FOTOGRAFíA > ALUMBRAR, LA PRIMERA MUESTRA DE TUTI MAGLIO
Formada con tres maestros distintos, pero igual de atentos al protagonismo de la luz en los climas, especialista en fotografía científica del Hospital Muñiz y encargada de su museo y galería, Tuti Maglio organiza su primera muestra con formatos tan eclécticos como su currículum –color, blanco y negro, polaroid–, pero unidos por un registro doméstico e hipnótico del mundo luminoso que se desplegó a partir del embarazo de su segundo hijo, incluido el momento mismo de dar literalmente a luz.
› Por Mercedes Halfon
Alumbrar es la primera muestra individual de Tuti Maglio. Es también la acción más importante que se muestra en sus fotografías. Y es, quizás en primer lugar, la forma en que ella siempre se ha relacionado con la imagen. Cada una de las fotos de Alumbrar posee un movimiento en el que alguien va hacia la luz, o alguien está a punto de ser tragado por ella, objetos, edificios emblemáticos y gigantescos, bebés diminutos, siempre emergen o tiemblan por una luz particular: un trazo blanco transparente, concreto como una pincelada. “Me gusta la luz, le presto especial atención a sus cambios, en mi casa la pienso mucho en relación con el tiempo, en el otoño entra más suave, en la primavera más fuerte, hay una luz que es la de octubre, cuando el sol está un poco más alto, que me alegra mucho, porque empiezo a pensar que vienen las vacaciones, el tiempo del descanso. O sé en qué momento exacto del año entra por una ventanita muy chiquita. Y eso es lo que me interesa, retratar eso.”
Maglio se formó fundamentalmente con tres maestros muy diferentes: Adriana Lestido, Marcos López y Alberto Goldenstein. Y si bien le cuesta definirse como fotógrafa a secas, es lo que hizo toda su vida. Hace ya varios años que trabaja en el Hospital Muñiz ejerciendo ese aspecto tan poco conocido del oficio de registrar que es la fotografía científica. Con el advenimiento de la era digital, ese trabajo de registro de microscopios y placas quedó en manos de los mismos médicos. Tuti siguió en el hospital, aunque de otro modo: es la encargada del museo del Muñiz y de un espacio de arte en la sala de espera de la farmacia del hospital. Por allí han pasado una serie de fotógrafos contemporáneos de lo más destacado: Marcos López, Yaya Firpo, etc.
¿Y cómo llegamos de la fotografía científica, los microscopios y los retrovirales a una muestra con niños escondidos en rincones de una casa en penumbras y bebés nacientes? Tuti explica que su obra siempre rondó lo cotidiano. Tener una cámara cerca, lo más sencilla posible, y desde ahí, fotografiar. Una particularidad de la muestra es que si bien hay mezcla de formatos –blanco y negro, polaroid, color– las fotos más impactantes, las primeras, están hechas con una pocket: una Olimpus Stilus. Fue por ese modo de trabajo híper descontracturado y cercano, que al quedar embarazada de Manuel, su segundo hijo, empezó a fotografiar muy naturalmente el crecimiento de su panza. Y las consecuencias de eso: la reacción de Felipe, su hijo mayor, que dejaba de ser el rey de la casa. Llegado un punto se dio cuenta de que quería fotografiar su mismo parto. Es decir, no que alguien la fotografíe, sino que ella misma, a la vez que sacaba su hijo afuera, sacaría fotos. Parir y a la vez fotografiar. La luz entrando o saliendo de ese momento tan definitivo. El alumbramiento.
Como si una mujer al parir también naciera ella misma, Tuti registró eso que pasaba desde un punto de vista tan inmediato con su objeto que prácticamente no medió más distancia que la lente. Allí está el bebé saliendo de entre sus piernas, allí está ella mirándolo fijamente como en un momento de hipnosis mutua, los dos vestidos del blanco de los hospitales. Y luego está esa otra del abrazo con el hijo mayor, como una tregua, como una fusión tan profunda que uno se pregunta quién disparó la cámara. Y luego esa otra, con el guardapolvo de la escuela secándose en una silla de la cocina, donde el encuadre es más claro, la luz es protagonista, atravesando esa tela cargada de infancia. La muestra continúa con polaroids que retratan sobre todo movimientos del viento, el aire necesario para separarse de los hijos, para dejarlos crecer. Y por último, están las fotos color. Más nítidas, reposadas, que recortan detalles de la casa que antes estaba alucinada por la magia de la primera infancia. Arboles de Navidad, palanganas de colores, imanes chinos en la heladera. Rituales privados de una familia. Un álbum familiar. Excusas para ver cómo esta vez la luz se divide y estalla en rojo, verde, dorado. Algo muy sagrado que tiene lugar siempre, en una casa, todos los días.
Alumbrar
Tuti Maglio
C. C. de la Cooperación, Corrientes 1543
Lunes a sábados, de 10 a 22.
Domingos, de 17 a 20.30.
Hasta fin de agosto.
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