Solo Paul
Por. R.F.
O las aventuras del más impuro de los puristas en busca de la perfección minimalista y solitaria a lo largo de unos pocos discos y demasiadas discográficas.
All Shook Down (Sire, 1990) De acuerdo, en teoría es el último disco de The Replacements; pero en la práctica –nadie lo niega hoy– es el primero de Paul Westerberg. Aquí The Replacements funcionan casi como banda de soporte aumentada por presencias estelares como las de John Cale, Steve Berlin y Benmont Stench, entre otros. Lo que no impide que sea un gran disco que anticipa al Westerberg melancólico en canciones “Sadly Beautiful”, “All Shook Down” y “The Last”. Lo que no impide que se acerquen últimos destellos inequívocamente replacementeros como “Merry Go Round” y “Nobody”. Uno de los LPs más alegremente tristes jamás grabados y –por si a alguien le interesa– uno de los discos favoritos de Elvis Costello.
Singles (Warner, 1992) Banda de sonido colectiva de aquella película de Cameron Crowe que incluye dos de los temas más pegadizos jamás compuestos por Westerberg: “Waiting for Somebody” y el inolvidable “Dislexic Heart”. El futuro parecía brillante para nuestro héroe. Nota para completistas: hay canciones y covers en los soundtracks de los films Tank Girl y I Am Sam (¡Westerberg versionea a los Beatles!) y en los cds de la serie Friends.
14 songs (Sire, 1993) El disco destinado a convertir a Westerberg en una súper-estrella... pero no. Aún así, he aquí un clásico instantáneo que no tiene nada que envidiarle a trabajos similares de Randy Newman, Paul Simon o Warren Zevon: un songwriter escribiendo y cantando como si en ello le fuera la vida y la muerte en tracks a los que sólo se puede definir como emocionantes –”First Glimmer” y “Runaway Wind” y “Even Here Were We Are”– bien balanceados por la alegría furiosa de rocks como “World Class Fad” y “Silver Naked Ladies”. Perfecto.
Eventually (Reprise, 1996) Los fans de Westerberg le tienen antipatía y no se entiende por qué. Aquí están la preciosa “Love Untold”, el tributo fúnebre y acusatorio a Bob Stinson en “Hide N Seekin’” y la emotiva “Good Day” por la que, seguro, hasta Paul McCartney daría un brazo.
EP (1997, Monolyth/Soundproof Records) Imposible de encontrar en disquerías, fácil de bajar de Internet. Westerberg se queda sin contrato ypara matar el tiempo se inventa a Grandpa Boy –un alter-ego à la Hyde retro-punkie– para este pequeño party-record veraniego de cinco canciones saltarinas. Lo que no impide que una de ellas –”Lush and Green”– sea de lo más triste que jamás escribió: una lágrima de dolor entre tanta carcajada loca.
Suicane Gratifaction (1999, Capitol) Un título que no significa nada para un disco donde se entiende todo. Una de las cumbres westerbergianas con joyas como “It’s a Wonderful Lie”, “Actor in the Street”, “Bookmark” y “Best Thing That Never Happened”. La discográfica lo detestó (dijo que aquí no había singles), casi no lo saca, y nuestro muchacho se encontró, una vez más, en la calle. Salió de gira, el disco se vendió muy poco, Westerberg se deprimió. Mucho.
Stereo (2002, Vagrant) Westerberg firma con una discográfica pequeña pero que lo adora y él descubre que lo que más le conviene es olvidarse de andar en banda, “prescindir de managers y abogados y toda esa mierda” y grabar casi todo solito en el sótano de su casa y salir a dar vueltas con su guitarra y nada más. “Baby Learns to Crawl”, “Got You Down”, “Boring Enormous” y “Let the Bad Times Roll” son algunas de las escalas obligatorias.
Mono (2002, Vagrant) Algunas ediciones de Stereo vienen con este bonus –si no, se lo puede conseguir por separado– que no es otra cosa que la segunda venida de Grandpa Boy. “High Time”, “Silent Film Star”, “Footsteps” y –atención– la favorita de Westerberg en todo su canon: “Kickin’ the Stall”. Detalle importante: Grandpa Boy se ha convertido en algo así como The Replacements a solas.
Come Feel Me Tremble (2003, Vagrant) Para muchos, el mejor disco de Westerberg. Trece canciones propias y nuevas más un cover de Jackson Browne funcionando como pareja del DVD live de igual nombre. Emocionante y curtido y conteniendo desde elegías a la poeta suicida Sylvia Plath como comentarios sobre la mortalidad propia. El disco de alguien que envejece bien y se siente un poco asombrado de haber llegado a la edad que tiene (oír “Never Felt Like This Before”).
Dead Man Shake (Fat Possum, 2003) El mejor disco de Grandpa Boy (definido por Westerberg como “un tipo que me asusta... Una vez lo oí tocar en una habitación vacía y era como una pelea a navajazos dentro de una cabina telefónica”) con un título que sale de una noche en que Westerberg estrechó la mano de John Lee Hooker y, jura, “fue como darle la mano a un muerto”. Sonido podrido para canciones propias, tradicionales y de Hank Williams o John Prine; y la maravilla de no darse cuenta de dónde terminan unas y empiezan las otras.
Folker (Vagrant, ¿2004?) Anunciado por Westerberg como inminente, pero todavía por salir. “Lo mejor que he hecho nunca...”, dijo hace poco. “Canciones sobre crecer y morir y esas cosas.”
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