Domingo, 27 de septiembre de 2009 | Hoy
El corto protagonizado con gracia y un timing notable por Carmen Machi fue filmado por Almodóvar en una jornada en medio del rodaje de Los abrazos rotos. Titulado La concejala antropófaga, son algo menos de ocho minutos que devuelven al cineasta a los años de Pepi Luci, Bom..., Entre tinieblas, y especialmente Mujeres al borde..; y que consisten casi exclusivamente en el largo monólogo en el que una concejal de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid habla de sexo (“como asunto social”) y de sus ganas de comerse a sus parejas, mientras se zampa unos miligramos de coca. Ya puede verse entero en Internet, y en algún momento estará disponible en dvd, pero acá va un anticipo del parlamento de la concejala.
“Tanto a nivel personal como a nivel profesional, yo creo que el sexo es un asunto social. El placer sexual es algo a lo que todo el mundo debería tener acceso sin prejuicios ni cortapisas. Hay que incentivar la cultura de la promiscuidad. El intercambio de parejas, las parejas múltiples; reconocer el deseo como el principal motor de una sociedad mejor. Cuando una desea a alguien normalmente no quiere que le suceda nada malo, es decir, te solidarizas con él, a no ser que te rechace, claro. Creo que es un tema muy interesante e inexplorado hasta ahora, especialmente desde el punto de vista femenino, político y de derechas. Voy a tomarme un año sabático para escribir un libro que aborde este tema, un libro que pueda describir las fantasías que me vienen a la cabeza durante las asambleas y juntas del ayuntamiento, inauguraciones de parques, verbenas, subterráneos, misas a la patrona de Madrid, etcétera. En esas ocasiones como en todas sólo pienso en sexo.
Mi único interés es mirar los culos de los tíos, sus pies, sus paquetes... Por eso llevo gran gafa negra, no por fotofobia, como suelo decir, sino para mirar donde me sale del coño. Mi afición empezó muy pronto, también en esto fui una adelantada a mi tiempo. Empecé a interesarme por los paquetes cuando tenía cuatro añitos y podía cogerlos sólo con levantar la mano, como quien coge una fruta. Al principio tuve muchísimo éxito, la gente se tronchaba conmigo hasta que todos los hombres de mi familia y amigos, entre los que desgraciadamente no había ningún pederasta, empezaron a rehuirme en cuanto me veían venir. Conocí muy pronto la marginación: es muy duro que empiecen a rechazarte y a juzgarte con sólo tres añitos. Me educaron bajo el grito de ¡Eso no se toca! ¡Eso no se come! Ay, dios mío, ¡qué tiempos! Yo creo que Franco fue un buen gobernante, pero en lo referente al sexo no se enteraba”.
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