Domingo, 22 de septiembre de 2013 | Hoy
MúSICA > PHARRELL WILLIAMS, EL PRODUCTOR CON EL TOQUE DE MIDAS
Este año, Pharrell Williams logró que dos de sus canciones llegaran al primer puesto de ventas en Inglaterra y EE.UU, algo que casi nunca sucede. Más allá de su éxito comercial, el mejor y más solicitado productor del momento es el gran renovador de la música pop, creador de ritmos irresistibles y complejos, que puede trabajar tanto para Daft Punk o Los Rolling Stones y darles hits infecciosos y deslumbrantes.
Por Sergio Marchi
“Soy solamente un chico de Virginia que no sabía que las cosas iban a terminar así.” Pharrell Williams se define de este modo, excesivamente modesto para su reputación de mejor productor del momento. Hoy en día, a este cantante, baterista, compositor, productor y empresario, el mundo le rinde reverencia al tiempo que baila sus canciones o aquellas en las que intervino. Dos de las más recientes cuentan con su toque de Midas, y fueron número uno tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, lo que sucede con la frecuencia del paso del cometa Halley. Como para comenzar a hablar de este señor de cuarenta años, bien vestido (gracias a su propia marca de indumentaria, Billionaire Boys Club), que domina el pulso de la música mundial.
La primera es seguramente la canción del 2013, desde el punto de vista que se mire: comercialmente hablando, por presencia en la radio, por reconocimiento hasta del público infantil, por lo que despierta en las discotecas, y seguramente por lo que va a ser plagiada por publicitarios. “Get lucky”, de Daft Punk, con las irresistibles guitarras funk de otro héroe, Nile Rodgers, cuenta con la voz de Pharrell Williams en primer plano. Era lógico que Random Access Memory, el aclamado álbum de los DJ franceses, fuera candidato a disco del año aun antes de salir, tan desmedido fue el hype; pero Pharrell Williams no tenía idea de que iba a terminar con su voz inundando el parlante globalizado. “Aprendí mucho de ellos –confiesa Pharrell–; son robots, y por definición, buscan la perfección, no importa si tienen que hacer doscientas veces la misma cosa.” La segunda canción que reventó los medidores de éxito este año también cuenta con su bendición. “Blurred lines”, un groove simpático, basado en la atmósfera disco que conjuró Marvin Gaye en su “Got to give it up (part 1)” de 1977, es un tema de Robin Thicke (artista de Star Trak, sello de Williams) que alcanzó la punta de los charts en Inglaterra e inmediatamente después en Estados Unidos. Más allá de su presencia en el video y en los coros, Pharrell Williams fue el productor del tema.
Y como si esto fuera poco, participó de la banda de sonido de El Hombre de Acero, de Hans Zimmer, es compositor y productor de las canciones que cantó Ceee-Lo Green en Mi Villano Favorito 2, y formó parte del exitoso team de The Neptunes, que produjo a celebridades de la talla de Madonna y Britney Spears. Imposible encasillarlo, ni siquiera en el hip-hop.
“Hoy todo parece estar orientado a: ‘¡Estoy loco! ¡Superloco! ¡Cocaína! ¡Drogas! ¡Armas! ¿Querés que te dispare? Pero yo creo que hay mucho más en la vida que eso.” Pharrell Williams se refiere así a la actualidad del hip-hop, que parece haber quedado atrapado en su propio cliché. No es que reniegue del estilo, pero es demasiado inteligente como para encerrarse él mismo en esa prisión. Tampoco sería justo encasillarlo como “hiphopero”, porque Pharrell Williams es demasiado especial como para quedarse quieto en una categoría. Sabe rapear, pero también sabe cantar con el falsete más excitante desde los buenos tiempos de Prince o André 3000. Quizá sea como una versión work-a-holic de André; un músico tan inquieto que no puede contener su ímpetu de creación por lo que crea diferentes nicks y trabaja para otros, descuidando lo que podría ser una carrera individual asombrosa.
Aunque The Neptunes, aquel combo de productores que se convirtió en marca registrada, inició su trabajo en 1992, tuvo que pasar una década para que alcanzaran la consagración con su primer número uno: “I’m a slave 4 U”, de Britney Spears. Y después, repitieron el logro con el rapper Nelly y su “Hot in herre”. A partir de allí, no dieron abasto y se sucedieron las colaboraciones exitosas; en su cartera de clientes aparecieron nombres como los de Destiny’s Child, Busta Rhymes, Shakira, Daft Punk, Jaz-Z, Justin Timberlake, Snoop Dogg, Lenny Kravitz, Madonna y hasta los mismísimos Rolling Stones, para quienes hicieron un remix de “Sympathy for the devil”. En 2003 hicieron un disco propio con canciones y remixes de sus artistas más cercanos: The Neptunes Present... Clones.
¿Qué tenían de nuevo The Neptunes? Un desprejuiciado enfoque de la producción sin atarse a dogmas musicales (Pharrell Williams es fanático de Steely Dan, sin ir muy lejos), que combinaba modernidad con valores clásicos de la vieja escuela como el respeto a la estructura de las canciones, cariño por la melodía y un claro sentido rítmico. En el 2004, formaron una banda fantasma llamada N.E.R.D. (cuyo significado es Nobody Ever Really Dies, “nadie muere realmente”), orientada al funk y al rock, que mostró otra faceta decididamente opuesta de The Neptunes. Sus cuatro álbumes tuvieron un éxito aceptable, pero quedaron como una nota al margen de sus trabajos como productores. Pharrell mismo se anotó con un disco solista, en 2006, titulado In my Mind, que llegó al tercer puesto en los charts estadounidenses, pero que tampoco pasó a mayores.
Pharrell Williams es un producto de la clase media negra acomodada y también un chico raro: padece de sinestesia, una rara condición neurológica por la cual los sentidos se superponen, lo que le permite “ver” sonidos y “oír” colores. Williams utilizó su condición y la puso al servicio de sus producciones y sus producidos. Es por eso que el tercer álbum de N.E.R.D. se llama Seeing Sound (Viendo sonido). Entrevistado por la revista Psychology Today, Pharrell definió a su condición como “un don; un regalo que me fue dado. Si me lo quitasen no estoy seguro de que podría seguir haciendo música. No tendría un parámetro para entender las cosas”.
Lo más interesante quizás esté por venir. Ya se encuentra ocupado planeando los éxitos del próximo año. “Ahora quiero color; ya hubo mucho minimalismo en la música –aclara Pharrell–; cuando trabajo me siento más un diseñador de modas que un productor. Pienso qué es lo que se va a ver bien en el cuerpo, en el cuerpo espiritual de un artista, que es su voz. Su espíritu, su esencia, va a emerger desde la voz; por eso es necesario encontrar la tela correcta, el estampado ideal, tomarle el peso, la cadencia. Ese es mi modo de trabajar: si la canción funciona, cosas como encontrar un hit se resuelven solas.”
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