RESCATES > LA TIERRA TIEMBLA, DE LUCHINO VISCONTI: LIBRO Y DVD
La tierra tiembla fue la primera parte (y la única que llegó a filmar) de una trilogía en la que el Conde Rojo del cine desplegaría un fresco épico del levantamiento, la lucha y el triunfo de los trabajadores italianos. Filmada en un dialecto siciliano difícil de entender, con cortes y versiones diversas, y difícil de conseguir, la película de Luchino Visconti no fue sólo importante para el neorrealismo italiano: su relación con los cineclubs argentinos entre los años ’50 y ’70 es un elocuente entramado de militancia cinéfila y política. Por eso el rescate de la película, acompañado de ensayos y los cuadernillos escritos por Enrique Raab, hacen de Raab/Visconti. La tierra tiembla mucho más que una edición en DVD. Y su presentación en la ex ESMA, un acto de justicia y reparación inesperado.
› Por Mariano Kairuz
Probablemente el nombre de Luchino Visconti no sea el que más rápido se asocia con el neorrealismo italiano. Pero hay una película en particular del Conde Rojo –apodado así por su doble identidad de aristócrata y marxista– que no sólo se identifica con ese movimiento (que nunca fue estilísticamente homogéneo), sino que además es pionera de muchos de los rasgos que definen a los cines más radicalmente contemporáneos surgidos 50, 60 años más tarde. La película no es de las más vistas del director de El gatopardo, en parte porque durante mucho tiempo fue de difícil acceso más allá del circuito cineclubístico y alguna edición en video pobre en imagen y más pobre aún en traducción y subtitulado. Estrenada en 1948, La tierra tiembla (La terra trema) anticipaba algo de ese borramiento del límite entre la ficción y el documental que hoy es recibido como el no-va-más de la modernidad en el cine, narrando en su ambiente natural una historia protagonizada por un reparto de actores no profesionales, es decir, por los pescadores explotados del pueblo de Aci Trezza, interpretando a, precisamente, un pueblo de pescadores explotados. Estrenada el mismo año de Ladrones de bicicletas de De Sica, La terra trema fue un referente fundamental del neorrealismo de la temprana posguerra.
El flamante libro Raab/Visconti. La tierra tiembla, coordinado por Máximo Eseverri y editado por Eudeba en colaboración con el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, habilita la posibilidad de ver la película de los pescadores sicilianos como hacía tiempo que no se la podía apreciar, mediante la inclusión de una copia en DVD que tiene una duración no completa pero sí de lo más cercana a la de su proyección original, en el festival de Venecia en 1948, acompañada de una lista de diálogos que repone parte de lo que se perdió entre los sucesivos cortes y la traducción del cerrado dialecto siciliano en que está hablada. Sin embargo, el mayor aporte del libro acaso sea su apuesta de ir más allá del análisis argumental del film, para explorar no sólo su significación política, sino también el modo en que sus significados y valores se potenciaron y multiplicaron con la llegada de la película al Río de la Plata a través de la amplia, activa y militante cultura cineclubista que existía por acá entre los años ‘50 y ‘70.
De hecho, el punto de partida del libro fue uno de los testimonios recogidos por Eseverri durante la investigación realizada para un libro anterior de su autoría: Enrique Raab: claves para una biografía crítica (Prometeo), sobre el periodista desaparecido por la dictadura en 1977. Fue la periodista Susana Viau quien le contó que uno de los últimos proyectos de los que le había hablado su amigo Raab era el de organizar una proyección privada de La tierra tiembla para unas pocas personas, en una casa privada; es decir, del modo casi secreto en que cierto cine prohibido o inaccesible circulaba entre cinéfilos y militantes políticos en esos años.
La vinculación de Raab con la obra de Visconti no empezó en ese proyecto de cine-debate, sino una década y media antes, cuando el periodista editó el cuadernillo número 10 (mayo de 1961) de la revista Gente de cine, enteramente dedicado al director italiano de quien acá acababa de estrenarse Rocco y sus hermanos. En el cuadernillo Raab incluyó, entre otros materiales, una entrevista al cineasta milanés realizada por dos críticos de Cahiers du Cinéma, en la que éste emparienta a Rocco con La terra trema, por haber nacido ambas de la lectura del escritor siciliano Giovanni Verga, por entonces un gran referente del “verismo” cinematográfico entre algunos cinéfilos italianos. Adaptación de I Malavoglia (1881) de Verga, La terra trema era el primer capítulo de un proyecto en tres partes que Visconti nunca completó. La historia de este proyecto es abordada en otro texto del libro, a cargo de Mariano Mestman –investigador del Conicet especializado en la representación del trabajo en el cine– y se despliega en los Apuntes para un film documental sobre Sicilia, del propio Visconti. La terra trema tiene un subtítulo, “Episodio del mar”, ya que esta primera historia –la de la rebelión del pescador Ntomi contra los abusivos comerciantes que fijan el precio de su trabajo– debía continuar con las de los mineros y los campesinos, en un crescendo dramático épico que culminaría con el triunfo de los trabajadores.
Eseverri reconstruye en su texto una segunda historia: la de las peripecias de la llegada a la Argentina de la película. Esta relato arranca hacia 1963: ese año, Salvador Sammaritano le pidió al director José Martínez Suárez que trajera a su regreso de un viaje a Roma que estaba or hacer, la copia del film de Visconti que el Cineclub Núcleo había negociado con una asociación cultural italiana. El relato de las vueltas y escollos que debió superar Martínez Suárez para cumplir con el pedido forman parte de una leyenda y una aventura más grande y aún más épica: la del fervor de aquellos años en que el cineclubismo era una causa y una forma de resistencia, ocupándose de aquellas películas que por distintas razones (de mercado, de censura, etcétera) no llegaban al país. El caso particular de las primeras proyecciones rioplatenses de La tierra tiembla es especialmente elocuente: las funciones que tuvieron lugar el 27 y el 28 de octubre de 1963 en Núcleo, fueron todo un evento al que asistieron unos 1500 espectadores. Entre ellos estaba Raymundo Gleyzer, quien un año más tarde proyectaba en el mismo ámbito su película La tierra quema, en la que hay al menos un plano que dialoga de manera directa con Visconti.
Todo indica que la influencia cultural y política de estas proyecciones podría haberse prolongado en proyectos que, como el de Raab, quedaron violentamente truncados por la dictadura. “Para octubre del ‘76”, y tras “haber recibido repetidas amenazas había abandonado su departamento y deambulaba de casa en casa con su ropa en una bolsa”, escribe Eseverri. “La iniciativa de hacer la proyección de La tierra tiembla, entre muchas otras, había quedado atrás, sepultada por las urgencias, los temores y las angustias de vivir bajo una dictadura, en una ciudad en la que los lugares seguros eran cada vez menos”. Cuando en octubre del ‘77 se estrenó en Buenos Aires El inocente, obra póstuma de Visconti (que murió el 17 de marzo del ‘76), Raab ya llevaba meses desaparecido. El último lugar en que se supo de él fue la ESMA; es por eso que la proyección de La tierra tiembla que el próximo sábado acompañará la presentación del libro Raab/Visconti en el Centro de la Memoria Haroldo Conti tiene mucho de homenaje y también algo de reparación simbólica. Será, como escribe Eseverri, un ejercicio de memoria “no sólo a través del recordatorio de un desaparecido sino también mediante la concreción de uno de sus proyectos, en el mismo lugar donde esa posibilidad le fue arrebatada”.
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