Domingo, 24 de enero de 2010 | Hoy
TELEVISIóN > LOS DOCUMENTALES DEL CENTRO POMPIDOU SOBRE DISEñO Y ARQUITECTURA
Igual que las grandes obras de arte, hay obras de la arquitectura que no sólo dominan el espacio y producen volúmenes dentro de los cuales nuestras vidas transcurren, sino que hablan de su época con una elocuencia inmensa. En ellas se cruzan los avances científicos, las tendencias artísticas, los sistemas económicos, los avatares políticos y hasta la relación con lo sagrado. Y en muchos de los objetos que conviven con nosotros, dentro de esos espacios, sucede lo mismo. Por eso, los documentos del ciclo dedicado a la historia de los grandes logros de la arquitectura y el diseño industrial que se dan por Film & Arts son sorprendentes y bienvenidos viajes en los que conviven e interactúan la realidad y la creación.
Por Gustavo Nielsen
Desde los años ’80 se viene desarrollando en el mundo una arquitectura a la que los críticos dieron en llamar “arquitectura del espectáculo”. Creo que la onda empezó con el Museo Guggenheim de Bilbao y participaron popes de la talla de Zaha Hadid, Toyo Ito, Norman Foster, Jean Nouvel y el mismo Frank Gehry, con obras de presupuestos monumentales y formas cercanas a caprichos de escultor. Fueron edificios caros, más próximos al culto de la personalidad que al racionalismo de espacios y materiales de la modernidad. Esta corriente, que en ocasiones ha dado excelentes resultados, ha sido una bandera de la especulación inmobiliaria global: con ellos se coronaron barrios que estaban degradados, con el propósito de levantarlos a costa de un edificio propaganda que fuera como un cartel. Los puentes de Calatrava han funcionado más o menos de la misma manera.
El hecho es que el espectáculo de estos edificios ha convertido a sus autores en ídolos parecidos a los que da el cine de Hollywood. Y la contaminación les ha pegado fuerte en sus personalidades: la iraní Zaha Hadid planea sus entrevistas con un año de anticipación y no permite que le saque fotos otro que no sea su fotógrafo personal. Frank Gehry ha vendido sus bosquejos de arquitecto como si fueran cuadros de artista. Jean Nouvel es un personaje que se viste de negro de la cabeza a los pies para ir a las obras. El personaje se le ha subido tanto a la cabeza que se ha hecho fabricar un casco negro, pasándole por encima a los reglamentos (en una obra en construcción los colores de los cascos no son arbitrarios: son blancos, amarillos o verdes, dependiendo del cargo jerárquico de quien los lleve).
Algunos le han sacado el jugo a ser estrellas, otros se quedaron encerrados en sus personajes. Lo cierto es que en los ’90 pulularon películas sobre esta arquitectura del espectáculo. Era obvio que pasaría, con unos edificios tan llamativos. Pero los resultados de los films no fueron lo que se esperaba. Los directores (salvo raras excepciones) más que centrarse en las rarezas que se estaban construyendo, se concentraron en las figuras de sus creadores. Y así como fue simpático ver a Gehry en Los Simpson, el producto general era aburridísimo: los arquitectos no son ídolos de cine americano. Normalmente son viejos, feos, gordos y la mayoría de las veces no saben expresarse con palabras, ni tienen el charme de las estrellas. De esa época hasta la actualidad hay pila de documentales descartables por lo estúpidos. Digo: por lo estúpidos que fueron los documentalistas.
Esto no pasa con los mediometrajes sobre diseño grabados por Arte France y el Centro Pompidou, y producidos por Richard Copans y Stan Neumann. Vi cuatro por gentileza del distribuidor local: dos de arquitectura, dos de diseño industrial. El proyecto y los directores, en estos casos, lograron saltear hábilmente el problema de fondo y fueron a los espacios como al mismo grano que pica.
Los de arquitectura a los que tuve acceso son La Bauhaus y La Mediateca de Sendai. Edificios notables de Walter Gropius y Toyo Ito respectivamente, uno en Alemania y otro en Japón.
Sobre la Mediateca existe una publicación excelente de la editorial catalana Actar, en la que un grupo de fotógrafos y narradores siguió la obra desde los primeros croquis hasta su inauguración, en los seis años que duró el diseño y la construcción. Ver un proceso de diseño completo, desde cero hasta tener al usuario ahí adentro, es el sueño de todo arquitecto. Y la verdad es que este video de los franceses no se queda atrás: a su manera, es maravilloso. Acompaña al visitante cual si fuera un turista profesional que ya conoce los planos y ha leído de él. Y a pesar de no subestimar ni medio segundo al espectador profesional, la narración tampoco deja de lado a los legos. Todo el tiempo se refiere a las ideas sensibles de Toyo Ito, y las descubre formalizadas en los interiores de la Mediateca. El video maneja asombro sin grandilocuencia, ni pide autógrafos. En lugar de chuparle las medias al arquitecto estrella se queda en un paseo tranquilo, didáctico y ameno. Ni más ni menos lo que se espera de él.
Algo parecido pasa con La Bauhaus, que en el video se combina con la historia de las grandes guerras. Nazismo y arte hacen un guión jugoso, difícil de no acertar en la preocupación del espectador. El video de la Vespa también va de la mano de este sándwich incomible (en este caso con Benito Mussolini, dado que estamos en Italia, y las escuelas de diseño están casi siempre cerradas y maltratadas por la incultura fascista).
Juro que La Vespa me sorprendió: como arquitecto el diseño industrial me resulta menos interesante que el diseño espacial, por lo que esperaba menos del relato. Convengamos que es más seductor para contar un recorrido lleno de actividades y gente, que la historia de un objeto. Sin embargo, esta narración visual combina política con motos a vender, y el paquete es tentador. Con un guión inteligente e imágenes nuevas, mechadas con publicidad de época, La Vespa es una golosina.
No me pasó lo mismo con el cuarto video, el de la Biblioteca Bookworm, que se queda en el objeto sin encontrarle otra poesía que la que en sí misma posee la biblioteca ondulante. Están buenos los pasajes en los que se habla de creatividad (la hizo el inglés Ron Arad), pero afloja en los que son constructivos: imágenes de gente común con una atornilladora en la mano colocando las bibliotecas en los estares de sus casas. Por momentos parece un comercial de Easy.
De todas maneras, esto último era lo que yo esperaba, desconfiado, de los documentales, al verificar que entre los títulos se hallaba la maravilla de Gehry en Bilbao. En el peor de los casos, un reportaje al tío abuelo; en el mejor, solamente la exposición del edificio o del objeto, sin más. Pero me sorprendieron en mi mala fe. Ahora espero poder conseguir el dvd del Familisterio de Guisa, que me lo perdí: el único edificio levantado teniendo en cuenta los preconceptos de Charles Fourier (1772-1837) para la fundación de una sociedad nueva. Para los que quieran leer al respecto, acaba de ser publicado un muy buen libro de Ediciones Godot titulado El Falansterio, con prólogo de Vargas Llosa, que también merece meterle el ojo.
El ciclo de documentales dedicado a los grandes hitos de la arquitectura contemporánea se da los viernes a las 22.00 por el canal Film & Arts. Los dedicados al diseño, se dan inmediatamente a continuación. Esta es la programación de febrero:
Viernes 5
La Bauhaus de Dessau
La Leica
Viernes 12
La Opera Garnier
La Lounge Chair
Viernes 19
El Centro Georges Pompidou
El sillón Paimio
Viernes 26
El Museo Guggenheim de Bilbao
El Sofá Bubble Club
En las repeticiones, vale la pena buscar los dedicados al Familisterio de Guisa, la Librería Multimedia de Sendai, El Phaeno, La Filarmónica de Luxemburgo y la Pirámide del Faraón Djoser en Saqqara; y los de las Lámparas Akari, la biblioteca Bookworm, el sillón Wassily, Braun Phonosuper y la Vespa.
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