PERSONAJES > FINALMENTE SE EDITA CRIATURAS DE LA NOCHE, CON ASIA ARGENTO
› Por Alfredo Garcia
Por algún motivo Criaturas de la noche (Les morsures de l’aube), producción francesa de 2001, no sólo no se estrenó nunca en los cines argentinos sino que encima demoró casi una década en ser editada en DVD.
Si después de todo este tiempo a alguien le pareció oportuno editarla en DVD, debe ser por algún motivo, o varios... Empezando porque quien rescató esta película debe ser fan a muerte de la alguna vez llamada “la última mujer fatal”: Asia Argento.
La hija de Dario Argento es una scream queen de las que no quedan. Y en esta película de 2001 –dirigida por Antoine de Caunes, actor y factótum del Eurotrash de Jean Paul Gaultier– protagoniza una de las mejores películas erótico-psicodélicas; una de las más extrañas de todos los tiempos.
Las imágenes son difíciles, casi imposibles de describir, sobre todo si se siente alguna debilidad por Asia Argento. Pero el asunto viene más o menos así: un loser que la va de rey de la noche es contratado para encontrar a un auténtico monarca nocturno. No consigue dar con él, pero sí ubica a su hermana, a quien le tira los galgos torpemente a primera vista y, oh sorpresa, ella, encantada, lo lleva a una amoblada. Ahí, la femme fatale le sirve champagne, sólo que poniéndole una pastillita en su copa, y le explica algo así como que “el amor lo hago con la boca”.
El pobre vividor, ya medio calcinado de andar de boliche en boliche simulando estar hecho un demonio, incluyendo todo el trabajo implicado en la torpe simulación de seducción a la vampiresa que se levantó como si fuera el mismísimo Roberto Galán, empieza a percibir cosas non sanctas, casi más perturbadoras que placenteras, segundos después de probar la bebida espirituosa.
Curiosamente lo mismo le sucede al espectador, aun si sólo ha estado tomando un poco de limonada light. Y es que la chica de la noche en cuestión, Violaine (“mi nombre es una mezcla de violación y odio”, explica con dulzura), parece invocar algún tipo de conjuro esotérico que le permite clonarse por tres para potenciar a pleno esa noche de placer que evidentemente ella sólo disfruta por triplicado, a diferencia de su partenaire, que no puede relacionar su lamentable estado con ningún tipo de resaca conocida en su larga experiencia noctámbula...
Y sin embargo, ahí está la reina de la noche que encarna Asia Argento, sometiendo al protagonista a delirantes y aberrantes prácticas luego de lanzar un conjuro que la convierte en tres Asias sedientas de sangre... ¿O será el efecto de la droga que metió en el champagne de su supuesto seductor?
La gran cualidad de Criaturas de la noche es que en ese punto avanzado de la película aún no se sabe si el argumento contiene elementos fantásticos o no, si se trata realmente de un film de terror, o sólo es una francesada ochentosa símil Subway de Luc Besson, el tipo de film europeo donde todo vale y nada importa.
Siendo la ópera prima de su director, se entiende que es un homenaje a la década de 1980, no sólo en lo que se podría esperar de la noche parisina sino también a lo que venía del lado más freakie de Hollywood, empezando por Después de hora de Scorsese o Into the Night de John Landis (Un romance peligroso, según su título local); un género difícil de definir –centrado en la comedia dark en el caso de Scorsese, o en el policial negro en el de John Landis–, más recientemente en comedias hollywoodenses como ¿Qué pasó ayer? o Una noche fuera de serie.
Justamente lo más raro de Criaturas de la noche es el trabajo que se toma para que el espectador no sepa hasta el último minuto si es un film de terror o no. Esta sutileza debe ser el principal motivo para que esta formidable película haya resultado tan bizarra como para no lograr una difusión internacional realmente masiva (en los EE.UU. apareció en DVD como Love Bites, título casi más destinado al olvido que el que le pusieron entre nosotros). Otros motivos, obviamente, son los detalles puntuales de las costumbres aberrantes del noctambulismo francés, según una descripción caricaturesca que jamás intenta el naturalismo, y que se vuelve particularmente áspera cuando describe un club S&M con sesión de “karaoekulo” (variación de karaoke cuya denominación no necesita muchas explicaciones). Siendo un fan del comic, se podría decir que el director reinventó una noche parisina de la década de 1980 con imágenes y situaciones imprevisibles al estilo del Tintín de Hergé, sólo que con un tono más sofisticado y adulto. Igual que en un comic de Hergé, algunas de las mejores escenas de esta película son totalmente anecdóticas, como la que atañe a Dogman, un rastafari con la peor onda que se dedica a criar perros de riña, canes alimentados en gran parte gracias a los seres humanos que él mismo aniquila.
Sólo que el tarambana interpretado por Guillaume Canet no sólo no se parece mucho a Tintín sino que es un antihéroe miserablemente impresentable. Uno de los mayores logros del director es convencernos de que este tipo realmente vive sólo de noche, infiltrándose en todo evento, party o cocktail posible, y que a falta de hogar se las arregla para colarse en un gimnasio donde duerme en una reposera, ¡al lado de la pileta de natación!
La banda sonora es de lo mejor, incluyendo Stan Getz, Groove Armada y hasta un tema de Peter Gabriel (“Nocturnal”) que no se editó nunca en ninguna recopilación oficial, parece. Las actuaciones, los decorados y la fotografía son excelentes. A todo nivel está todo bien pero, de todos modos, el principal motivo para no perderse esta película es Asia Argento, triplicada en un indescriptible ritual erótico/sádico/psicodélico. E incluso –no hay que adelantar nada porque, como se dijo, es parte de la sugerente ambigüedad de la película– quizá vampírico.
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