que todos estaban ocupados en sus proyectos personales. Ya sin Chapman, consideraron que un regreso de los MP era sencillamente imposible. Sí se juntaron en una aparición teatral en Aspen, Colorado, en 1998, en la que Chapman hacía “acto de presencia” en una urna, que Terry Gilliam accidentalmente pateaba y derramaba. Un homenaje digno del grupo.
Una vez completada esta serie emitida con perfecto timing, no estaría mal que I.Sat continuara su recorrido por el universo Python con la emisión de los otros varios documentales recientes sobre el grupo inspirados por este aniversario 40 (o 400, como se prefiera): The Rise Of Monty Python: The Other British Invasion; Before The Flying Circus: A Documentary On Black And White (sobre los comienzos de sus carreras individuales pre-Python); y Monty Python Conquers America, acerca del complicado camino que debieron hacer para ganarse al público norteamericano y un mercado que al principio los vio como un fenómeno under, raro, difícil de comprender, acaso indefinible, al que tal vez le quepa un solo adjetivo: pythonesco.
Los primeros dos capítulos de Monty Python: Almost the Truth (The Lawyers Cut) se dan hoy a las 13, pero repiten el jueves 24 a la medianoche, junto con el tercero. Los episodios 3 y 4 y 5 y 6 irán de a pares respectivamente los domingos 20 y 27 a las 13, con repeticiones el jueves 31 a la medianoche. Para después de brindar, o para grabar.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux