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Domingo, 31 de agosto de 2003

MúSICA

La chica de tecno-Ipanema

Tuvo éxito en Londres antes que en su país y recién editó su álbum debut a fines del año pasado, después de una carrera de una década. Pero a pesar de tanta postergación, finalmente se ha convertido en la voz del drum’n’bass brasileño. Conozca a Fernanda Porto, la paulista de 34 años nominada como revelación del año en la próxima entrega de los Grammy latinos.

Por Martín Pérez

Antes fue la bossa nova, ahora es el turno de la sampa nova. Así es como se llama, al menos, la última compilación editada en Gran Bretaña sobre el nuevo sonido electrónico de San Pablo que parece estar invadiendo el mundo anglosajón, de Bebel Gilberto en adelante. “Olvídense de aquellas gentiles ensoñaciones retro sobre chicas de Ipanema y playas besadas por el sol”, escribió la semana pasada el periodista británico Peter Bradshaw en el periódico The Independent. “Esta es una música decididamente contemporánea e incluso futurista, que se inspira con confianza en el drum’n’bass británico y el hip-hop norteamericano, mezclándolo con estilos típicamente brasileños como el samba.”
Como padrino de semejante escena, Bradshaw ubica con toda justicia a Suba, el productor de Tanto tempo (2000), el disco que lentamente hizo famosa en todo el mundo a la hija de Joao Gilberto. Autodenominado como “el gringo paulista”, Suba era un serbio mudado a San Pablo que apenas si alcanzó a disfrutar de la explosión de la escena que ayudó a crear. Luego de la edición de su propio disco, Sao Paulo Confessions (2000), Suba murió en el incendio de su estudio. Cuenta la leyenda que alcanzó a salir ileso de las llamas, pero volvió a ingresar fatalmente al infierno intentando rescatar las cintas de su última producción. La nota del Independent también menciona a Tom Zé como precursor de semejante escena –Bradshaw lo presenta a sus lectores británicos como el equivalente brasileño de Frank Zappa o Captain Beefheart– pero ubica en el centro de este “hype” a Fernanda Porto, una cantante de 34 años que es la responsable del tema cuyo sorpresivo éxito, un par de años atrás, según los especialistas, llegó a revivir por sí solo la escena del drum’n’bass tanto en Inglaterra como en San Pablo.
“Lo que yo hago son canciones brasileñas, pero vestidas con ropas electrónicas”, dice esta paulista que interpreta su propia música desde hace más de una década, pero que recién el año pasado pudo grabar su álbum debut, llamado sencillamente Fernanda Porto (2002). “Nunca fui una purista. Mi desafío siempre fue mezclar varios estilos. Pero recién cuando descubrí el drum’n’bass sentí que podía llegar a hacer algo propio.” Niña prodigio con un pasado de conservatorio y un posterior fanatismo por la escena rocker brasileña de los ‘80 que la hizo abjurar decididamente de la MPB, el suceso de Fernanda Porto comenzó cuando uno de los temas del demo con el que se acercaba a discográficas y músicos a fines de los ‘90 llegó a manos de DJ Patlife. Su remix del “Sambassim”, editado en la compilación The Brasil EP (2001), del sello V Recordings, estalló en las pistas británicas hasta llegar a las listas de revistas especializadas como DJ Mag, Jockey Slut y The Face. Así comenzó el capítulo más exitoso de la larga historia musical de esta pianista, cantante y saxofonista, cuyo álbum debut acaba de cruzar incluso las barreras del mundo hispano, y –sin que se haya editado aún fuera de Brasil en Latinoamérica– su nombre figura entre los aspirantes al premio de artista revelación en la ceremonia del Grammy latino que se realizará el próximo miércoles en Miami.

Una chica precoz
“Pienso que Fernanda Porto se las ha ingeniado para hacer una importante contribución a la música brasileña”, declaró recientemente nada menos que el prestigioso compositor atonal alemán Hans-Joachim Köellreuter, profesor –entre otros– de Tom Jobim, y maestro de música contemporánea de la cantante paulista durante su época de conservatorio. “Siempre evité acercarme a él luego de mis años de estudiante, por miedo a que no le gustase lo que estaba haciendo”, confesó Fernanda, dueña de un estilo que su ex profesor –que sólo la aceptó en sus clases desafiándola a que compusiese un tema sin compases y de una sola nota– considera como “subjetivo, personal y novedoso”. Alumna de flauta dulce a los cuatro años, dueña de su primera guitarra a los doce y con toda una infancia vivida en una casa con piano, Fernanda Porto decidió a los catorce años que quería ingresar a la Facultad de Música. Estudió muy duro para conseguir en dos años un diploma de conservatorio que normalmente toma ocho, y a los dieciséis ingresó en la Facultad Santa Marcelina de San Pablo. Dos años más tarde, Fernanda se había dado cuenta de que lo suyo era la composición. Y al despuntar los ‘90 ya había comenzado a tocar en vivo, interpretando sus propios temas. “Lo que hacía por entonces era medio pop, más cerca de cantantes como Marina Lima que de la MPB. Tenía un sonido funk, tocaba mucho la guitarra, y cantaba temas de Rita Lee o Cazuza”, recuerda Fernanda, una fanática confesa de Titas que llegó incluso a componer un tema con Arnaldo Antunes. Si por entonces no llegó a grabar fue por su carácter explosivo, que la hizo abandonar los shows en vivo y dedicarse a componer música de películas. “Algunos compañeros de estudio se hicieron cineastas, y me llamaron para ponerle música a sus películas”, recuerda. “Esas películas se dieron en festivales, y quienes las vieron comenzaron a llamarme. Durante gran parte de los ‘90 ésa fue mi principal fuente de ingresos.”
Tal como recuerda Fernanda, su primer acercamiento a la música electrónica fue durante la primera mitad de los ‘90, en un espectáculo del que también participó Siba. Pero el drum’n’bass recién lo conoció en la segunda mitad de la década, aunque la entusiasmó tanto que terminó viajando a Londres para conocer personalmente la escena. Después del inesperado éxito de “Sambassim”, recibió un llamado de un ejecutivo de Rede Globo que había escuchado el tema y quería que hiciese una relectura moderna de un éxito de Tom Jobim para una telenovela. “Só tinha de ser com você” fue el tema que la hizo conocida en Brasil, y el paso final antes de un álbum propio. “Si no grabé allá por el ‘93 y ‘94, cuando tocaba mucho en vivo, debió ser porque no estaba lista”, reconoció hace poco. “Pero mi momento es ahora.”

Un debut maduro
Una de las características del debut de Fernanda Porto, una artista que se ganó por derecho propio el mote de “la voz del drum’n’bass” brasileño, es que ella realmente canta. Lejos de los susurros de las cantantes del género, Fernanda se lanza a cantar, priorizando la afinación y la cadencia rítmica. “Las mías son canciones que se pueden tocar con guitarra, sólo que las acompaño con instrumentos electrónicos”, insiste Fernanda, que en vivo interpreta una versión electrónica de “Sampa”, de Caetano Veloso.
“Así como para la bossa nova fue muy importante el hecho de que se abriese al jazz, la MPB tiene que abrirse a la música electrónica”, asegura Fernanda, que sostiene que la música electrónica brasileña tiene algo especial, que no pueden imitar los productores anglosajones. “Para ellos, el ritmo brasileño es algo fantástico, que no consiguen reproducir. Es algo único, que hace la diferencia a favor nuestro”, insiste la cantante, que actualmente está trabajando nuevamente en la banda de sonido de una película. “Es un film de Toni Venturi, llamado Cabra Cega y ambientado en la época de la dictadura”, cuenta. “Va a incluir reversiones electrónicas de éxitos de la época, como ‘Dios le pague’ o ‘Construcción’, de Chico Buarque”, adelanta Fernanda, que también está colaborando en el nuevo disco del grupo Living Colour. “La música electrónica devino en un denominador común de la cultura musical brasileña contemporánea”, asegura. “Hasta hace poco, muchos DJs extranjeros se dedicaban a remixar música brasileña. Así que no hay que sorprenderse que nos pusiésemos a hacer lo mismo.”

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