TELEVISIóN > LOS DIARIOS DE CARRIE, LA PRECUELA DE SEX AND THE CITY, POR LOS PRODUCTORES DE GOSSIP GIRL
› Por Natali Schejtman
Era imposible que el género amigas-hablando-de-hombres se acabara con la finalización de Sex and the City y sus deslucidos coletazos cinematográficos, o con las nuevas propuestas de chicas más bien perdedoras como Girls. Nada de eso. La “novedad” ahora es una precuela de aquella serie emblemática que situaba a cuatro amigas ricas en Nueva York, de la que la industria no quiere despedirse, aunque sus protagonistas ya ronden los cincuenta. Por eso vuelve de la mano de la pasión de esta época: el retro. Volver a Sex and the City es retro, y ubicar espaciotemporalmente a Carrie Bradshaw y sus amigas –otras amigas– en la Gran Manzana de los años ochenta es, por supuesto, retro.
Ya la última secuela de la serie, una película amorfa y hueca, también mostró detalles sueltos de pintoresquismo ochentoso. Y ahora eso se convirtió en la apuesta. Carrie Bradshaw es una jovencita que no llega a los 20 y que imita la picardía y la ultrarreflexión femenina que su versión adulta tuvo unos años antes, para los televidentes, y unos años después, según el hilo biográfico del personaje. Así de intrincado es el travestismo temporal de Los diarios de Carrie, libro escrito por la misma Candace Bushnell años después de que escribiera el libro en el que se basaba la serie madre.
La joven Carrie se viste como en los años ’80, sí, pero todo indica que es una joven de subjetividad 2000 que menciona a Reagan, las hombreras y a Basquiat. Su mapa social se conforma principalmente por su ingenua amiga Mouse, su rapidona amiga Maggie y un par de jovencitos que le traen problemas, reflexiones y conclusiones. También aparece una lazarilla del mundo hipster neoyorquino, Larissa, que es productora de la revista Interview y la lleva a ver performances feministas en los suburbios de la ciudad a ella, que por entonces es una chica más bien de pueblo.
Las novedades con respecto a la serie original están relacionadas: por un lado, se emite por Boomerang, una señal juvenil, y se propone ser un producto ídem, mostrando mucho colegio y su ecosistema prototípico de lockers, zorras y chicas de perfil más bajo pero “inteligentes”. Por otro lado, esta reversión parece abonar la idea de que los relatos de la industria del entretenimiento estadounidense son bastante taxativos respecto del lugar de la familia. O casi no existen padres, primos y hermanos, como en la Sex and the City original, o la familia es un cúmulo problemático que merece ser contado permanentemente.
En Los diarios de Carrie, la familia está presente: hay una madre recientemente fallecida a causa del cáncer y recordada permanentemente –el primer capítulo muestra su ansiado vestidor como herencia y legado–; hay un padre viudo muy presente que está aprendiendo cómo conducir a dos hijas adolescentes (a diferencia de lo que contaba la serie original respecto del padre de Carrie) y hay una hermana menor oscura y angustiada. Pero no sólo eso. Como sucede en buena parte de las series para adolescentes, los padres de distintos personajes también tienen lugar a la hora de opinar o definir el destino amoroso de sus hijos, y las familias pueden ser causales de acercamientos y distancias, como Montescos y Capuletos lavados con el jabón telenovelesco de la clase social como conflicto, los rencores lights y algunos prejuicios.
La ambientación tiene destellos simpáticos. Los peinados, los maquillajes y algunos archivos interesantes sobre una ciudad que estaba viviendo su apogeo cultural se combinan con una estética de película de los ochenta, como El club de los cinco, vista desde ahora. También se trata de una ciudad mitificada, no sólo por una chica de los suburbios a la que en ese momento todo le parece excitante, sino por un guión escrito décadas después, que no puede evitar pintar una Nueva York algo museificada.
Sin embargo, la serie tiene su gracia cuando acentúa la torpeza de una Carrie virgen y un poco pajuerana. Sus amigas adolescentes no se prenden en las performances que gritan sobre el poder de la vagina (se asustan), y ella, aunque un poco la seducen, tampoco, más allá de lo cool que ahora sabemos que eso era. En definitiva, la revisita a Carrie y a la ciudad plantea un universo nuevo-viejo que funciona para esta ficción de y para mujercitas, tan atravesadas por la Sex and the City original, como por la máquina del tiempo de Marty McFly y su Doc.
Los diarios de Carrie se emite los lunes, a las 19, por la señal de cable Boomerang.
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