PROMESAS > GEMMA ARTERTON, ESA DELICADA HEROíNA DE ACCIóN
› Por Mariano Kairuz
Los afiches de El príncipe de Persia que empapelan Buenos Aires desde hace un par de semanas la muestran como una suerte de heredera de Xena, la princesa guerrera, aquella impresionante amazona que interpretaba la encantadora Lucy Lawless en una serie hermana de Hércules, ambas producciones de Sam Raimi que se anticiparon en más de una década al actual revival mitológico que cunde en Hollywood. Sólo que la Xena de Lucy Lawless era, además de bella, una aventurera corpulenta, salvaje, bastante machona, mientras que la británica Gemma Arterton, la chica de El príncipe de Persia, sólo puede sostener su imagen de guerrera en el afiche. Será capaz de convencernos, en el mejor de los casos, de que tiene más uñas y dientes que la anoréxica Keira Knightley cuando hizo aquel despropósito de Rey Arturo, pero no deja de tener algo de muchachita un poco delicada. Sin embargo, gente con poder de decisión en los estudios de Hollywood ha visto en ella una fuerza y un potencial multimillonarios, única explicación posible para que este año haya estrenado al hilo dos películas tan afines entre sí en cantidad de acción y de desvergonzados argumentos fantásticos –Furia de Titanes y ahora Persia–, en personajes similarmente improbables. Este salto a la fama y los millones empezó dos años atrás, cuando, seleccionada entre más de mil quinientas chicas, Gemma, esa inglesita de origen proletario y completamente desconocida, se convirtió de la noche a la mañana en una chica Bond.
Y lo cierto es que, quizás, al ver su cara tiznada con betún en El príncipe de Persia muchos no identificarán a aquella muchacha que fue no una sino dos Bond girls. Hay que darle crédito: las chicas del Agente 007 pasan, muchas caen en el olvido, y a ella encima le tocó estar de fondo, detrás de la rusa Olga Kurylenko, que rajaba la tierra reseca del desierto boliviano en que tenía lugar el absurdo clímax de Quantum of Solace. Pero, en el poco tiempo que tenía en pantalla, condenada a secundaria, Gemma hacía con su superagente Strawberry Fields (¡ese nombre!) una transformación asombrosa: de refinada burócrata medio mosquita muerta a espía letal (con la única escena de sexo de la película) justo antes de alcanzar su anticipado final con un guiño a Goldfinger y un regusto de fatal injusticia.
La revelación fue intensa y dejó queriendo más. Y había más: Gemma, que hoy tiene 24 años, no había salido de la nada; antes del cine caro empezó a hacer valer su educación clásica en dos miniseries inglesas, Lost in Austen (que acá se vio en Europa Europa) y Tess of the D’Ubervilles (sobre Thomas Hardy, vista hace poco en Film & Arts), lo cual ayudó a convertirla en la primera opción, a partir de ahora, para films de corset cuando Keira no está disponible. También protagonizó St. Trinians, exitosa y muy británica remake de un clásico de los ’50 sobre un caótico internado de señoritas (ahora con estrellas como Colin Firth y Rupert Everett), y hace unos días pasó por Cannes con la última película de Stephen Frears, quien confesó que hasta trabajar con ella no tenía idea de quién era esta chica ni de qué hace en Hollywood. La película de Frears se llama Tamara Drewe y es una sátira social basada en una novela gráfica, que promete apartarla todo lo posible de los personajes que tiene ahora mismo en los cines: la eterna y etérea Io, protectora de Perseo, que no se despeina ni se arruga la túnica aunque atraviese mil desiertos de arena, viento y escorpiones gigantes, en la ridícula pero simpática Furia de Titanes. Y la más carnal pero igualmente eterna princesa de Alamut en la ridícula pero simpática El príncipe de Persia. Se ve que los directores de casting aspiran muy arriba con ella: en ambas tiene transacciones de alto nivel con los Dioses; en una le encomiendan el cuidado de un semidiós, en la otra el de una daga con poderes sobre “las arenas del tiempo”.
Pero, pasan las megaproducciones y sus efectos de arena digital y está cada vez más claro que el verdadero fuerte de Gemma es otro. Ya estaba así de claro desde antes: vuelvan a ver si no su paso por el mundo de 007 y digan si en la sutil dualidad de Miss Strawberry Fields, la de una action-girl que explota sin perder jamás el estilo ni la elegancia, no ha aparecido finalmente la verdadera, la más espontánea heredera de la Señorita Emma Peel de Los Vengadores. Los responsables de la edición inglesa de la revista GQ lo vislumbraron cuando filmaron un breve backstage de su sesión fotográfica, en inflamable pose y vestuario sixties (que está en YouTube y es imperdible). Ahora sólo falta que se aviven los tipos que toman las absurdas decisiones de Hollywood.
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