Dom 12.10.2008
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LOS FILóSOFOS SEGúN FEINMANN

Cabeza a cabeza

Karl Marx

La Tesis 11, que es fantástica: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Pero eso no significa dejar de interpretarlo sino interpretarlo para transformarlo. Porque hay quien dice que Marx desprecia la filosofía. Por ejemplo, Heidegger, lo cual es un enorme error. Lo que dice Marx es que es necesario interpretar el mundo para transformarlo. Marx es fascinante en el aspecto de la cuestión colonial, y en el Manifiesto Comunista. Su pasión, su deslumbramiento por el poder destructivo de la burguesía, por todo lo que ha hecho la burguesía para afirmarse, y por ese poder que tiene para destruir lo viejo.

Friedrich Nietzsche

Un piantado genial. Es lo vital, lo instintivo, la bestia rubia. Y, a la vez, un filósofo fascinante, que viene y hace mierda todo lo que había antes, toda la cuestión de la filosofía basada en la subjetividad, al poner los valores en la vida. Va contra la Historia porque viene a negar la continuidad de la Historia. En el siglo de la Historia él embiste en contra del curso de la Historia. Dice que la Historia es caos. Y después todo lo que está en la genealogía de la moral: la exaltación de la bestia rubia, del vikingo, del guerrero. Nietzsche es el punk de la filosofía.

Immanuel Kant

La experiencia posible, la constitución del mundo a partir del sujeto trascendental.

Georg Hegel

El sujeto absoluto que se va conociendo en la medida en que hace la historia. Una filosofía en cinerama, en cinemascope, por lo gigantesca.

René Descartes

Es la subjetividad, el surgimiento del hombre de la modernidad.

Martin Heidegger

Es el filósofo que intenta salir definitivamente del sujeto trascendental y no lo consigue en Ser y tiempo. Después inventa al segundo Heidegger, que es el de la historia del ser, y hace su experiencia nacionalsocialista que es muy profunda y que no puede ser escindida de su pensamiento: está en la Introducción a la Metafísica, está en la Carta sobre el Humanismo, está en esa pasión por lo campestre. Hay una anécdota que él cuenta que cuando le ofrecieron el rectorado de la Universidad de Berlín, antes de contestar, fue a verlo a su campesino amigo, y fumaron juntos una pipa. No hablaron nada. De pronto, el campesino lo miró, él vio “sus ojos claros”, y escuchó que le decía: “No”. Heidegger se va, y no acepta el rectorado. Y esto unido al mito nazi, de la tierra, de la sangre, el amor por la tierra, por la patria, todo lo contrario de la errancia. El odia la errancia y ama la permanencia en la patria. Y odia la técnica, aunque el nacionalsocialismo fue un movimiento de un tremendo desarrollo tecnológico. Pero él esperaba que fuera un desarrollo armonioso de la técnica que pudiera coincidir con los avatares del ser, aunque no fue así.

Michel Foucault

Lo que tiene de fantástico es la descripción del poder. Es un tipo que dedicó su vida a describir el poder del poder, lo poderoso del poder que se encuentra en todos lados: en las clínicas, en los manicomios, en el consultorio del médico, en la cárcel, en la Edad Media, en el poder pastoral, en el Estado. Cuando Foucault va a Irán y ve a las masas iraníes que están esperando que llegue Jomeini, que están haciendo la revolución para traerlo, se deslumbra. Escribe un artículo que se llama “La Revolución de las manos vacías”. Algo cambia en su filosofía. Gana espacio la posibilidad de la rebelión del ser humano.

Jean-Paul Sartre

Sartre es el campeón de la filosofía, es mi gran amor. Es el que yo más quiero, el que más admiro. Es mi modelo, mi maestro. Escribe ficciones, escribe teatro, filosofía, se fue de la universidad para escribir, algo que me pasó a mí también. Y tiene la maravillosa filosofía de El ser y la nada, de La crítica de la razón dialéctica, donde el sujeto siempre tiene un lugar en el cual es libre, puede actuar libremente pese a todos los condicionamientos. Y ahí es responsable. Encuentro en Sartre lo que en Foucault está sofocado, que es la libertad del agente práctico que en última instancia siempre puede rebelarse. En Foucault yo no encuentro lugar para la rebelión. En Sartre siempre sí, por eso está como olvidado, porque es el último gran marxista, es el más grande marxista del siglo XX.

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