A fines del año pasado, Michael Moore presentó Capitalism: A Love Story en el festival de cine documental de Sheffield, Inglaterra, la ciudad de Full Monty de la que habla Granovsky en su nota. Después, contestó preguntas de la gente. Aquí, una selección.
Su película señala el impacto humano de la crisis financiera. ¿Tiene esperanzas en que Obama resuelva estos problemas?
–No se puede esperar que las cosas cambien de un día para el otro y poco más de un año no es tiempo suficiente para arreglar las catástrofes dejadas por la administración Bush (y las anteriores). Pero no creo en el hada madrina ni en Santa Claus y es posible que no pueda arreglar los problemas que dejaron Bush y Cheney.
En Inglaterra parece haber más protección ante colapsos bancarios. ¿Por qué cree que Estados Unidos no tiene esa protección?
–Por algún motivo, los americanos quieren castigar a sus compatriotas si pierden su trabajo o se enferman. Si uno pasa por un mal momento, es entonces cuando, como pueblo, somos expecionalmente crueles con el que está en el piso. La gente en EE.UU. es buena de forma individual, pero de forma colectiva estamos enojados. ¿Por qué queremos castigar a la gente cuando se enferma? Nunca lo entendí.
Quizá sea la misma razón por la que los norteamericanos no saben lo que pasa en el resto del mundo. ¿Por qué no viajan más?
–¿Por qué debería importarnos el resto del mundo? A la gente en mi país no se le dan razones para que le importen. Y es esta actitud la que mata la creatividad y la curiosidad. No queremos saber lo que pasa en Francia, Irlanda, Finlandia, lo que no es sorprendente porque tampoco nos importa lo que nos pasa a nosotros mismos. Yo creo en una bondad básica de la gente, pero los han convertido en estúpidos. Hay 44 millones de analfabetos en los Estados Unidos. Los medios refuerzan esa estupidez e ignorancia, lo que hace más fácil manipular a la gente con el miedo.
¿Qué es el capitalismo?
–Bueno, sólo puedo definirlo tal como existe hoy: de la misma manera que uno no respondería a la pregunta “¿Qué es un matrimonio?” diciendo “Bueno, es algo que pasa cuando el novio visita al padre de la novia para pedir su mano...”. Hoy el capitalismo es un sistema de codicia legalizada, organizado para proteger al uno por ciento de la población que acumula la mayor riqueza.
¿Es “el sueño americano”, la idea de que alguien puede hacerse rico si trabaja lo suficientemente duro, algo bueno?
–Creo que es lo que es: un sueño, no una realidad para la mayoría de la gente. Estos días es más una pesadilla. Antes uno podía trabajar duro y si tu jefe prosperaba, entonces vos también prosperabas. Ahora uno trabaja duro, el jefe prospera, uno se enferma y pierde su trabajo. Pero hay un montón de razones por las que la gente alrededor del mundo quiere a EE.UU. Hay algo acerca de nuestra capacidad de acción, a veces estamos llenos de ideas –algunas no muy buenas, otras fantásticas–. Mi frustración es que tenemos la capacidad para hacer cosas buenas por el mundo, el hecho de que no las hagamos es criminal.
Estaba terminando su película cuando Obama fue elegido presidente. ¿Cómo impactó en el proyecto?
–Bueno, puedo contar cómo nos impactó como equipo: el 4 de noviembre de 2008 fue uno de los días más felices que tuvimos en décadas. No podíamos creer que nuestros compatriotas hubieran hecho esto. Hay mucho racismo, y era increíble que pudieran haberlo superado para elegir al mejor y más inteligente de los candidatos. Cuando Roosevelt fue elegido en los años ’30, de pronto surgió Steinbeck, y todo el arte de la época, las películas, la música, la literatura... Sentimos que estábamos haciendo una de las películas de la nueva era, que estábamos saliendo de la oscuridad tras 30 largos años. Como una iluminación, así se sintió. Me gustaría que el sueño de la segunda Carta de Derechos de Roosevelt (que garantizaba el acceso a un trabajo, a una educación y a la salud) reviviera. Europa tiene estas cosas. Ningún sistema es perfecto, pero en Europa al menos creen que cuando uno se enferma debe poder ir al médico. Obama nos dio la sensación de que podía ser el Roosevelt del siglo XXI. Seguimos teniendo esa esperanza, incluso después de un año complicado.
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