Dom 31.12.2006
radar

Una visión del futuro

› Por Allen Ginsberg

Creo que una de las ideas centrales del libro es la teoría del adicto a la heroína proyectada a cualquier otra adicción, más allá de las drogas. Por ejemplo, la homosexualidad, que Burroughs la piensa como un tipo de adicción, o la adicción tan norteamericana por los bienes materiales. El libro menciona muchas veces, también, la adicción al poder y al control de personas, y sobre todo el control sexual. El libro desnuda todas estas tramas. Y ya está en el título: con El almuerzo desnudo se refiere a la desnudez de la mirada, a la posibilidad de ver con nitidez, más allá del velo, del disfraz. A partir de las adicciones se puede ver el control de la adicción, toda esa gente que está controlando y castigando a los que tiene alrededor. El analiza todo esto de un modo lacónico y satírico, y presenta evidencias de estas actividades en nuestra cultura moderna, con un estilo heredado de la ciencia-ficción, siempre proyectándose hacia el futuro.

También es muy importante la parte política del libro, allí donde imagina actuales o futuros partidos políticos, alucinantes. Están los Fácticos, que están en contra del estado de control y represión del futuro. Son los que adoptan una posición más decididamente anti-estado. Burroughs mismo se considera Fáctico, y es de los más radicales. Luego están los Liquefaccionistas, que tienen mucho que ver con el Fascismo. Quieren liquidar a toda la oposición, y a la larga todos serían liquidados salvo una sola persona que controlaría el mundo. El caso de los Divisionistas es distinto. Tienen a un solo hombre, Sendre, que va a inundar el mundo dividiéndose y haciendo réplicas de sí mismo. Se puede pensar que los Divisionistas son los homosexuales: Burroughs también los ataca. Todos estos partidos políticos son imaginarios, pero estoy seguro de que Burroughs diría que son representativos de las mayores fuerzas que se mueven en el mundo de hoy. Eso puede ser cierto, sobre todo teniendo en cuenta que hay lugares en el mundo donde el estado es la policía.

El libro me ha influido profundamente, y lo he leído una infinidad de veces. Esa forma de mosaico que construye es fascinante. Los logros literarios que inmediatamente hemos notado quienes lo leímos tienen que ver con el finísimo oído para el habla popular, de modo que puede hacer hablar a un médico dando clase de medicina, a un chico comprando drogas, a dos oficiales de narcóticos discutiendo entre sí, un chico árabe en las calles del norte de Africa. Es un vasto mosaico de ritmos y dicciones que reproduce con exacta economía. Eso es lo que he intentado llevar a mi poesía.

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