fue la reina de la música disco en los años ’70, un trono comercial al que accedió mediante la combinación de glamour, sexualidad desinhibida y productores. A mediados de los ’80, cuando ya se había convertido al cristianismo para dejar atrás años de drogas, alcohol y noches eternas, sus discos volvieron a tener notoriedad: miembros de la comunidad gay destruyeron muchos vinilos que habían bailado en los ’70 luego de que la cantante supuestamente adhiriera a la idea reaganeana de que el HIV era un castigo divino. Ella desmintió el rumor de esas afirmaciones una y otra vez. Tratando de recuperar su carrera, Summer murió la semana pasada a los 63 años.