Domingo, 25 de febrero de 2007 | Hoy
Por Martín Pérez
Cuando veinte años atrás se estrenó el documental Imagine, esa delicada pieza de fanatismo firmada por Andrew Solt, lo que más impresionó a sus espectadores fue que era la propia voz de John Lennon la que los guiaba a través de los pliegues de su vida. Tomada de cientos de grabaciones y reportajes, la voz era la que narraba todos y cada uno de los momentos que lo elevaban casi hasta la santidad rocker. Lo mismo sucede con About a Son, el flamante documental sobre la vida de Kurt Cobain, basado en 25 horas de entrevistas que el periodista Michael Azerrad mantuvo con él en su casa de Seattle para poder escribir su libro Come as you are, lo más cercano a una biografía oficial que tuvo Nirvana durante su existencia. Pero mientras Imagine utilizaba imágenes del vasto archivo de Los Beatles, Lennon y Yoko Ono, el camino elegido para About a Son es su perfecto opuesto. Su director A.J. Schnack, con Azerrad como productor, decidió evitar las imágenes de Cobain y su banda, así como su música. Por eso es que, si Imagine es un documental sobre la presencia de John Lennon, About a Son trata de la ausencia de Kurt Cobain. Una ausencia que se podría decir que comenzó desde el mismo día en que Nirvana salió del anonimato para cambiar —por un rato, al menos— el negocio de la música, y encarnar a esos desconocidos que literalmente destronaron a Michael Jackson del Nº 1 en ventas. Si el culto a la personalidad le hizo olvidar a más de uno todo lo que significó John Lennon musicalmente para más de una generación, la carencia del mismo en el caso de Kurt siempre permitió que la música hablase por sí sola, pero sólo para quienes pudiesen escucharla. Para los demás, Cobain siempre fue un enigma. Un fantasma convocado por About a Son, una película en la que su voz cuenta una historia, la suya, la de un chico solo en el mundo salvo por la música, y que descubre su propio camino simplemente andando. Con bellos paisajes y anónimas imágenes de la vida cotidiana filmadas en las tres ciudades donde Cobain desarrolló su vida fuera de la carretera —Aberdeen, Olympia y Seattle—, es la voz de Cobain la que recuerda que ningún padre debería abandonar a sus hijos, aquel invierno que pasó durmiendo bajo un puente, que siempre quiso que una banda tuviese éxito comercial, o cómo se pasó la vida pensando en pegarse un tiro por ese permanente dolor estomacal que sólo le quitaron las drogas. Apenas si se cuelan en ese extraño limbo cinematográfico algunas otras voces: la de Azerrad preguntando, la de su compañero de banda Krist Novoselic y la de su mujer Courtney llamándolo desde la otra pieza. El final llega cuando Kurt y Azerrad se despiden al final de un llamado telefónico y lo que queda es una sensación de tristeza, la misma que comunican esas fotos de Cobain —las únicas en toda la película, que aparecen cuando ya se ha despedido— en las que se lo puede ver como un niño abandonado. Y también queda la música, que lo acompañó toda su vida, como parte de una banda de sonido —además de la música instrumental compuesta especialmente por Ben Gibbard (Death Cad for Cutie) y Steve Fisk (productor de Sub Pop)— que incluye a sus favoritos, desde Queen hasta David Bowie, pasando por Leadbelly, Melvins, Bad Brains, Iggy Pop, R.E.M. y tantos otros. “Siempre pensé que cuando el rock desapareciese, el mundo iba a explotar”, dice Cobain en la película. Y cuando el rock dejó de importar en su vida, su mundo explotó. Su voz sigue sonando.
Kurt Cobain: About a Son se verá en la sección Sound System de la 22ª edición del Festival de Cine de Mar del Plata, que se llevará a cabo entre el 8 y el 18 de marzo. Más información en www.mardelplatafilmfest.com
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