Dom 16.03.2008
radar

EL CASTING DE HAIRSPRAY: PROHIBIDO PARA FLACAS

Dancing queen

› Por Violeta Gorodischer

Casualidad o causa, en el mismo espacio en que se exhibe la obra de Veronese arrancó esta semana la convocatoria al casting para encontrar a la próxima protagonista de Hairspray, el musical de Broadway próximo a estrenarse en julio con dirección de Ricky Pashkus y producción de Adrián Suar y Canal 13.

“Tracy es una chica excedida de peso, de entre 18 y 30 años. Parece muy joven pero es pura confianza y solidez. Linda, expresiva y con un entusiasmo contagioso, es tan buena cantante como actriz y bailarina”, decía la convocatoria para hallar a las finalistas que protagonizarán un reality del que quedará la ganadora, lista para compartir cartel con Enrique Pinti en el papel de la madre (el Travolta travestido de la película de Adam Shankman). Nueve de la mañana entonces en el Paseo La Plaza y una fila de chicas solas y acompañadas que esperan lookeadas al mejor estilo Tracy (Nikki Blonsky): moños, peinadetes, polleritas cuadrillé, bucaneras, maquillaje...y sí: varios kilos de más. No hay una que no se sienta 100% identificada con la protagonista: “Qué vengan ahora las flacas a ver qué pasa”, grita desde atrás un grupito con risas que encubren historias de castings no tan felices. “Que vengan a ver quién las mira de menos acá”, siguen, filtrando una frustración ausente en el propio personaje de Tracy que, según ellas mismas calculan, debe estar cercana a los ciento y pico de kilos.

“Yo me parezco a ella. Justo ahora me agarró en una etapa que estoy a full con la dieta, el año pasado estaba 20 kilos arriba, me quiero matar”, dice Carolina, de 19 años, aunque también admite que la diferencia entre Argentina y Estados Unidos puede jugarle a favor: “Allá son todos más gordos. Vos ves a la chica del musical y es muuuuy gorda. Acá no es tan común, a la gente no le gusta, así que yo creo que no van a buscar a alguien tan excedido”. Mientras, detrás suyo, justo en la puerta de la sala, un enorme cartel de la obra Gorda (¿ironías de los responsables de la organización?) la enmarca en un fondo de color rojo. Pero si en la adaptación de Shankman, la mirada condenatoria es más la del director hacia el resto (pongamos la sociedad) y así es como gordos y negros se aúnan felices en pos de un mensaje inclusivo de ironías, canciones y bailes, en el día a día de la escena argentina las cosas funcionan de otra manera: “Suponete que quedás. A lo mejor te vas al programa de Susana y todos te quieren, pero vas a ir por la calle caminando, y alguien te reconoce del reality, y no va a faltar quien te grite ¡Gorda!”, plantea Carolina. Y así, mientras en el musical una Nikki Blonsky exultante grita a los cuatro vientos que “está llegando la hora de la gente que es diferente”, las Tracys argentinas siguen su deseo, pero sin falsas expectativas: “Va a tener algo de bizarro. Estar en la cartelera con una manga de anoréxicas que salen en pelotas. Una mina gordita, con un moñito... La gente tarde o temprano lo va a tomar a chiste”.

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