Bono: Probablemente yo no fuese la elección más acertada para cantar el clásico "Te tengo bajo mi piel" con un rey del swing de 77 años, pero me hizo mucha ilusión que Frank Sinatra me lo hubiera pedido. Fijar un día de encuentro entre ambos era difícil, así que grabamos la canción en países diferentes. Después alguien sugirió que debíamos hacer un video y le pedimos a nuestro amigo Kevin Godley que lo dirigiera. Lo filmamos en uno de los bares favoritos de Frank en Palm Springs. Kevin quería capturar la imagen del primer encuentro entre Frank y yo ese día.
Edge: Casualmente yo también estaba en Los Angeles, así que Bono me pidió que lo acompañase para darle apoyo moral. Bono entró en el bar de Palm Springs y vio a su "viejo colega" Frank en la barra. Frank era encantador, elegante, ingenioso y todo lo que uno espera que fuera un tipo como él, pero era evidente que empezaba a sufrir algunos lapsus en su forma de ver la realidad. De pronto se traslucía una mirada de confusión en su cara y se desorientaba por unos segundos. Todo fue bien hasta que Kevin, nuestro director, le pidió a Frank que repitiera la interpretación.
Bono: Kevin me hizo quedar afuera, despejó la sala y dejó a Frank en la barra, esperándome. No fue una buena idea, porque empezó a ponerse nervioso. No estaba seguro de lo que estaba pasando exactamente, y es posible que tuviera un pequeño ataque de pánico. Yo estaba afuera cuando se oyó una voz llena de confusión gritando: "¡Vámonos de aquí! ¿Qué estamos haciendo?". Intentaron calmarlo explicándole que estaba grabando un video con Bono, a lo que replicó: "¿Sonny Bono? ¿Por qué estoy haciendo un video con él?". Lo intentaron todo, pero no lo pudieron detener.
Edge: Me gusta pensar que solamente se sintió ofendido por el hecho de haberle pedido que hiciera una cosa por segunda vez, porque imagino que no era del tipo de hombres que hacen segundas tomas. Lo hizo bien a la primera.
Bono: Más tarde llamó para pedir disculpas. Así que nos volvimos a reunir y nos tomaron algunas imágenes en la parte trasera de su larga y blanca limousina. Al finalizar fuimos todos a comer a un restaurante mexicano.
Edge: Yo me senté a su lado y lo vi tomar la servilleta que tenía delante, la observó, la dobló perfectamente y dijo: "Recuerdo cuando mis ojos eran de este color azul". No lo hizo para que los demás lo oyeran, simplemente lo murmuró para sí mismo. Y entonces se puso la servilleta en el bolsillo interior de su chaqueta.
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