Dom 05.09.2010
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PERSONAJES > SOFíA VERGARA Y MODERN FAMILY ARRASARON EN LOS EMY

Píntala de negro

Adivinen qué: la colombiana Sofía Vergara, la morocha increíble de Modern Family, es rubia natural. Mientras en California abundan las cabelleras platinadas en las que asoman raíces negras, a lo largo de los diez años que lleva paseando su obnubilante figura por Hollywood, Sofía tuvo que oscurecerse para dar con el tipo de latina que el cine y la televisión esperan de ella. Y ella lo sabe, sigue la corriente, alimenta el juego, y ahora, a los 38, se encuentra lo más cerca que ha llegado de dar el salto: Modern Family acaba de llevarse el Emmy a la mejor comedia televisiva por su primera temporada, arrebatándoselo a la ganadora de los tres años previos, la insuperable 30 Rock. En Modern Family Sofía interpreta a, por supuesto, una sex bomb latina con el más deslumbrante pelo negro de la pantalla chica actual.

Y desde que debutó en la televisión norteamericana en septiembre del año pasado, esta serie creada por Steven Levitan y Christopher Lloyd fue recibida como una revelación por la crítica de su país: acaso la primera sitcom centrada en una larguísima institución norteamericana (la familia entera como protagonista de comedia) que consigue realmente adaptarse a los tiempos que corren. Intervenida por el estilo documental que cunde desde la aparición de The Office –con sus personajes dando cada tanto testimonio a cámara–, Modern Family hace foco no en un núcleo familiar, sino en tres. Está por un lado Jay Pritchett, el padre sesentón (Ed O’Neill, el padre de Casados con hijos), divorciado y recientemente casado con Gloria (Vergara), veintivarios años menor y con un hijo a cuestas, un chico al borde de la adolescencia llamado Manny. Por otro, la hija de Jay, Claire (Julie Bowen) con su marido Phil (Ty Burrell) y sus tres hijos, a los que –padres “modernos” como son y, en especial él, desesperado por parecer más un amigo cool que una figura de autoridad– no saben exactamente cómo manejar. Y finalmente, el hijo menor de Jay, Mitchell (Jesse Tyler Ferguson), a quien el principio del primer capítulo encuentra regresando a su casa junto con su novio Cameron (Eric Stonestreet) y la beba vietnamita que acaban de adoptar juntos. Si algo se le ha criticado a Modern Family entre voces unánimemente laudatorias son ciertos estereotipos en los que sostiene buena parte de su humor –la latin sex bomb es impetuosa y su acento colombiano suena exagerado; uno de los gays es amante incondicional de los musicales de Broadway y de las películas con Meryl Streep–, pero es verdad que en su retrato obvio y directo el estereotipo pega toda la vuelta, hasta funcionar como un comentario sobre los prejuicios y los clichés que el cine y la televisión nos enrostraron por años.

Modern Family no aspira a correr la marca de lo políticamente incorrecto en la televisión norteamericana, pero ésa parece ser justamente la clave de su éxito y la razón por la que fascina a los críticos norteamericanos. Tras la secuencia parricida del género sitcom familiera que ejecutaron Casados... con hijos, Los Simpson y Arrested Development, entre otras, lo menos revolucionario que podía ofrecer la pantalla era otra familia disfuncional. Los miembros de la “extended family” Pritchett tienen sus desavenencias: hay un padre algo desafectado que no termina de conectar con la homosexualidad de su hijo, mientras que Claire no está del todo cómoda con una “madrastra” más o menos de su edad y que saca humo a su paso. Pero todo se va solucionando o cuando menos llevando adelante de una manera suficientemente amable, y el panorama general que muestra la serie parece ser el de una sociedad que está aprendiendo y naturalizando con gracia la convivencia y la diversidad. La reseña del sitio Salon.com celebró la aparición del programa diciendo que “familia y disputas han ido de la mano desde siempre; pero ¿familia y risa? Esas dos no han estado juntas en la televisión en mucho, mucho tiempo”.

Y si todo lo anterior no es un argumento suficientemente convincente para acercarse a Modern Family, queda uno, tal vez el más fuerte de todos: la presencia apabullante de la rubia morocha Sofía Margarita Vergara, nacida en 1972, criada en Barranquilla (y amiga de Shakira, claro), casi recibida de odontóloga para cuando el dinero del modelaje y la actuación la apartaron de su vocación universitaria, y mudada definitivamente a Estados Unidos después de que su hermano fuera asesinado en un secuestro fallido. Tras años de trabajar en la cadena de televisión hispana Univisión, y de probar suerte en series que quedaron truncas y películas que fueron olvidadas, finalmente encontró su lugar con Gloria. Hasta entonces, en las entrevistas sólo le preguntaban por su cuerpo, por su vida colombiana, y por ese hijo que tuvo a los 20, que vive con ella, y al que le puso Manolo... por uno de los narcos de la película Scarface. De risa franca y una gran espontaneidad para enfrentar a sus muchas veces ignorantes entrevistadores norteamericanos –como puede verse en decenas de videos subidos a YouTube–, Sofía usa el estereotipo a su favor, explota lo que le dio la naturaleza y, lejos de pretender reemplazar a Salma Hayek, está disfrutando su momento. Si la nominan a un Emmy, y si descubren que ese acento que parece una parodia grotesca de inmigrante latina y con el que se ganó a su nuevo público, es su acento verdadero, no pasa nada, ella se lo toma de lo más bien: “Y bueno, parece que no soy tan buena actriz después de todo”.


Modern Family se da en Fox

todos los martes a las 22

Los que se perdieron los seis episodios emitidos hasta ahora, hoy tienen la oportunidad de ponerse al día: la maratón empieza a las 17, por Fox.

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