Domingo, 5 de octubre de 2008 | Hoy
BUTCH CASSIDY & SUNDANCE KID: PAUL NEWMAN ES BUTCH
Por Guillermo Saccomanno
Ninguno de los dos trabajó jamás en una película reaccionaria. Además de actores, fueron productores y directores. Tenían la pinta, toda la pinta, para ser usados por el sistema. No lo fueron. Actuaron juntos en sólo dos oportunidades. Sólo dos. En las dos estuvieron fuera de la ley. Con lo que robaron hicieron una especie de justicia. Y, tal vez porque como actores sabían más que nadie de la mentira, se las ingeniaron, en la realidad, para que el botín tuviera un sentido social. Uno, el más joven, aunque ya no tanto, fundó una movida de cine independiente que genera el cuestionamiento social. El otro, el mayor, viejo pero no retirado, con su mujer, también actriz, encaró la restauración de la salita de teatro del pueblo, una sala por donde pasaron y pasan los mejores actores del país representando tanto a Strindberg como a Chejov. En tanto, por gusto, con la misma destreza con que manejaba en carreras automovilísticas, el viejo preparaba salsas. Tan sabrosas que sus amigos se las pedían todo el tiempo. De pronto el viejo se encontró llenando frascos para el vecindario. Hasta que alguno le vio el costado al negocio. Que las salsas fueran una marca: su nombre. El viejo puso una condición. Industrializados, esos frascos de salsa están destinados a financiar el cuidado de pibes enfermos que tienen un corto plazo de vida.
Hasta hace poco los dos planeaban un último golpe juntos. Pero no daban con el guión. De los dos queda ahora uno solo.
Te acompaño en sentimientos, Bob.
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