DESPEDIDAS > MURIó FARLEY GRANGER, EL ASESINO DE HITCHCOCK
› Por Alfredo Garcia
De no ser por la noticia de su muerte, a los 85 años, esta semana, alguien podría haber pensado que Farley Granger estaba muerto desde hace décadas. Es que el actor de Pacto siniestro (Strangers on a Train) y Festín diabólico (Rope), ambas de Alfred Hitchcock, abandonó su carrera en Hollywood demasiado rápido, aunque no antes de haber filmado con directores como Lewis Milestone, Nicholas Ray y Richard Fleischer.
Pero este actor simplemente no se hallaba en Hollywood, y marcó un hito como raro caso de astro hollywoodense decidido a comprar su contrato con un estudio con tal de poder abandonar el cine para probar suerte en Broadway. Lamentablemente, luego de este acto casi heroico, la carrera en teatro de Farley Granger demoró muchos años en despegar.
Se lo recuerda como un galán de la década de 1950, pero su carrera comenzó antes, durante la Segunda Guerra, cuando los productores se quejaban de que no había suficientes hombres para convertir en actores, ya que todos estaban luciendo uniforme en algún frente aliado. Granger había nacido en San José, pero su familia se mudó a Los Angeles, donde en 1943 un empleado de los estudios de Sam Goldwyn que buscaba nuevos talentos lo encontró haciendo una lectura en un teatro de principiantes. Nacido en 1925, el joven Farley Granger no tenía experiencia profesional, pero pronto estaba haciendo una prueba de casting delante de los mismísimos Sam Goldwyn y Lilian Hellman, que lo dio por bueno para un papel en su controvertida película prosoviética La estrella del Norte (The North Star) dirigida por Lewis Milestone, donde el debutante interpretaba a un joven ucraniano enfrentado a los invasores nazis.
El film terminó siendo uno de los considerados subversivos por la comisión que inició la caza de brujas durante el macartismo, ya que a pesar de que los rusos eran aliados, la idea de que los comunistas fueran buenos necesariamente debía ser antiamericana. La película sufrió cortes y sucesivos reestrenos, en los que la identidad soviética de los héroes se desdibujaba (en el elenco también estaban Anne Baxter, Erich Von Stroheim, Dana Andrews y Walter Huston), pero nada de esto complicó la carrera del joven Granger, quien luego de hacer otro film de guerra más convencional con Milestone, y de hacer un breve paso casi nominal por el ejército, fue elegido por Hitchcock para interpretar a uno de los sádicos asesinos de Festín diabólico.
Basado en el famoso crimen real cometido por Nathan Leopold y Richard Loeb, el film de Hitchcock contaba la historia de dos universitarios brillantes que mataban a un compañerito y hacían una fiesta con el cadáver de la víctima fresco en un baúl que servía como mesa, todo esto para demostrarle a su profesor James Stewart lo inteligentes que eran. La película estaba filmada sin cortes de montaje, es decir sin cortes salvo en los cambios de rollo (o sea: uno cada aproximadamente once minutos) y disimulados en una pared o la espalda de un personaje.
Farley Granger, que había tenido romances con Shelley Winters, Janice Rule y hasta Ava Gardner, con los años confesó su bisexualidad (se lo unió sentimentalmente con el renombrado músico Leonard Bernstein) y evidentemente Hitchcock aprovechó al máximo su ambigüedad sexual para componer tanto el personaje de Festín diabólico como el de Pacto siniestro, donde Farley era un tenista en medio de un divorcio complicado, a quien acosaba un psicópata amanerado (Robert Walter), quien buscaba intercambiar crímenes con él de tal modo que ninguno de los dos tuviera un motivo. Para que la relación entre esos dos extraños fuera creíble, había que generar una chispa entre ambos que obviamente el mago del suspense supo encender muy bien.
Pero antes de volver a actuar con Hitchcock, Farley Granger ya había protagonizado otra obra maestra, pero esta vez del director de culto Nicholas Ray, el de Rebelde sin causa. La película era todo un ejemplo de cine negro con contenido social y melodrama sobre un joven de 23 años que luego de haber pasado siete años en la cárcel sólo quería demostrar su inocencia y vivir tranquilo con su chica, lo que obviamente jamás iba a suceder. De nuevo Granger mostraba una fragilidad difícil de manejar en Hollywood, por lo que se explica que lo haya terminado convocando el mismísimo Luchino Visconti en Livia, un amor desesperado (Senso), en la que interpretaba a un militar austríaco en medio de un romance totalmente neurótico con la condesa Alida Valli.
En los ‘50 Farley casi llega a ser un galán reconocido y popular, pero empezó a sentirse muy a disgusto con los roles que le daba Goldwyn, y finalmente, luego del film Edge of Foom, de Mark Robson, donde debía matar a golpes a un cura, le compró los dos años de contrato que le quedaban al famoso productor, y su carrera se vino prácticamente a pique, ya que aun cuando se mudó a Nueva York, no recibía ofertas para obras importantes y apenas si subsistía con papeles secundarios en televisión, o, ya en los ’60, viajando a Italia para hacer películas de terror no precisamente prestigiosas. Con los años logró su lugar en las tablas, pero para los fans del cine, siempre será el actor de los crímenes perfectos de Hitchcock.
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