Grupo de familia
Cómo imaginaba Fito Páez los personajes principales de Vidas privadas antes de que la película naciera.
POR FITO PAEZ
El personaje de Carmen –como el de Yocasta– habla de un coraje femenino que desconocemos y que puede llevarnos muy lejos, hasta la destrucción. También habla de un egoísmo brutal, ligado a la desesperación y el deseo, que quema todo lo que toca. Es pasión, pero también arrogancia.
Gustavo –el chico– tiene algo del Edipo de Pasolini, que hace del personaje una criatura cromagnonesca. Una suerte de poeta psicótico. Al principio es poco sutil y torpe, como puede serlo alguien que tiene el privilegio de la belleza. Tiene la irresponsabilidad de la inocencia, lo que acentuará todavía más la violencia de su descubrimiento posterior.
A lo largo de más de veinte años, los Uranga –los padres de Carmen– no hicieron otra cosa que barrer la basura y esconderla debajo de la alfombra del living. Los dos son conscientes de que su nieto fue robado; si lo sacrifican es en parte para negociar y salvar la vida de Carmen, en parte para proteger el prestigio del apellido, ya amenazado por el matrimonio de Carmen con un judío al que responsabilizan de su secuestro.
Bella y melancólica, Ana –la hermana de Carmen– sería de algún modo la Sam Spade del film: al mismo tiempo que explora los enigmas de la historia va descubriendo sus propios secretos. Por primera vez en su vida tomará decisiones propias. La relación con Alejandro terminará por dignificarla y abrirle los ojos.
Alejandro es primo de Marcos, el marido desaparecido de Carmen. Tiene una personalidad austera, de bajo perfil. Siempre vivió bajo el ala de su primo. Termina enamorándose de Carmen, pero mantiene su pasión en secreto durante años. Como en Written in the wind de Douglas Sirk, dos casi hermanos pelean por una misma mujer. Sólo que aquí hay una tragedia mucho más vasta que arrasará con todo.