El cine nunca terminó de fagocitar como corresponde a los videojuegos. Hasta ahora: después de años de adaptaciones tediosas se estrena en DVD Gamer: Juego letal. Maltratada por la crítica estadounidense, pero avalada por las últimas expresiones de la realidad, esta película de ciencia ficción de Mark Neveldine y Brian Taylor, en la que los juegos reemplazan el control de avatares virtuales por personas reales, tiene una mirada más que desesperanzada de los aportes de las nuevas tecnologías y las maneras de hacer catarsis online. Y el futuro que pinta se agiganta en el horizonte.
› Por Javier Alcacer
El cruce con los videojuegos no le aportó demasiado al cine. Ni siquiera fueron tantos los millones recaudados por las adaptaciones a la pantalla grande de franquicias exitosas en las consolas como Doom, Street Fighter o Prince of Persia, como gallina de los huevos de oro la historieta funciona mucho mejor. La realidad es que, salvo contadas excepciones, el cine siempre se les acercó con cautela a los videojuegos, con miedo incluso. Tanto de la literatura como del comic, se importaron recursos narrativos y tópicos que nutrieron al relato cinematográfico, en cambio ¿cómo hacer con los videojuegos? ¿Qué hacer con un medio cuya principal característica es la interactividad? Desde Hollywood se optó por tomar cierta iconografía y algunos motivos del videojuego a adaptar, esto puede verse bien claro en la primera película basada en uno de ellos: Super Mario Bros (1993), en la que Bob Hoskins y John Leguizamo interpretaron a unos hermanos plomeros, de ascendencia italiana, uno vestido de rojo, el otro de verde, que tenían que rescatar a una princesa y derrotar a un villano llamado Koopa (Dennis Hopper, cuando su carrera tocó fondo). Esto no era suficiente para salvarla del tedio de cualquier exponente de la clase B. Entre las pocas películas que se animaron a explorar en las posibilidades del videojuego –y sin adaptar ninguno de ellos– vale la pena eXistenZ (1999), para cuya estructura de cajas chinas de realidad virtual David Cronenberg tomó el concepto del nivel, un escenario que los personajes podían atravesar sólo después de cumplir una serie de pasos ordenados. Pero los primeros en lograr adaptar al cine el lenguaje y la lógica del videojuego con éxito es el dúo de realizadores Mark Neveldine y Brian Taylor, quienes en Crank: Veneno en la sangre y Crank: Alto voltaje había mezclado al Super Mario con Trainspotting y ahora vuelven a la carga con Gamer: Juego letal, que este mes se estrena directo a DVD.
Ambientada en un futuro cercano, el mundo de Gamer está marcado por dos videojuegos masivos creados por un nerd megalómano llamado Nick Castle (Michael C. Hall). El primero de ellos se llama Society y se parece mucho al Second Life, sólo que en lugar de avatares virtuales, cada usuario cuenta con una persona a la que controla, obra y gracia de los avances nanotecnológicos de Castle, una persona de carne y hueso con la que se puede hacer todo lo que uno quiera y con la que los jugadores aprovechan para dar rienda suelta a su crueldad (obligarlo a masticar tarántulas, hacer que se lastime para que lama las heridas y ría mientras lo lleva a cabo). “Podés pagar para controlar, o cobrar por ser controlado”, explica Castle. El éxito de Society lo habilita a crear, con ayuda del gobierno de los EE.UU., un nuevo juego: Slayers, en el que el participante controla a presos condenados a muerte que se enfrentan entre sí en una batalla armada. Si el condenado sobrevive a treinta encuentros queda libre. Controlado por un adolescente sin vida social fuera del juego, Kable (Gerard Butler) es la estrella de Slayers: está cerca de convertirse en el primero en ganar la amnistía. Para hacer el juego más divertido y, según Castle, más justo para los presos que no son aptos para combatir en Slayers, se les permite ingresar al combate como personajes con funciones predeterminadas por el juego y quedar libres en caso de sobrevivir (casualmente, John Leguizamo interpreta a uno de ellos). Para participar de cualquiera de estos juegos sólo es necesario una pequeña intervención quirúrgica que permite a las células del cerebro transmitir, convirtiendo al cuerpo en un módem.
Las críticas fueron lapidarias. “Un vomitorium de pechos y balas”, escribieron en el New York Times. La descripción no falta a la verdad, pero se queda en la punta del iceberg: en Gamer hay mucho más que desnudos y violencia. En una entrevista para la página Slashfilm, los directores citaron Rotten.com, un shock site infame que alberga fotos de cadáveres, accidentes y perversiones sexuales. Su slogan es “Maldad pura desde 1996”. En su versión de la web del futuro, Neveldine y Taylor quitan de la ecuación al doble virtual y ponen en su lugar un cuerpo humano que se somete a la crueldad y al sadismo sexual que prolifera en Internet, el verdadero vomitorium, logrando un efecto de distanciamiento que le ganó el desprecio de la crítica. Por otra parte, Gamer se estrenó en los cines del resto del mundo en 2009, el año en que Mark Zuckerberg declaraba que Facebook había alcanzado los 300 millones de usuarios. En 2010 alcanzó los 600 millones de usuarios. En lo que va de 2011, un reality show convocó al público a decidir si castigaban a los participantes por conductas impropias reduciéndoles a la mitad el presupuesto para la comida. El 80 por ciento de los televidentes votó que sí. Todo parece indicar que la única esperanza de que el futuro no llegue tan rápido está en que las investigaciones sobre la nanotecnología se tomen su tiempo.
Gamer: Juego letal se editó este mes en DVD.
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