› Por Alfredo Garcia
Según el muy fiable Libro Guinness de los Records, el personaje de ficción más filmado de todos los tiempos fue y sigue siendo Sherlock Holmes, que apareció en unos 211 films interpretado por 75 actores distintos, incluyendo la nueva película de Guy Ritchie destinada a revivir para las nuevas generaciones al detective de sir Arthur Conan Doyle.
Esta popularidad de Holmes entre los productores de cine de todas las épocas y latitudes se puede comprender entendiendo en perspectiva la importancia y masividad que tuvieron en su momento las novelas y relatos de Conan Doyle. Por eso, entre tantos personajes famosos de la ficción, apenas Drácula, de Bram Stoker, o Tarzán, de Edgar Rice Burroughs, pueden ostentar algún record no igual, pero al menos similar al detentado por el amigo del Dr. Watson (que de taquito, también es uno de los personajes de ficción más filmados de todos los tiempos, aunque en su caso no haya una estadística tan detallada).
John Barrymore, Raymond Massey, Christopher Plummer, Christopher Lee, Mack Sennett, Gene Wilder o Michael Caine fueron algunos de los actores más conocidos en interpretar, ya sea en versiones serias o parodias de todo tipo, al famoso investigador que en la actualidad tiene su propio museo en la ciudad de Londres, justamente en la famosa calle Baker donde vivía en la ficción.
Pero más allá de que nunca se puede comparar una película con un libro, para muchas generaciones de cinéfilos y fans del detective, en la pantalla grande sólo hubo dos verdaderos Sherlock Holmes: el más prolífico Basil Rathbone, que lo personificó en 14 películas, y luego Peter Cushing, un gran Holmes que lamentablemente sólo pudo interpretarlo en dos ocasiones.
Las aventuras de Sherlock Holmes en el celuloide comenzaron mucho antes de la aparición de Rathbone y Cushing, con un breve corto producido por Edison en el año 1900, Sherlock Holmes Baffled, mera excusa para que el público viera al personaje en movimiento, ya que la duración de un minuto probablemente no podía permitir el desarrollo de ninguna intriga que se precie. Toda esta prehistoria de películas primitivas sobre Sherlock Holmes es difícil de seguir incluso para los historiadores, que generalmente coinciden en que lo más importante en el tema fue una serie de películas escandinavas de dos rollos producidas por la danesa Nordisk Film Company entre 1908 y 1911. De los 13 films de la serie, aparentemente uno solo se ha conservado, Sherlock Holmes i Bondefangerkloer con Viggo Larsen en el papel estelar. La serie incluía algunas raras variaciones sobre la obra de Conan Doyle como un Sherlock Holmes contra Arsene Lupin. Aparentemente la primera versión paródica del personaje se vio en una serie de once cortos producidos por la American Biograph con el legendario Mack Sennet tomándose a Sherlock en broma.
La principal serie de películas de habla inglesa sobre Sherlock fue una serie de 47 films de dos rollos producidos en Inglaterra por Stoll Films con Eille Norwood en el rol estelar, lo que le vale hasta el día de hoy ser el actor que más veces interpretó en cine a Sherlock Holmes. Como se repetiría luego en los casos de Rathbone y Cushing, se lanzó al Holmes de Norwood con la clásica El Mastín de los Baskerville, en un film dirigido por Maurice Elvey, con Watson encarnado por Hubert Willis (que en algunos casos fue reemplazado por otros actores). El personaje del mayordomo, Barrymore, tuvo que tener otro apellido, ya que por esos tiempos la familia Barrymore, empezando por John, figuraban entre las máximas celebridades del cine, y justamente en 1922, desde los Estados Unidos, John Barrymore lanzó su propia encarnación del detective en un film lacónicamente titulado Sherlock Holmes, toda una superproducción de 109 minutos dirigida por Albert Parker (famoso por The Black Pirate, con Douglas Fairbanks) para nada menos que la Goldwyn Pictures Corporation. El guión enfrentaba a Holmes contra su archienemigo Moriarty (Gustav von Seyffertitz), incluía en el reparto a la futura chimentera Heda Hopper y mostraba el debut actoral del futuro astro William Powell. Conseguible en distintas ediciones de DVD –es uno de los pocos Holmes mudos que no se han perdido– este film muestra cómo un gran actor como Barrymore puede ser un convincente Holmes en la pantalla, pese a un guión que lo desvía totalmente de los hábitos detectivescos del personaje, al que ubica en una trama con más melodrama que intriga. Lamentablemente hay que decir que esto es una constante, ya en muchas adaptaciones de Holmes al cine el personaje y su caracterización suelen estar por encima del conjunto (algo que en verdad no sucede con la nueva Holmes de Guy Ritchie).
Ya en el cine sonoro Holmes empezó a hablar (incluyendo el debut actoral de Raymond Massey interpretando al detective), pero para que se materialice su mejor encarnación en la pantalla hay que esperar a fines de la década del ’30, cuando la Fox produjo la excelente El mastín de los Baskerville (1939). Rathbone era un gran actor de reparto, que se podía lucir haciendo de villano en películas como Captain Blood luchando con Errol Flynn o haciendo importantes personajes secundarios como el rey Luis XI en Si yo fuera rey (If I Were King, Frank Lloyd, 1938), trabajo que le valió una nominación al Oscar. La leyenda asegura que Darryl Zanuck, el hombre fuerte de la Fox, se topó con Basil Rathbone en una fiesta y pensó: “Este tipo sería perfecto para personificar a Sherlock Holmes”, pero lo que es seguro es que el actor nacido en Sudáfrica –su padre fue acusado de ser espía inglés durante la guerra de los Boers– daba el physique du rôle perfecto, y tenía además el don de la caracterización tan habitual en el detective de Conan Doyle, que frecuentemente se disfrazaba de los más estrafalarios personajes para investigar distintos casos pasando inadvertido. Rathbone terminó haciendo 14 películas sobre el personaje, siempre acompañado de Nigel Bruce en el rol del Dr. Watson. De estas películas, lamentablemente la Fox sólo produjo las dos primeras, también las mejores, no sólo en despliegue de producción sino desde el punto de vista de la fidelidad con la obra de Conan Doyle, ya que estos dos films fueron los primeros que ambientaron sus historias en el tiempo en el que fueron escritas, es decir la era victoriana, factor que les da un clima especial a las intrigas que debe resolver el detective, sobre todo en la magistral El mastín..., con toques macabros y hasta de horror gótico muy bien resueltos en imágenes por un director no especialmente brillante, Sidney Lanfield (luego terminó dirigiendo programas de TV como Los Locos Addams) pero que aquí hizo un trabajo memorable, incluyendo el casting que acentuaba los aspectos terroríficos al contar con dos iconos del género como Lionel Atwill y John Carradine. En cambio las 12 películas con Rathbone y Bruce de la Universal volvían, igual que todas las adaptaciones anteriores, a modernizar al personaje, haciéndolo combatir villanos nazis propios de los tiempos de los esfuerzos de propaganda bélica (en esos tiempos Tarzán también combatía nazis que se adentraban en la jungla), por lo que la línea narrativa terminaba teniendo poco que ver con las aventuras originales del detective.
Por eso las dos películas de la Fox son claramente superiores a las 12 siguientes de la Universal. El tono victoriano se mantenía muy bien en la segunda, The Adventures of Sherlock Holmes, a pesar de que el tono gótico decaía ya que la fuente literaria no era tan fiel, ya que el film estaba adaptado directamente de una famosa puesta teatral de William Gillette. En Las Aventuras... también actuaba un legendario intérprete del cine de terror, George Zucco, y el guión le permitía a Rathbone lucirse como un Holmes que se llegaba a disfrazar de ridículo comediante de music-hall.
Otro cambio entre los dos films de la Fox y los 12 de la Universal es la caracterización de Watson a cargo de Nigel Bruce, que al principio era más sobrio y fiel a las novelas y cuentos originales, pero que luego, en manos de los productores de la Universal, era un personaje más bobo y torpe, algo así como un condimento cómico del más serio detective. En films de la Universal como Sherlock Holmes y el arma secreta (Roy William Neil, 1943) y Sherlock Holmes contra la mujer araña (Neill, 1944) los guionistas remixaban varias historias cortas de Conan Doyle y las mezclaban con temas modernos relativos a la Segunda Guerra Mundial, en una ensalada que sigue sin disgustar a muchos fans del detective, todo gracias a la soberbia actuación de Rathbone, que ya acabada la serie de películas, a fines de los ’40, siguió encarnando al personaje (junto a su inseparable Nigel Bruce) en una exitosa serie de programas radiofónicos.
Pero la otra gran película sobre Sherlock Holmes no surgió de Hollywood sino de los más redituables estudios ingleses de las décadas del ’50 y ’60, la Hammer Films, que luego de revivir a Drácula en una versión mucho más sangrienta que la del clásico Bela Lugosi, recién entonces se atrevieron con el personaje más querido por el público inglés. La novela elegida fue otra vez El mastín de los Baskerville, y en 1959 el otrora Van Helsing se ocupó del papel estelar, con el gran actor de la Hammer Andre Morel interpretando a Watson y el temible Christopher Lee (Drácula y La Momia en las películas de la Hammer) encarnando al ominoso sir Henry Baskerville. Cushing es un gran Holmes, tal vez más enérgico y dinámico que el de Rathbone, y con menos sentido del humor, algo entendible dado el tono de típico horror gótico impuesto especialmente por el gran director de la Hammer, Terence Fisher. Hay que reconocer que la versión de la Fox era más fiel a la novela de Conan Doyle, con Holmes entrando en la acción recién media hora después de empezada la película igual que en el relato original, pero para algunos la versión de la Hammer es superior por sus imágenes y climas macabros, incluyendo el alucinante prólogo que describe la supuesta maldición del espectral mastín que extermina desde tiempos remotos a la malvada estirpe de los Baskerville. La secuencia en cuestión merece incluirse en cualquier antología de la Hammer, igual que esta contundente película.
Lamentablemente, la obsesión de la Hammer con Drácula y Frankenstein impidió que Cushing volviera a personificar a Holmes para la gran productora inglesa. Cushing hizo varias versiones de Holmes para la TV inglesa y también lo interpretó en una correcta The Mask of Death (1984) dirigida y escrita por talentos de la ya desparecida Hammer como el director Roy Ward Baker y el guionista Anthony Hinds, más un reparto de lujo que incluía a John Mills como Watson, Anne Baxter como Irene Adler y un papel especial para el veterano Ray Milland.
Durante mucho tiempo el Holmes de Peter Cushing fue recordado como el mejor Holmes gracias a su Mastín. Y si bien es difícil elegir entre la versión de la Hammer y la de la Fox, ya que ambas son muy buenas, lo cierto es que hubo un par de décadas que por una cuestión comercial la película de 1939 había sido casi borrada del mapa y la única que se podía ver era la de Terence Fisher (eso es común cuando hay una versión de una misma historia en colores o con actores más contemporáneos que saca del circuito de reestrenos e incluso de la TV a la más antigua). Pero en 1975 hubo un reestreno mundial del film con Basil Rathbone, acompañado de un breve film sonoro en el que el mismísimo sir Arthur Conan Doyle hablaba sobre su creación y, sobre todo, de una restauración del film con sus 80 minutos originales íntegros, incluyendo el famoso y alguna vez censurado diálogo final: “Rápido Watson, ¡la jeringuilla!”, que en los contraculturales años ’70 fue más que un tema de controversia, una especie de celebración popular de los malos hábitos de Holmes tantas veces cuestionados por el más moderado Dr. Watson.
1. El gran Michael Caine como el detective de Arthur Conan Doyle en Without a Clue (1988), la última adaptación del personaje a la pantalla grande hecha hasta la que protagoniza Robert Downey Jr. A Caine lo acompañaban Ben Kinglsey como Watson y Paul Freeman como Moriarty.
2. Uno de los dos mejores Holmes del cine: Peter Cushing, el Van Helsing de la Hammer, filmando para la misma productora británica la genial El mastín de los Baskerville (1959).
3. Producida por Spielberg y dirigida por Barry Levison, El secreto de la pirámide (Young Sherlock Holmes, 1985) consiguió una de las mejores versiones modernas del personaje a partir de un relato original, no escrito por Conan Doyle: una divertida especulación sobre la posibilidad de que Holmes (Nicholas Rowe) y Watson se hubieran conocido en la adolescencia.
4 y 5. El otro gran Sherlock cinematográfico: Basil Rathbone, protagonista de 14 películas con el personaje.
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