MúSICA > 107 FAUNOS TIENE NUEVO DISCO
Son de La Plata y pertenecen al semillero de bandas indies que florecen en la ciudad. Comparten sello con el otro grupo central de la movida, El Mató a Un Policía Motorizado, pero son muy diferentes a sus compañeros: 107 Faunos ha hecho una estética de la desorganización, al punto de que sus ensayos suelen ser los shows en vivo, pueden cambiar de formación antes de subirse al escenario y algunos de sus integrantes pasan largas temporadas fuera del grupo. Tanto capricho logra discos breves y fantásticos como el recién terminado Creo que te amo, con canciones de dos minutos y medio que son verdaderas delicias.
› Por Santiago Rial Ungaro
Los 107 Faunos no le escapan a la fiebre de la “mundialitis”: en La Plata, en el depto de Gastón Olmos, donde está reunida la banda, el baterista y anfitrión tarda unos instantes en saludar. Está abstraído, pegando con Plasticola las figuritas en su álbum del Mundial. Cuando levanta la cabeza saluda finalmente, con la simpatía característica de este grupo de gente que, en base a caprichos sistemáticos, ha logrado grabar uno de los discos más lindos del año: Creo que te amo.
Si hubiera un álbum de figuritas de grupos, los 107 Faunos serían la figurita difícil, la que nunca se consigue y que, por eso, vale más.
Criticados por infantiles y desprolijos, los Faunos decidieron ser aún más infantiles y desprolijos. Y, paradójicamente, gracias a este subrayado el disco suena maduro, prolijo e inteligente. Gastón Olmos, los hermanos Félix y Javier Sisti Ripoll, Miguel Ward, el cantante Juan Pablo Bava y la tecladista y xilofonista Mora Sánchez Viamonte son una familia bizarra, unida por “afinidades electivas”. Y efectivas, porque varios de sus integrantes son también miembros de Laptra, el sello platense que, con El Mato a Un Policía Motorizado a la cabeza, ha generado una valiosa movida independiente con el inconfundible sabor de “lo artesanal”. Miguel, guitarrista y compositor, explica que ellos le dan “igual de importancia a lo que opinamos nosotros que a lo que opinan los demás miembros de Laptra”.
Como sea, los Faunos no se parecen a sus compañeros de sello. Entre la ternura ruidosa de The Pastels y la rebeldía punk de Flema, los Faunos son un caso aparte: si todas las bandas para desarrollar su música necesitan juntarse en una sala para ensayar los temas, ellos han aceptado, casi desde el principio (que, durante la nota, algunos dirán que fue en el 2007, el 2006 y hasta el 2005) que ensayar es prácticamente imposible, porque coordinar los horarios entre todos es un lío. Como dice el proverbio chino, un problema que no tiene solución ya no es un problema: a cambio, los Faunos tocan en vivo permanentemente. “Ensayamos en vivo”, explica Miguel Ward, el otro compositor de los 107, haciendo un contrapunto poético perfecto con los temas del Gato: “El malentendido y el caos que nos rodea también tiene que ver con lo creativo. Esa confusión permanente es también una forma de hacer las cosas: a último momento, sin demasiada planificación y con mucha desorganización. Y dejamos que eso se note en lo que hacemos”. También es común que en sus recitales (en los que suele subir gente a cantar con ellos), falte alguno de los Faunos. Reemplazantes potenciales, claro, siempre sobran. En La Plata o en... ¿Rosario? “La otra vez tocamos en Córdoba y unos pibes después del recital me decían que les había encantado, pero que ésos no eran los 107 Faunos. Y es que habíamos ensayado en Rosario y después fuimos a tocar con una formación especial rosarina.” Quizá sea por eso que, cuando el Gato aúlla en “El Jefe de los malos”: “Ser el mejor en lo peor, toda una misión cumplida. Una obra gigante” suena tan convincente. Más que cuando explica que “nadie tiene el lugar asegurado”, y mira con actitud severa a sus compañeros de banda. De hecho, ahora mismo, mientras se escribe esta nota, los 107 Faunos tocan en un festival... sin el Gato, de viaje por Barcelona. Mimoso, arisco, callejero y relajado. El Gato, Javier Sisti Ripol le hace honor a su apodo siendo el líder gatuno de un grupo también felino.
Producido por Peta (guitarrista de Go Neko), el disco respeta la esencia de la banda: las canciones. Así, el álbum hará las delicias de los amantes del sonido de los 90’s, a lo Pavement o Guided By Voices, grupo clave para entender su estilo por lo cortitas que son sus canciones. “Todas las mañanas empezamos de cero, soñamos con aviones cayendo. Despertamos felices pero con miedo de perder. El sabor efímero de la gloria secreta” canta promediando el disco el Gato, quizá definiendo la estética de un grupo que vive como un rompecabezas: armándose, desarmándose y volviéndose a armar en estas miniaturas de canciones en las que aparecen caballos enanos, peces leopardo, se inventan neologismos como “carretear” y se humaniza a una pandilla de lobos del Bosque, en una temática recurrente, ya presente en el disco anterior con “Muchacho Lobo”, brevísimo hit que enfervoriza a los hinchas de Gimnasia y Esgrima pero que en verdad fue inspirado en un viejo film ochentoso protagonizado por Michael J. Fox.
Si en su primer disco los Faunos describían sus derivas situacionistas alrededor de El Cuadrado (la parte histórica más antigua de la Ciudad de las Diagonales por donde suelen deambular) y le cantaban a una remera de pez espada dentro de una valija, en Creo que te amo el grupo vuelve a confirmar que su imaginario poético es inagotable, confirmando su talento para sacar canciones lindas de la galera, escapándole siempre a la obviedad. Breves y escurridizas como los seres mitológicos que las habitan estas canciones palpitan: tiene vida propia. De tan breve (ningún tema pasa los dos minutos y medio), el disco es doblemente bueno e invita a ponerlo en repeat.
“Creo que tiene que ver con que nuestra atención es medio fragmentada. Me cuesta prestar atención a un tema largo, a no ser que sea algo genial, como ‘Rapsodia Bohemia’ de Queen. Además, es lo único que podemos hacer”, dice para ganarse la desaprobación de sus compañeros que explican, con razón, que esa brevedad y esa síntesis es un logro, una idea y no una limitación. Amigos de la Facultad de Bellas Artes, los 107 Faunos son de hecho una síntesis de muchas otras bandas (Grupo Mazinger, Muchacho Lobo, Campeón Mundial, Destino y muchas otras). Y si sus canciones (que inspiraron una película homónima de Germán Greco, que ya entró en la etapa de edición) parecen un libro de relatos es porque, a fin de cuentas, su disco, contra todos los pronósticos, termina siendo fantástico, lindo y adictivo. Como una golosina favorita.
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