Domingo, 10 de septiembre de 2006 | Hoy
División Miami no es la primera ni será la última: de cómo Hollywood agota la cantera de las series de TV, y los dibujos animados, y hasta los sketches, explotando el filón de la nostalgia, desde Los picapiedras hasta la inminente Dallas: la película.
Por Mariano Kairuz
¿Cuántos años deben pasar para que una serie de televisión llegue al cine como algo más que la versión aumentada y más o menos corregida de lo que vimos semana tras semana a la misma hora y por el mismo canal, y pase a cobrar vida propia? La cosa funcionaría más o menos así, con la misma compulsión con la que Hollywood produce remakes: si ha pasado una generación entera —veinticinco, treinta años— y todavía queda suficiente gente que se acuerde del programa, ahí hay una película de más de cien millones de dólares esperando que alguien vaya por ella. Entonces se anuncia y corren los rumores y empieza la parte más divertida de todo el asunto, que es la de imaginarse el “aggiornamiento”: cómo trasladar la moda, la ropa, la música de una época; cómo capturar la idea de lo que era cool en otros años, para pulverizarla y reinventarla para quienes hoy están dispuestos a recordarlo con gracia pero también para sus hijos, que tal vez sólo perciban lo ridículo que era todo aquello. E imaginarse un casting ideal, encontrar los equivalentes contemporáneos de aquellos jetones que supieron tener sus cinco o seis temporadas de fama. Ahí están las películas que se toman en serio a la serie y la utilizan como premisa para hacer algo nuevo. Los resultados han sido dispares. Si las películas de Misión: Imposible desbaratan la idea —central en el original— del trabajo en equipo para darle toda la pantalla a su egomaníaca estrella, sí recupera los guiños (el mensaje que se autodestruye) y los gadgets hipertecnológicos, reversiona maravillosamente el tema de Lalo Schifrin y se divierte en grande con ese truquito (que también usaban Peter Graves, Martin Landau y los suyos) de las máscaras hiperrealistas. Todo lo cual da la pauta de que el fracaso de El Santo (un año después de la primera M:I, sobre una serie apenas cuatro años más vieja) no era cantado y que pudo haber tenido algo que ver con que Val Kilmer realmente creyera que podía ocupar el lugar que había hecho famoso a Roger Moore. Ambas tuvieron un gran antecedente en El fugitivo (película de 1993 con Harrison Ford sobre serie de 1962), que se las ingeniaba para cerrar convincentemente en un par de horas un argumento que la televisión había estirado eficientemente por cinco temporadas. Pero si los años ’90 no agotaron la cantera de los ’60 tal vez se debió a que en Hollywood todavía había muchos convencidos de que el verdadero negocio estaba en adaptar videojuegos o incluso dibujos animados televisivos (Los picapiedras, George de la selva, Magoo, Gasparín, El inspector Gadget, ¡Las Tortugas Ninja!). O en expandir a 90 minutos sketches de Saturday Night Live (El mundo según Wayne). Y a que por cada Misión: Imposible, El fugitivo, o Los locos Addams, hubo una Perdidos en el espacio, una Las aventuras de Jim West, una The Mod Squad, un Mi marciano favorito o herejía, un Los Vengadores.
Hasta que llegó la hora de empezar a extrañar los ’70, e incluso los ’80, y de darse cuenta de que sólo había una manera de revisitar toda esa época: con ironía. Lo entendieron Los Angeles de Charlie y Starsky & Hutch y deberían haber seguido su ejemplo Los Dukes de Hazzard y SWAT, que se tomó a sí misma lo suficientemente en serio como para parecer un chiste involuntario. Reciente pero de vuelta en los ’60, la Hechizada de Nicole Kidman se despegó de la serie y, mirándola desde afuera, creó un extraño híbrido.
Puede que lo de Michael Mann con Miami Vice sea el experimento más arriesgado hasta ahora: no parece fácil revivir con seriedad un artefacto que todo el mundo parece recordar menos por sus tramas narco-criminales que por sus sacos con hombreras, sus flamencos rosados, la lancha-con-cocodrilo, la barba de dos días de Don Johnson y algunas baladas pop que hoy resultarían insufribles. Y habrá que prepararse para más: el año pasado corrió como si fuera muy en serio el rumor de que Steven Spielberg filmaría la película de Baywatch; mientras que Dallas, the Movie, ya es un hecho; la protagonizan Shirley McLaine, John Travolta y Luke Wilson y se estrena el año que viene. Para el 2008 se anuncia El Auto Fantástico, y un poco más tarde o más temprano, serán el Superagente 86 (con Steve Carrell, de Virgen a los 40), Fuga en el siglo XXIII, Mi bella genio y El Hombre Nuclear. Que, se dijo, la protagonizaría Jim Carrey, y que ya no sería el Six Million Dollar Man (su título original: el hombre de los seis palos verdes) de los ’70, sino que, indexado, seguramente costaría muchísimo más.
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