Dom 24.06.2012
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FOTOGRAFíA > MARCOS LóPEZ EN PHOTOESPAñA

Nuestro tiempo

En medio de una crisis de consecuencias feroces y desenlace todavía incierto, se celebró en España una edición de PhotoEspaña, quizás el festival de fotos más importante del mundo. Invitado a dar un taller, Marcos López deambuló entre los fuertes contrastes de los trabajos de todo el mundo, la realidad y el bombardeo publicitario habitual de la calle. Y trajo de vuelta un puñado de imágenes en las que encuentra el triste reflejo de nuestro tiempo.

› Por Marcos Lopez

Acabo de llegar a Buenos Aires desde Madrid. Estuve una semana en PhotoEspaña 2012, tal vez el principal festival de fotografía –el más grande, el que tiene más exposiciones, etc., etc., etc.– que se hace una vez el año en el mundo.

Fui a dar un taller de tres días donde nos divertimos como niños junto a 45 alumnos, nos disfrazamos de tucanes, de palmeras, de maraqueros, de hombres rana, de Carmen Miranda, nos metimos en una pelopincho redonda... Y además sacamos fotos.

De todo el festival, de las centenares-miles de fotografías que vi, hubo tres que quedaron en mí. Que me marcaron. Que ya no se van a ir.

Una es el retrato en blanco y negro, copiado en papel de plata gelatina, químico, medio fuera de foco, de Marilyn Monroe. La desolación y la fragilidad del ser humano representadas en una imagen. Otra es una vista aérea de San Pablo, tomada por el joven Tuca Vieira, del límite de una favela con un edificio espiralado con piscinas individuales en cada piso. Impresionante. La imagen más poética, más fuerte, que habla sobre la situación central, el espíritu de América latina en su más descarnada y poética expresión. Creo que es la mejor foto sobre “el tema” de América latina que vi en los últimos años. Da el título a la muestra: Esquizofrenia tropical.

Pero la foto que más me llamó la atención, que sintetiza todo lo que siento por la situación del mundo actual, es una fotografía hecha con fines publicitarios, que está en todo Madrid, en los metros, en las vallas, en las revistas... Seguramente también debe estar en este momento en NY, en el DF, en San Pablo y en Londres.

Cada vez que pasaba por al lado, me quedaba mirando varios segundos (¿minutos?) para tratar de descifrarla. A ver si entiendo: My time is now. Ahora o nunca. Hay que llegar primero. Agarrar la pelota. La zanahoria delante del burro. Todo vale: pegarle un codazo y pisarle el dedo meñique al gordito amigo del costado, hacer trampas, hacerse el de la vista gorda, aguantar. El secreto es encontrar un objetivo. Una motivación: pensar en la familia, en el progreso, en la cuota del auto, ponerse como meta bajar la pancita de vino y mortadela...

Hay que ganar ahora. No importan los muchachos de la barra de la esquina, los de la barra de San Telmo, que están todo el día hablando al pedo-birra-faso.

Ese es tu pasado. No importa lo que pasa al otro lado del Riachuelo, ni la contaminación del río Quilmes, ni la calefacción del Borda. Como dice la canción de León Gieco: “Pensar en nada”. En ese momento, la milésima de segundo de la largada, hay que pensar en nada. No importa el Amazonas, ni el Chaco Boreal, ni los daños del monocultivo de soja, ni los cambios térmicos globales a cortísimo plazo, ni las guerras por el petróleo, ni el doloroso exilio del pueblo saharaui.

Tampoco importa la masa compacta con 16 mil toneladas de bolsas de plástico que está flotando a tres kilómetros de la isla de Pascua y sobre la cual las iguanas gigantes –que, según parece, estaban hace 5 mil años en esas islas– ya se acostumbraron a poner huevos en ese gigantesco masacote plástico, y ya hay dos generaciones de animales que se alimentan de basura con residuos de sushi, cartones de McDonald’s y restos de mostaza, ketchup, detergente, discos duros, carcazas de celulares, cables de red y telgopor. Comen bolitas de telgopor.

Cambiaron el ADN en tres generaciones. Pero no importa. Total están lejos. Que lo arreglen los chilenos, que las islas les quedan más cerca. O que lo arregle la ONU. O Greenpeace. Pero no me distraigan. My time is now. Y ni se te ocurra pronunciar la palabra loser.

Tú puedes. Only you. Y además, ya que estamos, vamos al punto principal: antes de hacer otra cosa, cómprate tus Nike. Sé un hombre de Nike. Demuéstrale al de al lado que tu Nike es más grande. Más potente. Más juguetona. Demuéstrate tú mismo que puedes ganar. No importa qué, ni para qué, ni cómo, ni por qué. Eres un hombre Nike y tienes que ganar.

Haz valer tu tiempo. Hazlo que cuente. Hazte un poco el boludo, pero no lo cuentes. Y no te preocupes si no entiendes bien.

Don’t translate.

Make it count!

Cartel publicitario de Nike, en el subte de Madrid.

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