Dom 05.09.2010
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INTERNET > LOS VIDEOS DE CONCIENCIA ECOLóGICA QUE SON FUROR

Un verde que no es dólar

Con poca plata y una sencillez que vuelve todavía más evidentes las atrocidades ecológicas que el Primer Mundo comete y alienta, la militante Annie Leonard consiguió lo que las ONG verdes vienen buscando hace décadas: convertirse en un boom vía Internet, entrar a las escuelas de la mano de los maestros y armar un revuelo tal que los grandes medios la acusan –como a Obama– de marxista. Y todo porque sus videos de 20 minutos les explican a los norteamericanos, de buena manera, cómo su porquería nos está tapando a todos.

› Por Soledad Barruti

“Esta es la historia de un mundo obsesionado por las cosas. Es la historia de un sistema en crisis. Estamos destruyendo el planeta. Nos estamos destruyendo entre nosotros. Y ni siquiera nos estamos divirtiendo. Si el mundo consumiera al ritmo de Estados Unidos, harían falta cinco planetas iguales al que tenemos. El problema es que nadie asegura que vaya a aparecer otro pronto. Y el que tenemos tampoco va a aguantar mucho esta sociedad que, aunque significa apenas el 5 por ciento en población, utiliza el 30 por ciento de sus recursos naturales, convirtiendo a otros países en grandes basureros, intoxicando a la gente (desde los operarios de las fábricas que manipulan tóxicos, a los bebés que respiran veneno en sus baños de espuma), y ni siquiera es feliz.” Eso es, palabra más o menos, lo que podría decir un trailer de los cuatro cortos animados que la activista Annie Leonard lanzó a la red con la misma idea fija que suelen impulsar siempre estas cosas: cambiarlo todo. Pero, contrariamente a lo que cualquiera podría suponer, si bien su injerencia en la realidad es incomprobable, tampoco corrieron la pobre suerte que tuvo hasta ahora el resto. De hecho llegaron mucho más allá, colándose por los lugares más insospechados.

Con YouTube como única pantalla, una cortina musical que suena a videojuego y una animación básica (hoja en blanco sobre la que van apareciendo dibujitos de siluetas, ciudades y otras cosas trazadas en negro), hay algo que desde el comienzo capta la atención: la mujer de pelo atado y cara lavada que se planta en primer plano logrando volver entretenido, sin nada, algo que tampoco tendría por qué serlo. Porque los cortos no sólo están escritos y dirigidos por Leonard, sino que –con el claro objetivo de que un mensaje tan para abajo como que todos podríamos terminar tapados de basura o con cáncer no deje de tener punch– los videos también están protagonizados por ella. Una mujer de 45 años y un pulcrísimo look sin look, que combina la claridad de una buena maestra con una sucesión de chascarrillos y slangs a lo Ned Flanders. Una científica súper informada que, mientras va tirando un dato encima de otro, termina montando una historia trágica pero a la vez tan sencilla como pegadiza. Una madre preocupada y apta para todo público. El combo que no deja flanco de la clase media sin cubrir es imbatible. Así fue como de la noche a la mañana el primer video que vio la web en 2007, The Story of Stuff (La historia de las cosas) se volvió una de las herramientas de propaganda más pregnantes de la militancia verde.

The Story of Stuff recorre en menos de 20 minutos la historia de amor de los americanos con “su única razón de ser”, el consumo, explicando cómo eso no sólo es una conducta estúpida, sino que afecta al resto del mundo. Y lo hace prendiendo la luz allí donde nunca quieren mirar demasiado: en cada uno de los procesos que atraviesan los objetos a vender y comprar, desde la cosecha de materias primas hasta la producción y su veloz desecho. “¿Alguien se puso a pensar quién paga por una radio que compramos a 5 dólares?”, pregunta Leonard. El Tercer Mundo paga con sus recursos naturales, quienes trabajan o viven cerca de las fábricas pagan con su aire y su asma y sus índices de cáncer, los chicos del Congo que trabajan extrayendo el metal que se necesita para hacer el chip que se incorpora en la radio pagan con su futuro, los cajeros pagan con su trabajo precario. “Sólo por una radio de 5 dólares que no va a durar más de seis meses (el tiempo de máxima que se estima se conservan el 99 por ciento de las cosas que cada norteamericano compra por día)”, explica Leonard, que se pasó los últimos 10 años viajando por el mundo siguiendo una sola pista: la basura.

Claro que para alguien que esté más o menos al tanto del entramado del sistema estas explicaciones, con sus cifras de alto impacto, pueden resultar un poco vacuas (sobre todo si ese alguien pertenece a los confines perjudicados del mundo). Pero la cosa se vuelve más interesante al conocer el caminito que viene haciendo este video. Porque en tres años The Story of Stuff no sólo fue visto por más de 12 millones de personas que lo tradujeron, subtitularon y dieron a Leonard la idea de hacerlo dvd, sino que, de la mano de los propios maestros interesados en que llegara a sus alumnos, el año pasado entró a la escuela. A miles de escuelas públicas, donde miles de alumnos de primaria y secundaria tuvieron la oportunidad de debatir y debatirse. Y hubieran podido seguirlo haciendo de no haber sido porque hubo otros miles que pusieron el grito en el cielo.

Es que el video no sólo critica la modalidad consumista de un país que amenaza con devorarse a todos los demás. Además pone la lupa en los nombres detrás del sistema. “Mis amigos me dicen que debo utilizar un tanque para simbolizar al gobierno”, dice Annie antes de tirar munición gruesa sobre nombres que van desde Eisenhower a Bush, pasando por sus emblemáticas frases y empresas patrocinantes. “Nuestros hijos están recibiendo clases de un nuevo Marx con pelo largo”, dijeron por todos lados. Hasta que la queja se hizo informe en CNN y luego estalló en Fox News, que armó un especial atrás de otro sobre la propaganda comunista en los colegios y, de paso, aprovechó para darle cámara a otro militante, en este caso, pro sistema. Lee Doren se llama el joven mecenas del Tea Party y cara visible del Competitive Enterprise Institute (una entidad que milita por el libre mercado y los gobiernos con poderes limitados por ellos) que también libra su batalla desde YouTube a través de How the World Works.

Doren esgrime argumentos como “por supuesto que somos quienes más consumimos porque somos la nación más poderosa del mundo y está bien que así sea. Esta mujer no sólo miente sino que está aterrorizando a los chicos contándoles que sus almohadas están cubiertas de productos tóxicos”, a través de la serie de videos The Critics que produjo y en los que repasa los cuatro videos de Leonard.

La cuestión es que con tanta pantalla lograron su objetivo porque el tema, así como entró, por arte de magia salió de la currícula.

Mientras tanto, la mujer que de un día para el otro fue vox populi salió de su comunidad (vive con su hija de diez años y cinco familias en casas de puertas abiertas donde hacen todo mediante un sistema de producción sustentable) y por medio de un comunicado habló: ella jamás había armado los videos para los colegios, dijo. Aunque, claro, jamás les recomendaría que dejaran de pasarlos. “Algo está mal. Nuestra economía está fuera de pista. La mitad de la población mundial vive con menos de 2,50 dólares al día, incapaces de satisfacer sus necesidades básicas, mientras que un puñado de personas acumula obscenos niveles de riqueza. Nuestras industrias convierten los recursos del planeta en tierras abandonadas, mientras hacen circular productos químicos tóxicos tan penetrantes que ahora están presentes en cada cuerpo, incluso en los de los recién nacidos. Y nuestra cultura nos alienta a encontrar satisfacción en el consumismo desenfrenado en lugar de la compasión y la conexión.” Luego, aprovechó la oportunidad y presentó La historia del agua embotellada (cómo fue planeada la comercialización de un recurso tan esencial como el aire); La historia de Cap & Trade (por qué está mal el único programa de intercambio de carbono que lanzó el Primer Mundo para frenar el calentamiento global) y La historia de los cosméticos (qué porquerías les ponen exactamente a los champús, pasta de dientes, cremas de belleza y maquillajes). Presentó además el libro de The Story of Stuff, impreso con tinta biodegradable sobre hojas hechas con basura reciclada.

Por último, mientras La historia de la electrónica espera su inminente estreno, firmó un convenio con una asociación alucinante: Green Faith, una ONG multirreligiosa que adapta los mensajes de militancia ecologista a los diferentes credos existentes para evangelizar desde ahí. Así, lo que armaron fue un curso de seis módulos para tomar conciencia del uso “divino” de los recursos de la “creación” convirtiéndose en la envidia de entidades como Greenpeace, que miran con la boca abierta mientras siguen preguntándose cómo lo hizo.

Los cinco videos pueden verse en www.thestoryofstuff.org

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