Domingo, 2 de mayo de 2010 | Hoy
TEATRO
Por Guillermo Arengo
Pavlovsky usa su cuerpo para darle forma al relato teatral. Intuyo que la clave de su arte está entre su dramaturgia y ese cuerpo magnífico para la emisión de signos, de señales, de sentidos. Una dramaturgia cargada de política y de filosofía. Un cuerpo sabio que para escribir en la escena decide utilizar un tipo de letra bien específica: la letra del presente que siempre es letra nueva. Es una letra múltiple, blanda y singular, con intuición de futuro y posibilidades de surgir en cualquier punto del terreno. Es una letra con tendencia a escaparse de las leyes preexistentes de composición escénica. Aunque hable de la historia trágica de la apropiación de niños durante la última dictadura militar, como es el caso de su obra Potestad, nada en ese presente escénico va a estar dado. Nunca es “como si” ni “como se espera” y mucho menos “como debería”. Lejos de políticas artísticas que producen obras maniqueas donde el artista y el público se paran en el lugar de la crítica que siempre es hacia el otro y nunca es hacia sí, Pavlovsky se interesa por la zona que conjuga a la víctima con el victimario. Se apasiona por esa compleja relación humana sin aplicarle juicios, a pesar de que como hombre político tiene su posición bien definida. Pero como teatrista es cauteloso y muy consciente de los niveles de representación que produce. Son niveles del presente, del estar ahí componiendo teatralidad entre el público, el tiempo, el espacio, el cuerpo, el texto y la historia. Volátil y específica teatralidad que propone desbordar las formas que producen los sentidos puramente temáticos, para inventar una especie de plástica abstracta en el escenario con entradas y salidas, rayas, puntos y líneas, ritmos altamente variables e intensidades del mismo tipo. Alain Badiou llama a eso “ideas teatro”: tan irreductibles como intraducibles. Sé que cuesta imaginar una puesta de Potestad con otro intérprete que no sea Tato Pavlovsky. Necesitaríamos un actor intempestivo que se suelte de lo histórico, arranque con las manos de la intuición fragmentos del futuro y componga con ellos el presente escénico de la obra.
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