POR CLAUDE LELOUCH
Estaba en pleno montaje de mi último film cuando mi hijo llamó por teléfono y me dijo: “Prendé la televisión”. Me hicieron falta varios días para salir de la pesadilla y volver al montaje del film. Pero si los acontecimientos del 11 de septiembre no interpelan a un cineasta, ¿qué podría despertarlo de su sueño? Ya había pensado en hacer algo sobre el tema antes de recibir la propuesta de participar en 11’09’’01, pero era indecente. Había quedado fascinado por el acontecimiento mediático. Por eso, en mi corto, me planteé la pregunta de si existía alguna persona en la Tierra que no supiera lo que estaba pasando.
Después de responder por teléfono que sí, espontáneamente, a la propuesta de 11’09’’01, salí a correr, como hago casi siempre que busco una idea. Y entonces, en los jardines del Bois de Boulogne, me crucé con una pareja de sordomudos en plena discusión. Desde Une fille et des fusils estuve fascinado por ese mundo del silencio. Entonces me pregunté: por qué no 11 minutos de silencio en homenaje a todos esos muertos...
Los soldados y los técnicos vivieron su participación en este film como una movilización para una guerra mundial... Pero estuvieron con el mejor humor... Siempre pensé que la memoria del mundo había comenzado con el nacimiento del cine. Cada vez que veo imágenes de los campos de concentración, siento que nadie lo reintentará jamás. Por eso, espero que no haya nunca una verdadera remake del 11 de septiembre.
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